Conciliando el Decreto Divino con el Libre Albedrío en el Islam
Acerca del Autor
JUSTIN PARROTT
Justin Parrott tiene una Licenciatura en Física e Inglés de la Universidad de Otterbein, una Maestría en Bibliotecología y Ciencias de la Información de la Universidad Estatal de Kent, una Maestría en Investigación en Estudios Islámicos de la Universidad de Gales, y actualmente es Bibliotecario de Investigación para Estudios del Medio Oriente en la Universidad de Nueva York en Abu Dhabi.
En el nombre de Al-lah, el Compasivo, el Misericordioso
La idea de la providencia divina, también conocida como el decreto divino o predestinación—de que todo ha sido ya decretado por el Creador desde la eternidad—ha inquietado a los teólogos y filósofos por siglos. ¿Cómo podemos reconciliar los dos aparentes hechos de que Al-lah tiene poder absoluto y soberanía sobre toda la creación, y que al mismo tiempo somos responsables de nuestras acciones? ¿Somos forzados a hacer lo que hacemos, o nuestras elecciones son significativas?
Esta pregunta condujo a uno de los primeros cismas sectarios en la comunidad musulmana, entre los Qadaritas, que creían en el absoluto libre albedrío humano (Al-lah no tiene control sobre nosotros), y los Jabaritas, que creían en el absoluto determinismo y fatalismo (no tenemos control sobre nuestras acciones). Cada uno de estos grupos desarrolló una teología extremista y desviada. Si Al-lah no tiene control, ¿entonces por qué recurrir a Al-lah en oración? Y si no tenemos control sobre nuestras acciones y destino, ¿para qué hacer buenas obras en absoluto?
Esta pregunta no solo fue una controversia fuerte en la Historia temprana islámica, sino que ha sido una importante cuestión a través de la Historia tanto por razones religiosas como seculares. El antiguo filósofo griego Aristóteles escribió seriamente sobre el tema hace más de dos mil años atrás por sus implicaciones para entender el orden del universo, el origen de la vida, la libertad humana, y la felicidad.[1] Hoy, es el foco de debates académicos complejos, bajo el título de determinismo, en disciplinas científicas como matemáticas, física, psicología, y ciencias sociales.[2] Claramente, nuestro entendimiento del destino juega un papel decisivo en nuestra visión del mundo, y quizá con mayor importancia, en nuestro comportamiento en él. Los musulmanes han también experimentado dudas en su fe debido a los innumerables enigmas filosóficos que surgen de él. ¿Cómo resuelve el enigma el Islam?
El Corán y la Sunna toman un camino intermedio entre los dos extremos, defendiendo tanto la soberanía de Al-lah como la responsabilidad de la humanidad. Desde un punto de vista puramente racional, estos dos aspectos parecen mutuamente excluyentes; en otras palabras, parece que ambos no pueden ser verdaderos. Sin embargo, debemos recordar que Al-lah existe fuera del tiempo y el espacio, más allá del velo cósmico en lo No Visto. En contraste, los seres humanos solo podemos concebir realidades en el marco del tiempo y el espacio. La providencia divina, o predestinación, es una realidad que existe más allá del tiempo y el espacio, lo que significa que simplemente somos incapaces de concebirla con nuestras limitadas facultades racionales.
Por esta razón, Al-lah comunicó la realidad de la providencia utilizando las herramientas del lenguaje—en particular las imágenes literarias (al-taswir al-Fanni)—que en la ciencia coránica implica “expresar un significado mental mediante el uso de imágenes sensoriales y visualizadas”.[3] Estas imágenes son la Pluma, la Tabla Protegida y los registros de los hechos escritos por los ángeles. Estos articulan la naturaleza de la providencia, de que Al-lah tiene control completo sobre lo que se decreta desde el principio y lo que luego se elimina. Son imágenes que no son ficticias ni meramente metafóricas; por el contrario, constituyen verdades profundas en el universo y son realidades en sí mismas. Si bien todas las cosas ya han sido decretadas desde la eternidad, Al-lah tiene el poder de cambiar el destino en función de las decisiones que tomamos. Somos, de hecho, moralmente responsables de nuestras acciones y nuestro libre albedrío ha asociado con ello una medida de control, limitado todo bajo la soberanía de Al-lah, para determinar nuestro destino final.
