El verdadero musulmán cuida su cuerpo
Introducción
El Islam quiere que el musulmán se destaque entre las personas, distinguiéndose por su apariencia, vestimenta, comportamiento decente y buenas acciones, para que sea un buen ejemplo y un digno portador del grandioso mensaje que le transmite a las personas.
Según un Ĥadîz narrado por el distinguido Saĥâbi Ibn Al Ĥandhaliiah, el Profeta (la paz sea con él) les dijo a sus Compañeros cuando iban de viaje para encontrarse con sus hermanos en la fe:
«Vosotros vais a visitar a vuestros hermanos, así que reparad vuestras monturas y aseguraos estar bien vestidos, para que os destaquéis entre las personas como un adorno porque Al-lah no ama la fealdad».[1]
El Profeta (la paz sea con él) consideró que ser dejado y descuidado, y tener la ropa desaliñada y sucia, es una forma de la fealdad que es reprochada y prohibida por el Islam.
El verdadero musulmán no se descuida, no importa que tan ocupado está con sus responsabilidades islámicas, porque la apariencia exterior del ser humano no puede separarse de su naturaleza interna.
Un aspecto refinado y agradable es conveniente para un ser noble y decente. Así es como el musulmán que invita a otros a adorar a Al-lah debe ser.
El musulmán inteligente consigue un equilibrio entre las necesidades de su cuerpo, mente y espíritu. Le otorga a cada uno de ellos la atención que se merecen, y no exagera un aspecto en detrimento de otros. Busca el equilibro adecuado y sigue la sabia guía del Profeta (la paz sea con él).
‘Abdullah Ibn ‘Amr Ibn Al ‘Âs (R) informó que el Profeta (la paz sea con él) se enteró de la exageración de su culto, y por ello le dijo: «¿Escuché que ayunas todos los días y rezas durante toda la noche?» Él le respondió: Eso es verdad ¡Oh, Mensajero de Al-lah! Entonces el Profeta (la paz sea con él) le dijo: «No hagas eso. Ayuna y aliméntate, duerme y levántate para rezar. No olvides que tu cuerpo tiene derecho sobre ti, tus ojos tienen derecho sobre ti, tu esposa tiene derecho sobre ti, y tus huéspedes tienen derecho sobre ti».[2]
¿Cómo puede el musulmán conseguir un equilibrio entre su cuerpo, su mente y su alma?
La moderación en la comida y la bebida
El musulmán cuida adecuadamente su cuerpo, su salud y fuerza. Por eso es moderado cuando se alimenta y bebe, evita ser glotón y consume solamente lo que necesita para mantener su cuerpo y energía. Esto está basado en lo que dice Al-lah en el Corán:
Y comed y bebed con mesura, porque Al-lah no ama a los inmoderados. [7:31]
También el Profeta (la paz sea con él) aconsejaba la moderación en la comida y la bebida:
«No hay peor vaso que el hijo de Adán llene que su propio estómago. Cuando coma que la comida ocupe un tercio y la bebida otro, y que deje un tercio para el aire».[3]
‘Umar (R) dijo:
‘Tened cuidado de llenar vuestros estómagos con comida y bebida, debido a que es dañino para el cuerpo y causa enfermedades y pereza para realizar las oraciones. Sed moderados cuando comáis y bebáis porque es más saludable para vuestros cuerpos, y además evitáis desperdiciar y derrochar vuestro dinero. Al-lah no quiere al hombre gordo que vive pródigamente; y por cierto que el hombre se condena cuando sus deseos predominan sobre su religión».[4]
El musulmán evita las drogas y los estimulantes, sobre todo aquellos que son claramente conocidos como Ĥarâm. Se acuesta temprano y se levanta temprano, y no toma medicamentos salvo cuando se enferma. Además, todo en su estilo de vida apunta a promover su salud natural y energía.
El musulmán inteligente sabe que un creyente fuerte es más amado por Al-lah que uno débil, como lo dijo el Profeta (la paz sea con él), por eso intenta fortalecer su cuerpo a través de un estilo de vida saludable.
