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Los Argumentos Del Corán Para La Existencia De Dios

El conocimiento de la existencia de Dios a menudo es dado por sentado por los creyentes. La auténtica experiencia religiosa, afirmada una y otra vez en la vida cotidiana de un musulmán, hace que la fe en Dios se sienta tan natural como asumible. Pero la creencia en Dios y la búsqueda de la verdad existencial no es una perspectiva fácil para muchas personas, especialmente en un entorno social en el que la fe es ridiculizada como superstición, ilusión o incluso como una fantasía peligrosa.

El científico cognitivo Justin Barrett, por ejemplo, demuestra que la creencia en Dios, y las creencias en general, se forman y se alcanzan de dos maneras: 1) creencias intuitivas y no reflexivas que resultan de la experiencia; y 2) creencias reflexivas y conscientes que resultan del pensamiento.[1] El ser humano forma naturalmente creencias a partir de estas dos fuentes. Del mismo modo, la razón para la existencia de Dios en el Corán y la Sunna involucra ambas fuentes de creencias: apelaciones al corazón mediante la intuición y apelaciones a la mente mediante la reflexión racional.

Apelando al Corazón, la Intuición y la Experiencia
El Instinto Natural – Fiṭrat Allāh

Los seres humanos perciben la existencia de Dios—o lo que perciben como un poder superior—por puro instinto, con o sin una revelación profética que los guíe.

Dios dijo:

Conságrate al monoteísmo, que es la inclinación natural con la que Dios creó a la gente. La religión de Dios es inalterable y esta es la forma de adoración verdadera, pero la mayoría de la gente lo ignora.[2]

 Todas las personas nacieron para ser creyentes en Dios, y las revelaciones de los Profetas simplemente despiertan y refuerzan la disposición que ya está dentro de nosotros. Incluso los politeístas, que creen en múltiples dioses y deidades, a menudo creen que existe un poder aún mayor, un Dios aún mayor sobre todos ellos.

Dios dijo:

Si les preguntas [a los idólatras]: «¿Quién creó los cielos y la Tierra?» Responderán: «¡Dios!» Diles: «¡Alabado sea Dios!» Pero la mayoría de la gente lo ignora.( Corán 31:25)

 Y Dios dijo:

Si les preguntas [a los que se niegan a creer] quién los ha creado, te responderán: «¡Dios!» ¿Cómo entonces se descarrían?(Corán 43:87)

 Como todos los humanos pueden percibir un poder superior, instintivamente recurrirán a Dios en tiempos de peligro. Cada persona, en algún momento de su vida, tendrá una experiencia intensa que le provoca una reacción natural a la oración. Hay muchos casos de personas que experimentan un repentino roce con la muerte que les hace ser más fieles a su tradición religiosa.

Dios dijo:

Cuando suben a un barco [y son azotados por una tempestad] invocan solo a Dios con sinceridad, pero cuando los pongo a salvo llevándolos a la costa, vuelven a dedicar actos de adoración a sus ídolos.(Corán 29:65)

Y Dios dijo:

Cuando una desgracia azota a la gente, invocan a su Señor arrepentidos. Pero cuando los agracia con Su misericordia, un grupo de ellos atribuye divinidades a su Señor [en la adoración] y niegan cuanto les he concedido.(Corán 30:33-34)

Y si bien la razón es una herramienta importante para lograr la fe en Dios, sigue siendo solo un paso en el camino espiritual: “Más allá del nivel de la razón se encuentra otro nivel que abre otro ojo por el cual se obtiene una visión de lo Invisible y de lo que ocurrirá en el futuro, entre otras cosas».[3]

El conocimiento de Dios reside principalmente en el corazón y se ve reforzado por la razón, pero no se logra y consolida solo por la razón. Debe haber una experiencia religiosa auténtica, el reconocimiento de un propósito y significado mayor para el universo, y el sabor de los frutos espirituales. Por lo tanto, los primeros estudiosos del Islam definieron el conocimiento de Dios no como una colección de hechos y argumentos, sino más bien como una luz dentro del corazón.