La naturaleza de la Providencia Divina
El término para la divina providencia en el Islam es Al-Qada’ wa’l-Qadar, literalmente significa «el decreto y la medida». Es una combinación de dos términos, lo que significa los aspectos duales de la providencia. Ibn Hajar escribe: «Los eruditos dijeron que el decreto divino (al-qada’) consiste en el juicio completo y total para siempre, y la medida divina (al-qadar) consiste en las particularidades del juicio y sus detalles».[4]
Aunque los eruditos a veces definían los términos de manera diferente, la definición ofrecida aquí se basa en dos conjuntos de textos en el Corán y la Sunna: textos que hablan del decreto en términos absolutos e invariables, y textos que hablan de modificaciones al decreto a medida que se hace realidad. Estos dos conjuntos de textos parecen contradictorios, pero son dos aspectos de la misma realidad, cuya aparente contradicción es solo el resultado del marco de referencia limitado de la mente humana. Y cada conjunto de textos se reconcilia con el propósito unido de guiarnos hacia el comportamiento correcto, con respecto a Al-lah y a nuestros semejantes.
La idea del decreto inmutable está plasmada en la imagen literaria de la Tabla Protegida (al-lawh al-mahfuz), que contiene todo lo que vendrá a ser, incluidas las Escrituras divinas.
Al-lah dijo:
Este es un Corán glorioso que está registrado en la Tabla Protegida.[5]
El término transmite la realidad absoluta de la providencia divina a través de una representación mental de una cosa, una tabla, con la que ya estamos familiarizados, a pesar de que la tabla protegida es diferente a cualquier tabla que hayamos conocido.
La implicación de la Tabla Protegida es que Al-lah conoce todas las cosas antes de que existan.
Al-lah dijo:
¿Acaso no sabes que Dios conoce cuanto hay en el cielo y en la Tierra? Todo está registrado en un libro, eso es fácil para Dios [6]
Y el Profeta ﷺ dijo:
Verdaderamente, Al-lah Todopoderoso realizó Su creación en la oscuridad y Él arrojó sobre ella Su luz. Quienquiera que sea tocado por esa luz es guiado, y a quien le faltare está extraviado. Por lo tanto, digo que las plumas se han secado sobre el conocimiento de Al-lah.[7]
Al-lah no solo sabe lo que será, Él tiene control total y poder sobre lo que Él permite que surja. Él puede permitir o bloquear cualquier cosa para que nunca ocurra.
Al-lah dijo:
A Él pertenece la soberanía de los cielos y de la Tierra. Él no ha tenido ningún hijo, y no comparte Su soberanía con nadie, creó todos los elementos de la creación y facultó plenamente a cada uno de ellos para cumplir su función.[8]
Además, la provisión, la duración de la vida, los hechos y el destino final en el Más Allá de cada ser humano son escritos por los ángeles tan pronto como el alma ingresa al feto. Nuestro destino fue decretado para nosotros incluso antes de nacer.
El Profeta ﷺ dijo:
La creación de cada uno de ustedes está en el vientre de su madre durante cuarenta días o noches, luego como un coágulo por un período similar, luego como un pedazo de carne por un período similar, luego el ángel es enviado a él para anunciar cuatro decretos. Escribe su provisión, cuánto durará su vida, sus obras y si es bendecido o condenado. Entonces, él sopla su alma en su cuerpo. Verdaderamente, cada uno de ustedes realiza las acciones de la gente del Paraíso hasta que se encuentra a un brazo de distancia de él, pero el decreto lo supera, actúa con las acciones de la gente del Infierno y, por lo tanto, entra en el Infierno. Y cada uno de ustedes actúa con las acciones de la gente del infierno hasta que está a un brazo de él, pero el decreto lo supera, actúa con las acciones de la gente del Paraíso y así entra en él.[9]
Estamos en un camino, con nuestro destino por delante, tan pronto como entramos en este mundo. Sin embargo, nuestra voluntad y nuestras acciones son significativas porque, por la voluntad de Al-lah, son las causas del cambio de rumbo. Dado que Al-lah tiene el control del destino, la única manera de asegurar un buen destino es apelar a Al-lah a través de la adoración, la oración y las buenas obras. No tenemos control por nosotros mismos. En este sentido, las «plumas se han levantado y las páginas se han secado».
El Profeta ﷺ dijo:
Sé consciente de Al-lah y Él te protegerá. Ten en cuenta a Al-lah y lo encontrarás delante de ti. Si pides, pídele a Al-lah. Si buscas ayuda, busca la ayuda de Al-lah. Sabe que si las naciones se reunieran para beneficiarte, no te beneficiarán a menos que Al-lah lo haya decretado para ti. Y si las naciones se reunieran para lastimarte, no te dañarán a menos que Al-lah lo haya decretado para ti. Se han levantado las plumas y se han secado las páginas.[10]
Observa que en este hadiz, el Profeta ﷺ nos informó, a través de su compañero Ibn Abbas (ra), que el decreto ya está hecho. Las páginas se han secado. Aun así, el Profeta ﷺ ordenó: tener presente a Al-lah y buscar la ayuda de Al-lah.