Realiza ejercicios regularmente
Aunque el musulmán normalmente disfruta de su buena salud física, debido a que se abstiene de ingerir alimentos y bebidas prohibidos (Ĥarâm) o dañinos, y evita los malos hábitos, como quedarse hasta muy tarde o hacer actividades que pueden ser perjudiciales, también debe hacer un esfuerzo para mejorar su fuerza corporal.
Los hábitos saludables en las comidas que él ingiere son complementados por un programa de ejercicios organizado, apropiado a su condición física, edad y estado social. Esto le da fuerza, energía y vitalidad a su cuerpo, y le proporciona una gran inmunidad contra las enfermedades.
Para beneficiarse del ejercicio físico, planea una rutina regular y no la abandona. Todo esto lo hace organizada y sistemáticamente, sin excederse, y con moderación, como es la característica del verdadero musulmán en todo lugar y época.
Su cuerpo y su ropa están limpios
El Islam quiere que el musulmán se distinga entre la gente por su higiene. Por ellos tiene normas de higiene personal, bañándose frecuentemente de acuerdo con las enseñanzas del Profeta (la paz sea con él), quién animó a que las personas se lavaran completamente y usaran perfume[5], sobre todo los días viernes:
«Bañaos los viernes y lavaos vuestras cabezas aunque no estéis en estado de Yanâbah, y perfumaos».[6]
El Profeta (la paz sea con él) le dio tanto énfasis a la limpieza y a bañarse que algunos de los cuatro Imâmes[7] consideraron el Gusl obligatorio (Uâyib) antes de la oración del viernes.
Abû Hurairah (R) dijo:
El Profeta (la paz sea con él) dijo: «Es deber de cada musulmán tomar un baño al menos una vez cada siete días, y lavarse su cabeza y cuerpo».[8]
El verdadero musulmán mantiene sus ropas y calcetines limpios, revisándolos de vez en cuando para estar seguro que no tienen ningún olor desagradable. También usa perfume. Se informó que ‘Umar (R) decía: ‘Quienquiera que gasta un tercio de sus bienes en perfumes no está derrochando el dinero’.
El musulmán inteligente cuida su boca para que no haya olor desagradable en ella. Él hace esto limpiando sus dientes todos los días con un Siuâk, cepillo de dientes, pasta dentífrica y enjuagues. También visita regularmente al dentista y controla su boca, por lo menos una vez al año, además de ver a otros especialistas (para revisar sus oídos, nariz, garganta) cuando es necesario.
‘Â’ishah R narró que el Profeta (la paz sea con él) siempre que se despertaba de dormir, ya sea de día o de noche, limpiaba sus dientes con el Siuâk antes de realizar elUdû’.[9]
La importancia que el Profeta le dio a la higiene bucal era tan grande que dijo:
«Si no fuera que sería una carga excesiva para mi Ummah les hubiera ordenado usar el Siuâk antes de cada oración».[10]
‘Â’ishah R fue preguntada acerca de qué era lo que primero hacía el Profeta (la paz sea con él) cuando llegaba a su casa. Ella dijo: ‘Usaba el Siuâk’.[11]
Lamentablemente algunos musulmanes descuidan estas enseñanzas que están en el corazón del Islam, y no prestan la atención debida a la limpieza de sus bocas, cuerpos y ropa. Van a la mezquita o a otras reuniones religiosas o de estudio, e incomodan a sus hermanos con sus olores desagradables y ofenden a los Ángeles que rodean estas benditas reuniones. Lo sorprendente es el hecho que ellos escuchan y repiten el Ĥadîz del Profeta (la paz sea con él) que dice que aquel que come cebolla, ajo o puerro no debe ir a la mezquita porque su aliento puede perturbar a los Ángeles y a la gente:
«Quienquiera que comió cebolla, ajo o puerro que no se acerque a nuestra mezquita, porque cualquier cosa que incomoda a los hijos de Adán también incomoda a los Ángeles».[12]
El Profeta (la paz sea con él) les prohibió a aquellos que habían comido estas verduras picantes acercarse a la mezquita, para que la gente y los Ángeles no se incomoden por su mal aliento. Y estos olores son insignificantes a comparación con los provenientes de la ropa sucia, calcetines sucios, cuerpos sucios y bocas descuidadas de algunos individuos desaliñados que ofenden a otros en cualquier reunión.