Un Instinto Abandonado

Todos nacen aceptando la adoración simple y natural de un Creador único, poderoso y benevolente. Sin embargo, por varias razones, las personas inventan doctrinas religiosas que antropomorfizan a Dios (le atribuyen rasgos humanos), o le atribuyen atributos divinos a los seres creados (como la deificación de santos y sabios), o niegan al Creador por completo.

Cuando la naturaleza humana y la creencia intuitiva en un Dios están corrompidas, ya sea por experiencias negativas o por la influencia de otros, entonces se pueden requerir argumentos lógicos para que una persona regrese a su estado natural.

Ibn Taymiiah (m. 1328) escribe:

La determinación y el reconocimiento del Creador es un instinto fundamental en la naturaleza humana, a pesar de que algunas personas han hecho algo para corromper su naturaleza de tal manera que necesitan un argumento para lograr el conocimiento de Dios. Esta es la opinión de la mayoría de las personas, así como de los expertos en debate, de que el conocimiento de Dios a veces se logra sin esfuerzo y otras veces mediante argumentos, como fue reconocido por más de un teólogo.[4]

Apelando a la Mente, la Razón y la Lógica
Discurso Cosmológico

La pregunta que la mayoría de los seres humanos eventualmente se hacen es sobre la naturaleza de la existencia: ¿por qué estoy aquí? ¿Por qué hay un mundo y un universo? ¿Por qué hay algo y no nada?

El Corán aborda estas preguntas con un discurso cosmológico, un recordatorio de que fue Dios quien creó todo y lo hizo ser.

Dios dijo:

¿Acaso no reflexionan sobre sí mismos? Dios ha creado los cielos, la Tierra y lo que hay en ellos con un fin justo y verdadero, y con un plazo determinado. Pero mucha gente no cree que habrá de comparecer ante su Señor. (Corán 30:8)

Dios dijo:

¿Acaso surgieron de la nada o son ellos sus propios creadores? ¿O crearon los cielos y la Tierra? No tienen certeza de nada. (Corán 52:35-36)

 Estos versículos plantean tres posibilidades: 1) el universo apareció sin ningún agente que lo hiciera existir; 2) las personas se crearon a sí mismas; o por consecuencia 3) el universo debe haber sido creado.

Las dos primeras proposiciones son imposibles. No podría ser el caso de que el universo apareciera de la nada sin ninguna razón, propósito o fuerza para inyectarlo con su energía y dirección. La experiencia cotidiana nos informa que todas las cosas que presenciamos en la vida, cada efecto que vemos, deben tener una explicación en algún nivel. La segunda proposición, que la gente se creó a sí misma, puede ser descartada de por sí. Como tal, la única conclusión razonable es que el universo fue causado, fue creado, hecho por algo más grande y más poderoso que él mismo.

Ibn Ḥayar (muerto en 1449) explica el significado de estos versos citando al erudito Al-Jaṭṭābī:

Se dice que el significado [del verso] es: ¿Fueron creados sin un creador? Eso es imposible, ya que deben tener un creador. Si niegan al Creador, entonces deben haberse creado ellos mismos, y esa proposición es aún más tonta y falsa, porque ¿cómo puede algo sin existencia crear algo? Si rechazan estas dos opiniones [de que llegaron a ser sin un creador o que se crearon ellos mismos], entonces se establece la prueba de que en realidad fueron creados.[5]

 Los estudiosos derivan de estos versículos y otros un tren lógico de pensamiento, a veces denominado argumento cosmológico, que determina que Dios, como la causa no causada o la primera causa, es la respuesta más razonable a la pregunta existencial. Ismail Latif Hacınebioğlu resume la lógica del argumento en los siguientes pasos:

  1. Todo en el universo que tiene un comienzo debe tener una causa.
  2. El universo comenzó a existir.
  3. Por lo tanto, el comienzo de la existencia del universo debe haber sido causado por algo.
  4. Tal causa debe ser una no causada, o Dios. [6]

 Esta línea de pensamiento es aceptable para la mente y encuentra validación en la intuición y experiencia humana. Responde suficientemente la pregunta de por qué existe algo en primer lugar.