El punto importante a entender es que todo sucede por voluntad de Al-lah, a pesar de que Al-lah no está complacido con todo lo que pueda ocurrir. Hay dos formas en que se entiende «la voluntad de Al-lah»: la voluntad universal y la voluntad legislativa. La voluntad universal abarca todo lo que es permitido ser, tanto el bien como el mal. La voluntad legislativa consiste en lo que Al-lah quiere de nosotros de buenas obras.
Ibn Abi al-‘Izz, el comentarista del credo temprano y acordado de Al-Tahawi, escribe:
Los investigadores suníes dicen que la «voluntad» en el libro de Al-lah es de dos tipos: una voluntad que está preordenada, universal y creativa, y una voluntad que es religiosa, que manda y legisla. Por lo tanto, la voluntad legislativa abarca todo aquello que Al-lah ama y Le complace, y la voluntad universal es lo que se elige, incluidas todas las cosas que ocurren[11].
La confusión que llevó al sectarismo en la historia islámica temprana se debió a que los Qadaritas y Jabaritas no entendieron este punto.
Ibn Abi al-‘Izz continúa:
El origen del error es equiparar entre la voluntad del deseo y la voluntad de legislar, y equiparar entre el amor y el placer. Por lo tanto, los Jabaritas y los Qadaritas los igualan a ambos, entonces están en desacuerdo. Los Jabaritas dijeron que toda la existencia es por decreto, por lo que todo es amado y agradable a Al-lah. Los Qadaritas dijeron que la desobediencia no es amada y agradable a Al-lah, por lo que no puede ser ordenada ni decretada por Él; que está fuera de Su voluntad y creación. Sin embargo, la distinción entre lo que es deseado y lo que es amado se ha hecho en el Libro, la Sunna y el sentido común.[12]
Para resumir, los Jabaritas dijeron que Al-lah decreta el bien y el mal y, por lo tanto, los ama a ambos, mientras que los Qadaritas dicen que lo que es malo no es por el decreto de Al-lah—lo que significa que es creado por algún otro poder. Los Jabaritas negaron la responsabilidad moral de la humanidad; los Qadaritas negaron todo el poder del Creador.
La verdad es que nuestras acciones hacen una diferencia significativa y pueden cambiar el curso del decreto. Al hacer que nuestra voluntad coincida con la voluntad legislativa del Creador—al entregar nuestra voluntad a Al-lah—nuestro destino cambiará para mejor.
Al-lah dijo:
Dios anula o confirma [de Su Designio] lo que quiere. Él tiene en Su poder el Libro donde están registradas todas las cosas [la Tabla Protegida].[13]
El «Libro» es literalmente la «Madre del Libro» (Umm al-Kitab). Es la Tabla Protegida en la que está escrito el decreto inmutable de la eternidad. Pero los libros de los individuos, donde se registran nuestras obras y el destino, tal como lo registran los ángeles, pueden cambiar de acuerdo con nuestras acciones. Ibn Abbas explicó el verso, diciendo: «Hay dos libros: un libro en el que se borra lo que Al-lah quiere, y con Él está la madre del Libro».[14]
De hecho, las cosas son registradas por los ángeles, los destinos se están cumpliendo o cambiando, todos los días.
Al-lah dijo:
Lo invocan suplicando todos los que habitan en los cielos y en la Tierra. Todos los días se encuentra atendiendo los asuntos [de Su creación].[15]
Abu Darda (ra) le preguntó al Profeta ﷺ acerca de este verso y dijo:
Entre sus asuntos está perdonar los pecados, aliviar las dificultades, elevar gente y degradar otras.[16]
Mujahid (rha) también explicó este verso diciendo: «Entre Sus asuntos están el dar a los que piden, aliviar a los que sufren, responder a los que oran y sanar a los enfermos». Y también dijo: «Aliviar las dificultades, responder a las necesidades, y perdonar los pecados».[17]
Este cambio aparente en el destino no es el resultado de nuestro propio poder y capacidad, y no está fuera del conocimiento de Al-lah. Más bien, es solo cuando nos sometemos a la voluntad de Al-lah que nuestro destino puede cambiar para mejor.
Ibn Hajar, el comentarista de la auténtica colección Sahih al-Bukhari, escribe:
Lo que proviene del conocimiento de Al-lah no cambia y no es reemplazado. Lo que se permite cambiar y ser reemplazado son los hechos visibles a las personas… Por lo tanto, esto cae bajo el borrado y la afirmación, como el aumento y la disminución de la duración de la vida. En cuanto al conocimiento de Al-lah, no se borra ni se afirma, ya que todo conocimiento está con Al-lah.[18]
El catalizador para un cambio en el destino depende de las acciones: intenciones, oraciones, súplicas y buenas acciones. No es el poder de nuestras acciones en sí mismo lo que hace el cambio. Más bien, es la recompensa que Al-lah nos otorga por rendirnos a Su voluntad. De esta manera, la humanidad es responsable de sus actos.
Voluntad Humana, Acción y Responsabilidad
El Corán y la Sunna expresan claramente la responsabilidad moral de la humanidad.