El Imâm Aĥmad y el Imâm An Nasâ’i narraron que Yâbir (R) dijo:
El Mensajero de Al-lah (la paz sea con él) vino a visitarnos, y vio a una persona que tenía la ropa sucia. Entonces dijo: «¿Acaso esta persona no encontró nada con que lavar su ropa?»
Al Profeta (la paz sea con él) no le gustaba que un musulmán apareciera ante la gente con la ropa sucia cuando tenía los medios para limpiarlas. Él siempre animó a los musulmanes a vestirse con ropas limpias y a tener una apariencia aseada y atractiva. Él decía:
«No hay nada malo con guardar dos vestimentas para los viernes, aparte de la ropa que uno usa diariamente para trabajar».[13]
El Islam continuamente estimula a que sus seguidores estén siempre limpios, perfumados y aseados. Esto es lo que el Profeta (la paz sea con él) solía hacer, según nos informó el Imâm Muslim citando a Anas Ibn Mâlik quien dijo: ‘Nunca olí un perfume de ámbar o almizcle que tenga mejor aroma que el perfume emanado del cuerpo del Mensajero de Al-lah (la paz sea con él)’.
Muchos Aĥâdîz describen la limpieza de la ropa del Profeta y su cuerpo, además de registrar que su sudor tenía un aroma muy agradable. Si él le daba la mano a una persona, su agradable olor permanecería en la mano de ese hombre durante el resto del día, y si ponía su mano en la cabeza de un niño éste se destacaba de entre los demás debido al agradable perfume que le quedaba.
El Imâm Al Bujâri menciona en At Târîj Al Kabîr que Yâbir dijo que el Profeta (la paz sea con él) siempre que pasaba por un lugar la gente sabía que él había pasado por la agradable fragancia que quedaba en el ambiente.
En una ocasión el Profeta (la paz sea con él) durmió en la casa de Anas. Él transpiró y Umm Anas recolectó su sudor en una botella. Entonces el Profeta (la paz sea con él) le preguntó por qué lo había hecho, y ella le contestó: ‘Éste es tu sudor; nosotros lo agregamos a nuestro perfume y se convierte en el mejor de los perfumes’.[14]
Los musulmanes deben seguir la orden del Mensajero de cuidar el cabello y mantenerlo aseado de acuerdo con las enseñanzas del Islam. Esto se informa en el Ĥadîz que Abû Daûd cita de Abû Hurairah (R), quién dijo:
El Profeta (la paz sea con él) dijo: «Quienquiera que tenga cabello, que lo cuide adecuadamente».
Cuidar el cabello según las enseñanzas islámicas incluye lavarlo, peinarlo, perfumarlo y mantenerlo adecuadamente.
El Profeta (la paz sea con él) no quería que la gente dejara su pelo despeinado y desaliñado, para que no se parezcan a animales salvajes. Describió tal apariencia como ser Shaitân. En Al Muatta’ del Imâm Mâlik se transmite un Ĥadîz con un Isnâd Mursal de ‘Atâ’ Ibn Iasâr, quien dijo:
El Mensajero de Al-lah (la paz sea con él) estaba en la mezquita, cuando entró un hombre con el pelo y la barba desaliñada. El Profeta (la paz sea con él) le hizo una seña indicándole que debería arreglar su pelo y barba. El hombre se retiró e hizo lo que el Profeta le había indicado, luego volvió. El Profeta (la paz sea con él) dijo: «¿Acaso está bien venir con el pelo desaliñado, pareciéndose a Shaitân?»
El Profeta, al asemejar a este hombre que tenía el pelo desaliñado con Shaitân, nos muestra la importancia que el Islam le da a tener un aspecto prolijo, limpio y agradable, y cómo desaprueba ser desaliñado y tener un aspecto repulsivo.