La primera ley de movimiento del gran físico Sir Isaac Newton afirma: «Todo objeto persiste en su estado de reposo o movimiento uniforme en línea recta a menos que se vea obligado a cambiar ese estado por las fuerzas impresas en él».[7] En otras palabras, las cosas en el universo no se mueven ni cambian sus movimientos a menos que una fuerza externa actúe sobre ellas. Esto es cierto para todo en el universo, y es tan cierto para el universo mismo como un todo.

En la misma línea, el físico Don Page da el ejemplo de un artista dibujando un círculo en un lienzo; el círculo no tiene principio ni fin, pero aun así requiere un artista externo para dibujarlo.[8] La existencia del universo mismo, independientemente de su naturaleza finita o infinita, debe haber tenido un Creador para poner en movimiento la cadena de causas.

…el Corán llama constantemente la atención acerca de los signos (āyāt) en la naturaleza que demuestran el gran diseño y poder del Creador. Estamos llamados a participar en un pensamiento reflexivo (tafakkur) sobre todos estos signos como un medio para reconocer nuestro propósito y lograr la convicción.

Dios dijo:

En la creación de los cielos y de la Tierra, y en la sucesión de la noche y el día, hay signos para los dotados de intelecto, que invocan a Dios de pie, sentados o recostados, que meditan en la creación de los cielos y la Tierra y dicen: «¡Señor nuestro! No has creado todo esto sin un sentido. ¡Glorificado seas! Presérvanos del castigo del Fuego. (Corán 3:190-191)

 La verdadera fe, entonces, no es el resultado de un abandono de la razón, como algunas personas imaginan. La aparente dicotomía entre religión y ciencia es falsa.[9] Más bien, usar la facultad de la razón, en concierto con un corazón sano, es un camino hacia Dios y una virtud islámica. Abu Al-‘Alā, uno de los primeros musulmanes, solía decir: «Después del Islam, a un adorador no se le da nada mejor que tener una mente sana». [10]

Con este fin, el Corán apela explícitamente a la razón (al-’aql) de sus lectores y particularmente a su capacidad para reflexionar sobre la teleología de la existencia.

Dios dijo:

En la creación de los cielos y de la Tierra, la sucesión de la noche y el día, el barco que surca el mar para provecho de la gente, el agua que Dios hace descender del cielo con la que da vida a la tierra árida, en la que diseminó toda clase de criaturas, y en la dirección de los vientos y el control de las nubes que están entre el cielo y la tierra, en todo ello hay signos para quienes razonan. (Corán 2:164)

 Y Dios dijo:

Entre Sus signos está haberlos creado de polvo. Luego se convierten en seres humanos que se multiplican [poblando la Tierra]. Entre Sus signos está haber creado cónyuges de entre ustedes para que encuentren sosiego, y dispuso entre ustedes amor y misericordia. En ello hay signos para quienes reflexionan. Entre Sus signos está la creación de los cielos y de la Tierra, la diversidad de sus lenguas y colores. En esto hay signos para quienes comprenden. Entre Sus signos está [haber creado] la noche para que descansen y el día para que procuren Su favor. En esto hay signos para un pueblo que escucha. Entre Sus signos está hacer que el relámpago sea motivo de temor y anhelo, y el agua que hace descender del cielo para dar vida a la tierra árida. En eso hay signos para un pueblo que razona. (Corán 30:20-24)

 Y Dios dijo:

En la tierra hay regiones colindantes cuyos terrenos son variados, en ellos hay huertos de vides, cultivos de cereales, palmeras de un solo tronco o de varios; todo es regado por una misma agua. Algunas dispuso que tuvieran mejor sabor que otras, en esto hay signos [de Dios] para quienes reflexionan. (Corán 13:4)

 Y Dios dijo:

Dios ha creado para beneficio de ustedes la noche, el día, el Sol, la Luna y las estrellas; todos están sometidos a Su voluntad. En esto hay signos para quienes razonan. (Corán 16:12)

En este punto, alguien podría aceptar la idea de que el universo fue diseñado, pero ¿por qué debería ser solo un Creador? ¿Por qué no muchos dioses diferentes? La respuesta a esta pregunta radica en el hecho de que las leyes naturales del universo son deliberadas, consistentes y unidas en su propósito.