Al-lah dijo:
Diles: «¿Acaso debería adorar a otro que no fuese Dios, cuando es Él el Creador de todo? Quien cometa un pecado lo hace en detrimento propio, y nadie cargará con los pecados ajenos. Finalmente volverán a su Señor, Quien les informará acerca de lo que solían discrepar.[19]
Este es todo el propósito de la vida; la gran prueba que culmina en el Día del Juicio no tendría sentido a menos que el juicio fuera justo y significativo. Por lo tanto, Al-lah delegó la voluntad de la humanidad para que sea utilizada en el servicio del bien. Nuestra voluntad es libre en el sentido de que no estamos obligados a hacer lo que hacemos. Somos recompensados o castigados en el Más Allá en base a lo que hicimos con nuestra voluntad dada por Dios.
Al-lah dijo:
Pero sepan que solo se encaminará quien quiera Dios, Señor del universo.[20]
Y Al-lah dijo:
Esta revelación es para reflexionar. Quien quiera, que tome un camino hacia su Señor. Pero no querrán a menos que quiera Dios, porque Dios todo lo sabe, es Sabio.[21]
E Ibn Taymiyyah, el jurista y teólogo Hanbali, escribe:
Entre lo que acordaron los predecesores de esta nación y sus líderes con respecto a su fe en el decreto divino y la providencia, es que Al-lah creó todas las cosas, que lo que Él quiere que sea es y lo que Él no quiere que sea no puede llegar a ser, Al-lah extravía a quien Él quiere y guía a quien quiere, y los siervos tienen voluntad y capacidad, actuando de acuerdo con su capacidad y su voluntad según lo que Al-lah les ha permitido. De hecho, los siervos no quieren a menos que Al-lah quiera.[22]
Por lo tanto, lo que decidamos hacer con nuestra voluntad dada por Dios determinará el destino que Al-lah nos asigne.
La esencia del asunto es que las buenas acciones conducen a un buen final, y las malas acciones conducen a un mal final.
El Profeta ﷺ dijo:
Las buenas obras protegen de los malos destinos. La caridad en secreto extingue la ira del Señor, mantener los lazos familiares aumenta la esperanza de vida, y toda buena acción es caridad. Las personas de bien en el mundo son las personas de bien en el Más Allá, y las personas de mal en el mundo son las personas de mal en el Más Allá. Y los primeros en entrar en el Paraíso son las personas de bien.[23]
Y Ibn Abbas (ra) dijo:
Verdaderamente, las buenas obras traen brillo al rostro, una luz en el corazón, una expansión de provisión, fuerza en el cuerpo y amor en los corazones de la creación. Y las malas acciones traen negrura al rostro, oscuridad en la tumba y en el corazón, debilidad en el cuerpo, restricción de provisión y odio en los corazones de la creación[24].
En particular, el acto justo de mantener los lazos familiares es un medio por el cual Al-lah aumenta la cantidad de provisiones y la duración de la vida en el registro de uno.
El Profeta ﷺ dijo:
A quienquiera que esté complacido con la ampliación de su provisión y la duración de su vida, permítanle mantener buenas relaciones con su familia.[25]
Y Ibn Umar (ra) dijo:
Quienquiera que teme a su Señor y mantiene lazos familiares, su vida se prolongará, su riqueza se incrementará y su familia lo amará.[26]
Entre las acciones más importantes que hacen una diferencia están la oración y la súplica. De hecho, nada repele el mal de la divina providencia como la súplica.
El Profeta ﷺ dijo:
Nada repele el decreto divino sino la súplica, y nada aumenta el tiempo de vida sino la rectitud.[27]
Y el Profeta ﷺ dijo:
No hay ningún musulmán en la tierra que recurra a Al-lah en súplica, sin que Al-lah se lo conceda o aleje el mal de él, siempre y cuando no pida algo pecaminoso o que corte los lazos familiares.[28]
El Profeta ﷺ mismo le suplicó a Al-lah que lo protegiera de un destino malo, reconociendo que es solo Al-lah quien tiene el poder de decretar:
Oh Al-lah, guíame entre aquellos que has guiado, asegúrame entre aquellos que has asegurado, protégeme entre aquellos que has protegido, bendíceme con lo que me has dado, y sálvame del mal que has decretado. Verdaderamente, solo Tú decretas y nadie puede emitir decretos sobre Ti. Verdaderamente, no se puede humillar a quien esté protegido por ti. Bendito seas, Señor nuestro, Todopoderoso.[29]
Y Abu Huraira (ra) informó,
El Profeta ﷺ buscaría refugio en Al-lah del mal del decreto divino, de caer en la miseria, de que sus enemigos se regocijaran de su desgracia y de una prueba difícil.[30]
Del mismo modo, se informó desde los compañeros y los predecesores justos que ellos pedían a Al-lah explícitamente que cambiara su destino, de uno malo a uno bueno.