El Profeta (la paz sea con él) siempre tuvo en cuenta el aspecto de sus seguidores, y siempre que veía a un hombre falto de prolijidad y con el pelo despeinado lo criticaba por su apariencia. El Imâm Aĥmad y An Nasâ’i transmitieron que Yâbir (R) dijo:
El Mensajero de Al-lah (la paz sea con él) vino a visitarnos, y vio a un hombre que no cuidaba su aspecto y tenía su cabello despeinado, entonces dijo: «¿No podría encontrar algo con que peinar su cabello?»
Tiene buena presencia
El verdadero musulmán cuida su ropa, por este motivo lo podemos ver con un aspecto presentable, sin ser extravagante. Tiene buen aspecto, y es placentero encontrarse con él, pues no incomoda a las personas con una apariencia descuidada. Siempre verifica su aspecto antes de salir para encontrarse con alguien, y con moderación busca tener un aspecto presentable, debido a que el Profeta (la paz sea con él) así lo hacía cuando salía al encuentro de sus Compañeros, como también lo hacía para estar con su familia.
Al Qurtubi respecto a la siguiente aleya:
Diles [¡Oh, Muhammad!]: ¿Quién os ha prohibido engalanaros y beneficiaros de todo lo bueno que Al-lah os ha proveído? [7:32]
Makĥûl narró que ‘Â’ishah (R) dijo: Un grupo de los Compañeros estaba esperando que el Profeta (la paz sea con él) saliera, entonces él se preparó para salir a su encuentro. Había un recipiente con agua en la casa, y mirando su reflejo en él se acomodó su barba y su pelo. Entonces ‘Â’ishah le preguntó: ¡Oh, Mensajero de Al-lah! ¿Tú haces esto? Y él respondió: «Sí. Cada vez que un hombre salga al encuentro de sus hermanos que se prepare adecuadamente, pues Al-lah es hermoso y ama la belleza«.
El musulmán hace todo esto de acuerdo con el ideal islámico de moderación, evitando los extremos y la exageración o la negligencia.
Aquellos que cuando hacen una caridad no dan todo lo que tienen ni tampoco escatiman sino que dan en la justa medida. [25:67]
El Islam quiere que sus seguidores, y sobre todo sus predicadores (Du‘âh) se destaquen en las reuniones por su buen aspecto. Descuidar la apariencia a tal punto de ser repulsiva ante los compañeros de uno en el nombre del ascetismo y la humildad no es parte del Islam. El Profeta (la paz sea con él), que era el ejemplo del ascetismo y la humildad, se vestía decentemente y se presentaba con un aspecto agradable ante todos, ya sea con su familia como con sus Compañeros. Consideró vestirse bien y tener un buen aspecto como una demostración de las bendiciones de Al-lah:
«Al-lah ama ver las señales de Sus gracias en Su siervo».[15]
Ibn Sa‘d transmitió en At Tabaqât que Yundub Ibn Makîz (R) dijo:
‘Siempre que llegaba una delegación que venía para encontrarse con el Mensajero de Al-lah (la paz sea con él), el Profeta (la paz sea con él) se vestía con su mejor atuendo y le pedía a sus Compañeros que hagan lo mismo. Yo vi al Profeta (la paz sea con él) el día en que la delegación de Kindah vino a verlo, vestir una prenda yemenita, y Abû Bakr y ‘Umar se vistieron una prenda similar’.