Dios dijo:

Si hubiese habido en los cielos y en la Tierra otras divinidades además de Dios, éstos se habrían destruido. ¡Glorificado sea Dios, Señor del Trono! Él está por encima de lo que Le atribuyen. (Corán 21:22)

 Todas las fuerzas en el universo trabajan juntas para un fin común: la creación del mundo y el mantenimiento de la vida. Podemos inferir que hay una sola fuerza inteligente detrás de todo. No hay nada que sugiera que un dios creó la gravedad, otro creó el electromagnetismo y otros dioses gobiernan cualquier otra fuerza natural, todo para un propósito unificado común. Es de esperar que la existencia de muchos creadores dé como resultado fenómenos naturales arbitrarios, o tal vez competitivos. Esa explicación puede haber parecido plausible para las sociedades antiguas para las cuales la naturaleza parecía no tener un orden discernible.

Validación Científica

Como la ciencia ha avanzado considerablemente, ahora damos por sentado nuestro reconocimiento de la coherencia y la universalidad de las leyes naturales. De hecho, la ciencia no podría avanzar en absoluto sin asumir patrones uniformes dentro de la estructura del universo. La ley de la gravedad se aplica de la misma manera a cualquier objeto con masa, independientemente de su ubicación en la tierra o en el espacio profundo. Irónicamente, la ciencia moderna depende implícitamente de una premisa monoteísta.

Físicos como Paul Davies señalan que las leyes naturales del universo requieren una explicación plausible. Es simplemente irracional, y no científico, asumir que las leyes del universo aparecieron tal como son sin ninguna razón:

La expresión más refinada de la inteligibilidad racional del cosmos se encuentra en las leyes de la física, las reglas fundamentales sobre las que se ejecuta la naturaleza. Las leyes de la gravitación y el electromagnetismo, las leyes que regulan el mundo dentro del átomo, las leyes del movimiento, todas se expresan como relaciones matemáticas ordenadas. ¿Pero de dónde vienen estas leyes? ¿Y por qué tienen la forma que tienen? . . . A lo largo de los años, a menudo he preguntado a mis colegas físicos por qué las leyes de la física son lo que son. Las respuestas varían de «esa no es una pregunta científica» a «nadie lo sabe». La respuesta favorita es: «No hay razón para que sean lo que son, simplemente son». La idea de que las leyes existen sin razón es profundamente anti racional. Después de todo, la esencia misma de una explicación científica de algún fenómeno es que el mundo está ordenado lógicamente y que hay razones por las cuales las cosas son como son. Si uno rastrea estas razones hasta la base de la realidad—las leyes de la física—solo para encontrar esa razón y luego abandonar, se burla de la ciencia.[11]

 El seguimiento de la serie de explicaciones de por qué las cosas son como son lleva a la conclusión razonable de que el universo está diseñado para la vida. Los científicos se han referido a esto como el universo finamente sintonizado o ajustado o el principio antrópico, de que las leyes de la naturaleza están configuradas en medidas tan asombrosamente precisas para que el universo exista y para que la vida prospere. Según el físico y filósofo Robin Collins, “Si la explosión inicial del Big Bang hubiera diferido en fuerza, en una cifra tan insignificante como una parte en un millón de nonillones (10⁶⁰), el universo se habría derrumbado rápidamente sobre sí mismo o se habría expandido demasiado rápido como para que se formaran estrellas. En cualquier caso, la vida sería imposible”. La posibilidad de que esto ocurra es como disparar una bala a un objetivo que mide una pulgada y se encuentra a veinte mil millones de años luz de distancia, y dar en el blanco.[12]