Abu Uthman Al-Hindi presenció a Umar Ibn Al-Khattab (ra) haciendo Ṭawaf alrededor de la Casa y estaba llorando, diciendo:
Oh Al-lah, si me has escrito entre los bienaventurados, entonces afírmalo allí. Y si me has escrito entre los pecadores y los condenados, entonces límpialo y afírmame entre los bienaventurados. Verdaderamente, borras y afirmas lo que quieres, y contigo está la Madre del Libro.[31]
Y Ibn Mas’ud (ra) dijo:
Oh Al-lah, si me has escrito entre los condenados, entonces límpialo y afírmame entre los benditos.[32]
Y Shaqiq ibn Salamah (rha) dijo:
Oh, Al-lah, si nos has escrito entre los condenados, entonces bórralo y regístranos entre los bienaventurados. Y si nos has escrito entre los bienaventurados, entonces confírmalo. Verdaderamente, borras o afirmas lo que quieres, y contigo está la Madre del Libro.[33]
Nuestros predecesores comprendieron que todo lo que surgiera (positivo o negativo) era por el decreto de Al-lah. En un momento, Umar (ra) se fue a Siria y cuando llegó, descubrieron que se había desatado una plaga, por lo que Umar anunció que regresarían a Medina. Abu Ubaidah le preguntó: «¿Huyes del decreto de Al-lah?» Y Umar respondió:
¡Ojalá otro lo hubiera dicho, oh Abu Ubaidah! Sí, estamos huyendo del decreto de Al-lah al decreto de Al-lah. ¿No ves que si tuvieras camellos descendiendo en un valle con dos campos, uno de ellos fértil y el otro estéril, pastarías en el campo fértil por decreto de Al-lah, o lo harías en el campo estéril por decreto de Al-lah?[34]
Umar entendió que todo lo que sucedía como resultado de sus acciones era por el decreto de Al-lah, por lo que debía actuar en consecuencia y considerar las causas de los eventos. En este caso, evitó la plaga ya que entendió que era una causa de daño. La gente a menudo asume erróneamente que confiar en el decreto de Al-lah significa que no debemos actuar, como una persona que no usa el cinturón de seguridad de su automóvil, pensando que no tiene efecto en lo que Al-lah elige ordenar. Pero el ejemplo de Umar nos muestra que la confianza real en Al-lah significa que uno debe actuar de acuerdo con el patrón de causas que observamos en la vida diaria.
Ibn Hajar comenta sobre la declaración de Umar, diciendo:
Si él lo hace, entonces fue por el decreto de Al-lah, y se le ha ordenado evitar los daños. Al-lah ordena su ocurrencia mientras él huye de ella. Si lo hiciera o no, sería por el decreto de Al-lah. Por lo tanto, hay dos perspectivas: la perspectiva de confiar en Al-lah y la perspectiva de atenerse a las causas.[35]
Esta es la verdadera manera de confiar en Al-lah (tawakkul). Es confiar en Al-lah en la conciencia de que Al-lah ha decretado la bondad para aquellos que trabajan para el bien. En otras palabras, tenemos fe en que si trabajamos para nuestra provisión, entonces Al-lah nos lo proporcionará.
El Profeta ﷺ dijo, según Umar (ra):
Si tuvieras que confiar en Al-lah con la confianza debida a Él, entonces Él te proveería de la misma manera que Él provee a las aves. Salen por la mañana con el estómago vacío y regresan satisfechas.[36]
Y Umar (ra) dijo:
Que ninguno de ustedes se abstenga de trabajar para su provisión, suplicándole a Al-lah que le brinde, mientras sabe que el cielo no llueve oro y plata.[37]
Y esta es la correcta comprensión de la divina providencia. Entendemos que el mundo está lleno de causas y efectos, por lo que buscamos las causas de un buen destino, mientras que reconocemos que no son las causas en sí mismas en las que confiamos. El Profeta ﷺ dijo: «No hay contagio», lo que reconoce que todas las enfermedades pueden ocurrir por la voluntad de Al-lah, y al mismo tiempo dijo: «No mezclen a los que están enfermos con los que están sanos», reconociendo así el papel de las causas mundanas en el tratamiento de la enfermedad.[38]
Con este entendimiento, solo de Al-lah dependemos para lograr estas buenas causas. Cada acción que pretendamos en el futuro debe calificarse como que solo ocurre bajo la voluntad de Al-lah, porque sabemos que solo con nuestra voluntad y capacidad no sucederá.
Al-lah dijo:
No digas acerca de algo: «¡Haré tal cosa!» Salvo que agregues: «¡Si Dios quiere!»[39]
El punto clave a recordar es que las acciones y causas, sin la voluntad de Al-lah para respaldarlas, no son esencialmente nada, sin embargo, aún son necesarias para lograr un buen destino. La acción siempre se prescribe para los creyentes en relación con el decreto, tanto antes de que sea como después de que se cumpla.