Ibn Al Mubârak, At Tabarâni, Al Ĥâkim, Al Baihaqi y otros transmitieron que ‘Umar (R) dijo:
Yo vi al Mensajero de Al-lah (la paz sea con él) solicitar una nueva prenda de vestir. Se la puso, y cuando alcanzó sus rodillas dijo: «Las alabanzas son para Al-lah que me ha dado ropa con que cubrirme y engalanarme en esta vida».[16]
‘Abdu Ar Raĥmân Ibn ‘Auf (R) vestía una capa o vestido que costaba cuatrocientos o quinientos dirhams[17], e Ibn ‘Abbâs compró una prenda d vestir por mil dirhams.[18]
Mientras el cuidado de la apariencia exterior de uno no llegue a extremos, es parte de la belleza que Al-lah ha permitido a Sus siervos y ha animado que ellos adopten:
¡Oh, hijos de Adán! Cubrios [para rezar] y engalanaos cuando acudáis a las mezquitas. Y comed y bebed con mesura, porque Al-lah no ama a los inmoderados. Diles [¡Oh, Muhammad!]: ¿Quién os ha prohibido engalanaros y beneficiaros de todo lo bueno que Al-lah os ha proveído? Esto es para que los creyentes [y también los incrédulos] disfruten [de todo lo bueno] en esta vida, pero sólo será para los creyentes en la otra. Así es como aclaramos nuestros preceptos para quienes los comprenden. [7:31-32]
Muslim registró en su Saĥîĥ de Ibn Mas‘ûd (R) que el Profeta (la paz sea con él) dijo:
«No entrará al Paraíso aquel que tenga en su corazón el peso de un átomo de soberbia». Entonces un hombre dijo: Ciertamente el hombre ama tener buena ropa y buen calzado. Y el Profeta exclamó: «Al-lah es bello y ama la belleza. La soberbia es despreciar la verdad y desdeñar a la gente».
Así lo entendieron los Saĥâbah y aquellos que los siguieron sinceramente. Por consiguiente el Imâm Abû Ĥanîfah siempre tuvo el cuidado de vestirse bien y asegurarse en oler bien, e instó a otros para que hagan lo mismo. Un día se encontró con una persona que asistía a su círculo con la ropa desaliñada, lo apartó y le ofreció mil dirhams para que los gaste en arreglarse adecuadamente. El hombre le dijo: Yo tengo dinero, no necesito esto. Entonces Abû Ĥanîfah lo amonestó diciéndole: ‘¿Acaso no has oído el Ĥadîz que dice: «Al-lah ama ver las señales de Sus gracias en Su siervo»? Debes cambiar tu aspecto, y no presentarse ante sus amigos de una manera repulsiva’.
Aquellos que invitan a las personas a Al-lah deben tener mejor aspecto que otros, para que puedan atraer a las personas y hacer que su mensaje alcance sus corazones. De hecho a ellos, contrariamente a otros, se les exige estar así aun cuando no salen y se encuentran con las personas, porque aquellos que proclaman la palabra de Al-lah deben cuidar su apariencia y prestar atención a la limpieza de sus cuerpos, ropa, uñas y pelo. Ellos deben hacer esto aun cuando están en un estado de aislamiento o se retiran, cumpliendo con la inclinación natural del hombre (Fitrah) que el Profeta (la paz sea con él) nos dijo y remarcó sus características:
«Cinco cosas son parte de la Fitrah: La circuncisión, afeitarse el pubis, cortarse las uñas, depilarse las axilas y recortarse el bigote».[19]
El cuidado de uno mismo está de acuerdo con la Fitrah y es algo pedido por el Islam, y también está de acuerdo con el sentido común y el buen gusto.
No obstante, la atención debida a la apariencia de uno no debe hacer caer al musulmán en la trampa de exagerar su acicalamiento a tal magnitud que lo haga olvidarse del equilibrio prescrito por la enseñanza islámica. El musulmán siempre apunta a la moderación en todas las cosas.
El musulmán nunca se olvida que el Islam lo anima a cuidar su apariencia y vestirse con ropa limpia cada vez que reza, y que también le advierte de no excederse en eso convirtiéndose en un esclavo de su apariencia, como dice el Ĥadîz:
«¡Qué infeliz es el esclavo del dinar, del dirham, de la ropa elegante y de la seda! Si se le concede se alegra, y si no se le concede se disgusta».[20]
Sin ninguna duda, aquellos que llaman a las personas a Al-lah están al margen de este error, pues ellos se basan en las enseñanzas del Islam y adoptan los principios de moderación que su religión ha establecido.
Fuente: nurelislam.com