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Pasando por dificultades – ¿Dios está enojado con nosotros?

A veces parece que es demasiado: estas fluctuaciones en nuestra fe, la repetición de pecados, la sensación de que «simplemente no merezco la misericordia de Dios».

Las pruebas siempre se sienten como castigos. Hay una preocupación constante por el futuro: mi matrimonio, mi dinero, mi carrera… Y algunas dificultades simplemente son demasiado grandes para superarlas. Sabemos que se supone que no debemos hacer esto, pero la pregunta en el fondo de nuestras mentes es: «¿Por qué yo?»

Todos hemos escuchado que nunca debemos desesperar de la misericordia de Dios. Y tratamos de no hacerlo, pero el Diablo tiene un truco. Tendemos a la desesperación de nosotros mismos y nuestra incapacidad para cambiar las cosas, especialmente la confusión interna que sentimos. Y el efecto de esto es básicamente el mismo que la desesperación de la misericordia de Dios.

No siempre aceptamos que Dios puede sacarnos de la situación en la que nos encontramos y que no necesariamente «merecemos» el problema; Dios no nos está castigando y no necesitamos ser perfectos.

Sin embargo, esto no significa que no debamos esforzarnos ni hacernos responsables cuando cometemos errores. La clave es desarrollar nuestra relación con Dios durante ese problema.

Si conocemos a Dios, ninguna situación es demasiado desesperada. Ninguna tristeza es permanente. Percibimos las pruebas como deben ser percibidas, como pruebas de nuestra confianza en Dios, obligándonos a poner en práctica nuestro conocimiento y acercándonos a Él.

Estas pruebas también podrían ser un castigo, es decir, si dejamos que nos afecte negativamente al alejarnos completamente de Él debido a nuestra tristeza.

Pero nuestra conciencia de nuestro propio estado y nuestra comprensión de la misericordia de Dios nos permite convertir el castigo en algo positivo que se manifiesta a través del arrepentimiento a Dios, además de aumentar las buenas acciones para borrar las malas.

El primer ejercicio es que nos demos cuenta conscientemente de que Dios sabe. Cualquiera que sea el dolor por el que pasemos, cualquier dificultad que suframos, debemos entender que nunca estamos solos. Incluso si nos sentimos abandonados por el mundo y las personas más cercanas a nosotros, Dios está allí. Él nos recuerda en el Corán:

Dijo [Dios]: «No tengan miedo, pues Yo estoy con ustedes escuchando y observando todo. (20: 46)

Mientras comencemos por reconocer que Dios está con nosotros y que está cerca de nosotros, queda una solución a nuestras preocupaciones internas. Hay cosas que necesitamos saber para desarrollar nuestra relación con Dios. Luego, hay cosas que debemos hacer para mantener esa cercanía con Dios.

Y finalmente, hay cosas a las que debemos aspirar para lograr la relación ideal con nuestro Señor. Oramos para que al final, todos hayamos desarrollado una relación más fuerte con Dios.

Desarrollando Nuestra Relación con Dios

Hace mucho tiempo, estaba viendo el informe de noticias sobre el devastador ataque de Israel contra el Líbano. Cuando vi las imágenes de cuerpos cortados y escuchaba los gritos de ayuda, la frustración y la impotencia que sentí fue abrumadora. Entonces decidí orar y recitar el Corán. Mientras leía, llegué al verso:

¿Acaso creen que van a entrar al Paraíso sin sufrir las mismas pruebas que quienes los precedieron? Padecieron pobreza e infortunios, y una conmoción tal que hasta el Mensajero y los creyentes que estaban con él imploraron: «¿Cuándo llegará el auxilio de Dios?» Pero el auxilio de Dios estaba cercano. (2: 214)

Y esa fue la respuesta. Como seres humanos, seremos probados. Pero esto no significa que vamos a vivir nuestras vidas en penurias perpetuas, porque sin lugar a dudas, «el auxilio de Dios está cercano». Entonces, ¿qué significa cuando estamos pasando por dificultades? ¿Dios está enojado con nosotros? ¿Qué pasa si no hay salida?

Cada vez que pasamos por dificultades, hay cosas que debemos saber con certeza. Dios nos dice en el Corán:

[…] Dios hará que luego de toda estrechez venga la prosperidad. (65: 7)

Ciertas dificultades nos consumen tanto que no podemos enfocarnos en otra cosa que no sea la dificultad. Pero debemos recordar que si tuviéramos que enumerar las bendiciones de Dios, no podríamos contarlas.

Recordarnos de las otras bendiciones en nuestras vidas nos ayuda a ver la prueba dentro del contexto del gran esquema de las cosas. El solo hecho de que puedas postrarte y decir: «¡Oh Al-lah!» Es una bendición que supera a todas las demás.

¿Pero por qué las pruebas?

Hay un propósito detrás de las pruebas, y este propósito corresponde a nuestro estado interno y nuestra relación con Dios. Dios tiene 99 nombres, y debería bastarnos saber que es Él el Más Misericordioso, el Más Justo y el Más Sabio. Tu prueba no está siendo aplicada por un ser aleatorio, sino por Dios, que está más cerca de nosotros que nuestra vena yugular.

Las pruebas son una forma de purificarnos. El profeta dijo:

No hay fatiga, ni enfermedad, ni tristeza, ni pena, ni dolor, ni angustia que le suceda a un musulmán, incluso si fuera el pinchazo de una espina, sin que Al-lah le expíe algunos de sus pecados por eso. (Al-Bujari)

Nuestro objetivo final es ganar la complacencia y el Paraíso de Dios, y todos nos quedamos cortos en adorar verdaderamente a Dios como debe ser adorado. Muchos de nosotros fallamos en pedir perdón regularmente, o en reflexionar sobre nuestro estado y regresar a Dios. Estas pruebas, tan pesadas como son, alivian nuestra carga en el Día del Juicio, si respondemos con paciencia.

Las pruebas también tienen una forma de recordarnos nuestro propósito. Si estamos lejos de Dios, la prueba generalmente es para acercarnos a Él. Independientemente de la negligencia en la que estemos involucrados, la prueba debe hacernos darnos cuenta de que no tenemos a nadie, a nadie más que a Él.

Si estamos cerca de Dios, es para probar nuestra resistencia. ¿Estamos cerca de Dios solo en tiempos de tranquilidad, o nuestra confianza se extiende a los tiempos difíciles? Cuando somos probados, ¿dejamos de realizar las buenas obras que solíamos hacer? Dios describe a esas personas en el siguiente versículo:

Hay gente cuya fe está siempre al borde [de la incredulidad]. Si les ocurre un bien se sienten tranquilos; pero si les ocurre una desgracia reniegan de la fe, perdiéndose la recompensa de este mundo y el otro. Esa es la auténtica perdición. (22: 11)

Esto puede parecer contrario a la intuición, pero las pruebas también son porque Dios nos ama. El profeta dijo:

Cuando Al-lah ama a un siervo, lo prueba. (At-Tirmidhi)

En un hadiz sagrado, Dios le dice a Yibril que retrase la respuesta al duaa’ de un siervo porque a Él le encanta escuchar su voz. (At-Tabarani)

A veces la respuesta a una prueba es esa necesidad de Dios, esas largas horas pasadas en la noche y las lágrimas de sinceridad.

 

Fuente: suhaibwebb.com