Ibn Taymiyyah escribe:
El siervo tiene dos estados de ser en relación con lo que es decretado: un estado antes del decreto y un estado después del decreto. Es un deber de él antes del decreto buscar refugio en Al-lah, depender de Él e invocarlo. Si el resultado del decreto no proviene de sus acciones, entonces debe ser paciente y estar satisfecho con él. Si fue el resultado de sus acciones y es una bendición, él alaba a Al-lah por ello. Si fue el resultado de algún pecado, entonces él busca el perdón de Al-lah.[40]
Antes de que el decreto tenga lugar, deberíamos buscar refugio en Al-lah, rezar y suplicarle, confiar en Él, y hacer el esfuerzo necesario para lograr un resultado bueno. Después de que el decreto es cumplido, tenemos que aceptarlo y avanzar. Si sucediera una calamidad que no tiene relación con nuestras acciones, como un desastre natural, entonces lo aceptamos como parte de las pruebas de la vida y continuamos perseverando en nuestra fe. Si sucediera una bendición, alabamos a Al-lah y continuamos siendo agradecidos. Si lo que sucediera es resultado de nuestras buenas obras, alabamos a Al-lah por facilitarnos nuestras buenas obras. Si fuera el resultado de nuestros pecados, buscamos el perdón de Al-lah y hacemos lo necesario que debe ser hecho para enmendar. En cualquier caso, los creyentes responden al decreto con hechos.
Aceptar una calamidad que ha sido decretada por Al-lah es una de las pruebas más difíciles que enfrentamos en la vida. De hecho, la palabra raíz fa-ta-na de «prueba» (fitnah) tiene el significado de «él puso en el fuego, es decir el oro y plata, para separar o distinguir lo malo de lo bueno».[41] Al-lah nos pone a prueba porque son medios por los cuales crecemos moral y espiritualmente. De hecho, algunas de las peores pruebas sacan lo mejor de las personas.
Por lo tanto, una vez que ocurre una calamidad, debemos aceptarla y seguir adelante. No debemos fijarnos en el pasado repitiendo los acontecimientos en nuestra mente una y otra vez en la desesperación.
El Profeta ﷺ dijo:
Si algo te sucede, entonces no digas: ‘Si tan solo hubiera hecho otra cosa’. Más bien di: ‘Al-lah ha decretado lo que quiere’. Verdaderamente, la frase ‘si tan solo…’ abre el camino para la obra de Satanás.[42]
Aceptar el decreto, en este caso, una calamidad, es una manera de inculcar en nosotros satisfacción y paz mental, ya que tenemos fe en que hay sabiduría divina detrás de cada evento que quizás no entendamos completamente. Decir «si hubiera…» es el medio para que Satanás corrompa esta paz mental. Al-Nawawi comenta sobre este hadiz, diciendo: «‘Abre el camino para la obra de Satanás’ significa que lanza al corazón la oposición al decreto divino y Satanás lo tienta a uno con eso».[43] Como se dice, no debemos relitigar el pasado.
Sin embargo, aceptar el decreto no implica no aprender de nuestros errores y experiencias negativas. El Profeta también dijo: «El creyente no cae dos veces en el mismo agujero».[44] Es decir, no debemos cometer el mismo error dos veces, ni debemos permitir que una experiencia negativa se repita si podemos evitarla.
En última instancia, tenemos una elección que hacer en esta vida. Podemos optar por adorar al Creador y hacer buenas obras, o podemos ignorar los signos de Su poder en la creación. Independientemente, los resultados de nuestras elecciones durarán por la eternidad.
El Profeta ﷺ dijo:
Nadie entrará en el Paraíso, sin que se le muestre el lugar que habría ocupado en el infierno si hubiera hecho el mal, para estar más agradecido. Ninguno entrará en el fuego del infierno, sin que se le muestre el lugar que habría ocupado en el Paraíso si hubiera hecho el bien, de modo que pueda causarle dolor.[45]
Cada uno de nosotros tiene un lugar en el Paraíso y un lugar en el Fuego del Infierno. Donde sea que terminemos, se nos mostrará lo que podría haber sido si hubiéramos tomado un camino diferente, ya sea para recompensarnos con gratitud o para castigarnos con arrepentimiento.
Imagina, por un momento, que saltaste de un avión con un paracaídas. Tienes dos destinos ineludibles por delante. Tirarás del paracaídas y vivirás, o no lo harás y morirás. Ambas posibilidades han sido decretadas para ti. No hay tercera opción. No hay regreso a la seguridad del avión. Depende de ti tomar la decisión y cumplir el destino que desea.
De manera similar, estamos destinados al Paraíso o al Infierno. No podemos escapar del decreto de la eternidad; no hay manera de cambiar lo que ya se ha puesto en movimiento desde el principio de los tiempos. Sin embargo, el camino que conduce a la felicidad eterna en el Paraíso se nos ha presentado. Cómo usamos nuestro libre albedrío marca la diferencia. Solo nuestra decisión es si daremos o no el primer paso del viaje.
El misterio de la divina providencia
¿Por qué el decreto divino parece estar en conflicto con el libre albedrío humano? Nuestras nociones de tiempo y espacio limitan nuestra capacidad para comprender por completo cualquier cosa fuera de ellos. Somos incapaces de concebir una realidad atemporal y lineal, por no hablar de la esencia de las acciones y decretos de Al-lah Todopoderoso desde más allá de los límites del tiempo y el espacio. Pasado, presente y futuro son todas las categorías de las que la mente humana no puede escapar, por lo que nos parece contradictorio que nuestras acciones futuras se hayan determinado en el pasado. Pero para Al-lah, no hay pasado, presente o futuro, ya que solo Él regula el tiempo mismo. Como dijo el Profeta: «Que ninguno de ustedes maldiga el tiempo, porque Al-lah mismo es el tiempo»,[46] significa que Al-lah es el creador del tiempo. Al-lah no está decidiendo un asunto que está en el futuro y esperando que se desarrolle; Él simplemente decreta la realidad de acuerdo con Su voluntad: «Cuando Él decreta algo, Él solo dice ‘¡Sé!’ y es».[47]
Al final, la providencia divina es un enigma debido a nuestra capacidad limitada para concebir realidades más allá del tiempo y el espacio, y más allá de las causas y los efectos físicos. Es un misterio en su esencia, ya que el libre albedrío y la providencia son una aparente contradicción. También es un misterio en sus detalles, ya que a menudo no podemos discernir directamente la sabiduría oculta detrás de las catástrofes y el mal que Al-lah permite que suceda.
Como resultado, los eruditos enfatizaron que la providencia es un secreto de Al-lah y que profundizar filosóficamente conducirá a una mala orientación.
El credo de Al-Tahawi dice:
El principio de la providencia es el secreto de Al-lah Todopoderoso en Su creación que no se le ha dado ni a un ángel cercano a Él, ni a un profeta o mensajero. La exageración (al-ta’ammuq) y el debate al respecto llevan al fracaso, a la negación progresiva y al grado de transgresión. Toma todas las precauciones contra ese tipo de debate, pensamiento e insinuación.[48]
Al-Ta’ammuq aquí significa estar absorto e inmerso en las controversias filosóficas que rodean a la providencia. Fue tal la exageración y extremismo, que esto condujo a la división de los Qadaritas y Jabaritas de la comunidad principal de musulmanes. Hasta el día de hoy, hay filósofos, teólogos y científicos que llevan la idea demasiado lejos en una dirección u otra, lejos del camino intermedio del Islam.
En consecuencia, el Profeta ﷺ prohibió a sus compañeros discutir sobre la providencia. En una ocasión, cuando discutían sobre el tema, el Profeta ﷺ se enojó y dijo:
¿Esto les he comandado? ¿Con esto me han enviado a ustedes? Verdaderamente, la gente antes de ustedes fue destruida cuando discutieron sobre este asunto. Estoy decidido a que no discutan sobre esto.[49]
El Profeta ﷺ también nos dijo que tuviéramos mucho cuidado y disciplina en la forma en que discutimos acerca del destino, diciendo: «Si se menciona la providencia, entonces refrénate».[50]
Como tal, el principio según el gran Imam Ahmad ibn Hanbal es aceptar la providencia como viene, creyendo en «su bien y su mal, afirmando las narraciones acerca de ella y teniendo fe en ellas sin preguntar por qué o cómo».[51] Este es el principio de bi la takyif (sin preguntar cómo) y es el mismo principio que guía nuestra interpretación de los nombres y atributos divinos de Al-lah. Otra expresión de este principio es al-tawqif, que significa detenerse en los textos. Ibn Hajar cita a Al-Sam’ani diciendo:
La forma de conocimiento en este tema (de la providencia) es suspender el juicio (al-tawqif) en el Libro y la Sunna sin recurrir a la analogía o razón. Quien no se detenga (en los textos) será engañado y se perderá en un mar de confusión. Él no alcanzará lo que sana la mente, ni lo que satisface el corazón, porque la providencia es un secreto de entre los secretos de Al-lah Todopoderoso.[52]
Debido a que Al-lah está más allá del alcance de nuestra comprensión, es inútil interpretar «el Trono» o «La Mano de Al-lah» o «el que todo lo ve» comparándolos con nuestras realidades mundanas. Aunque las palabras nos son familiares y el significado general es claro, las realidades más profundas son inconcebibles. De la misma manera, entendemos la simple realidad de la providencia a través de las imágenes literarias de la Pluma, la Tabla Protegida y los registros de los hechos. Cualquier investigación después de esto es imposible y nos llevará por mal camino.
El análisis racional y la deliberación filosófica tienen su lugar, sin duda, pero ciertas realidades divinas están fuera de los límites de la mente humana. Lejos de ser una fe ciega y sin crítica, entender esto requiere un principio de reconocimiento de nuestra humildad ante las verdades que no se ven, lo que está más allá de nuestros sentidos es una realidad expansiva e incognoscible.
Conclusión
La divina providencia es uno de los seis artículos de fe en el Islam, pero fue uno de los primeros conceptos en ser discutidos, y condujo al sectarismo en las primeras generaciones. El conflicto aparente es entre la soberanía de Al-lah y la responsabilidad de la humanidad. Incapaces de reconciliar estas dos realidades, los Qadaritas y los Jabaritas sopesaron una idea sobre la otra, produciendo cada uno una teología incompleta.
El Corán y la Sunna siguen un camino intermedio entre los dos extremos. Al-lah es soberano sobre el universo, conoce todas las cosas antes de que sucedan y las decreta a existir con un poder ilimitado. Al mismo tiempo, Al-lah delegó la voluntad a los seres humanos para poner a prueba sus obras, que culmina en el Día del Juicio.
La realidad de la providencia se nos transmite a través de las imágenes literarias de la pluma, la tabla protegida y los registros de los hechos. Al-lah decretó todas las cosas en la Tabla Protegida, que en un sentido absoluto no cambia. Sin embargo, el cumplimiento de esos decretos puede cambiar en función de las acciones que tomemos. Si Al-lah decreta un destino malo para nosotros, Él puede cambiarlo si le suplicamos sinceramente o realizamos una buena acción por Su causa. Nuestra voluntad dada por Dios, subordinada a la voluntad de Al-lah, dirige el destino que Al-lah crea para nosotros. En última instancia, todas las personas tienen dos posibles destinos decretados en la otra vida, Paraíso o Infierno, y solo uno de ellos se cumplirá.
Estas imágenes literarias son la manera mejor y más fácil de entender lo que es una controversia filosófica complicada. A la luz de esto, los académicos nos dijeron que suspendiéramos el juicio a los textos y evitáramos los peligros de debatir este tema.
El éxito viene de Al-lah, y Al-lah sabe mejor.
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Fuente: Yaqeen Institute For Islamic Research
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[13] Sūrat al-Ra’d 13:39
[14] al-Ṭabarī, Abū Ja’far. Jāmiʻ al-Bayān ‘an Ta’wīl al-Qur’ān. (Bayrūt: Mu’assasat al-Risālah, 2000), 16:480 #13:39.
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[16] Ibn Mājah, Muḥammad ibn Yazīd. Sunan Ibn Mājah. (Bayrūt: Dār Iḥyā’ al-Turāth al-’Arabī, 1975), 1:73 #202; declared fair (ḥasan) by al-Albānī in the commentary.
[17] al-Ṭabarī, Jāmiʻ al-Bayān, 23:39 #55:29
[18] Ibn Ḥajar, Fatḥ al-Bārī, 11:488
[19] Sūrat al-An’ām 6:164;
[20] Sūrat al-Takwīr 81:29;
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[27] al-Tirmidhī, Sunan al-Tirmidhī, 4:16 #2139; declared fair (ḥasan) by al-Tirmidhī in the commentary
[28] al-Tirmidhī, Sunan al-Tirmidhī, 5:485 #3573; declared authentic (ṣaḥīḥ) by al-Tirmidhī in the commentary.
[29] al-Tirmidhī, Sunan al-Tirmidhī, 1:587 #464; declared fair (ḥasan) by al-Tirmidhī in the commentary
[30] Muslim, Ṣaḥīh Muslim, 4:2080 #2707.
[31] al-Ṭabarī, Jāmiʻ al-Bayān, 16:482 #13:39
[32] al-Ṭabarānī, Sulaymān ibn Aḥmad. al-Mu’jam al-Kabīr. (al-Qāhirah, al-Riyāḍ: Maktabat Ibn Taymīyah, Dār al-Ṣumayʻī, 1983), 9:171 #8847
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[35] Ibn Ḥajar, Fatḥ al-Bārī, 10:185
[36] al-Tirmidhī, Sunan al-Tirmidhī, 4:151 #2344; declared authentic (ṣaḥīḥ) by al-Tirmidhī in his commentary
[37] Ghazzālī, Abū Ḥāmid. Iḥyā’ ’Ulūm al-Dīn. (Bayrūt: Dār al-Maʻrifah, 1980), 2:62.
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[39] Sūrat al-Kahf 18:23-24;
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