Collins elabora este pensamiento examinando seis casos convincentes de ajustes en la estructura del universo:

  1. La constante cosmológica.
  2. Las fuertes fuerzas nucleares y electromagnéticas.
  3. Producción de carbono en las estrellas.
  4. La diferencia de masa protón-neutrón.
  5. La débil fuerza nuclear.
  6. Gravedad.[13]

Cada una de estas fuerzas y fenómenos se equilibra de una manera que produce el maravilloso universo en el que vivimos. No es racional o lógico suponer, sin pruebas contundentes, que todas estas leyes naturales, con cada milagro que producen, aparecieron sin causa o propósito.

En la comunidad científica, la idea de un universo finamente sintonizado o ajustado tiene sus críticos y escépticos.

Antony Flew fue un filósofo ateo desde hace mucho tiempo que escribió contra el teísmo durante más de cincuenta años, pero al examinar la nueva evidencia que apunta a un universo ajustado o sintonizado, más tarde llegó a la conclusión de que cierta inteligencia más allá de la humanidad explica los orígenes de la vida y la complejidad del universo.[14] El teísmo, escribe, no puede ser descartado como ilusiones o superstición:

Cualesquiera que sean los méritos o deméritos de este argumento del ajuste del universo en el contexto de los intentos de construir una teología natural (en oposición a una revelada), debe reconocerse de inmediato que es razonable para aquellos que creen—ya sea correcta o incorrectamente—que ya tienen buenas razones para aceptar las enseñanzas religiosas de cualquiera de las tres grandes religiones teístas reveladas (judaísmo, cristianismo e islam) de ver el argumento del ajuste como una confirmación sustancial de sus propias creencias religiosas antecedentes.[15]

 Quizás la verdadera superstición, entonces, es el dogma sin fundamento de que el universo es un accidente sin propósito.

Dios dijo:

Dicen: «Solo existe esta vida. Viviremos y moriremos una sola vez. El tiempo es quien acaba con nosotros». Pero no poseen un conocimiento certero sobre lo que dicen y no hacen más que conjeturar. (45:24)

 Al-Ṭabarī comenta sobre este verso, diciendo: «[El verso] significa que no tienen conocimiento con certeza, ya que solo lo asumen, no poseen ninguna prueba demostrable para verificarlo».[16]

En realidad, es imposible determinar o probar de manera concluyente que Dios no existe. Incluso Richard Dawkins, uno de los ateos más estridentes y uno de los críticos más duros de la religión, admitió que no podía estar seguro de que Dios —y, por extensión, el Más Allá— no existe.[17]

Sin embargo, la negación del teísmo, o al menos la existencia de un poder y un propósito superiores, siempre ha sido y seguirá siendo considerada solo por una minoría de la humanidad en general, ya que la creencia en Dios está integrada en nuestra naturaleza humana y nunca puede ser borrada por completo. Incluso si la fe religiosa retrocede por un tiempo, puede y siempre será revivida nuevamente.

 

Un extracto de The Case for Allah’s Existence in the Quran and Sunnah, por Justin Parrot

 

[1] Barrett, Justin L. Cognitive Science, Religion, and Theology: From Human Minds to Divine Minds. (West Conshohocken, PA: Templeton Press, 2011), 11

[2] Sūrat al-‘Arāf 7:172; Abdel Haleem, M. A. The Qur’an: English translation and parallel Arabic text. (Oxford: Oxford University Press, 2010), 174.

[3] al-Ghazzālī, al-Munqidh min al-Ḍalāl, 182.

[4] Ibn Taymīyah, Taqī al-Dīn. Majmū’ al-Fatāwà. (al-Madīnah al-Munawwarah: Majmaʻ al-Malik Fahd li-Ṭibāʻat al-Muṣḥaf al-Sharīf, 1995), 16:328.

[5] Ibn Ḥajar. Fatḥ al-Bārī bi-Sharḥ al-Bukhārī. (Bayrūt, Lubnān: Dār al-Ma’rifah, 1959), 8:603

[6] Hacınebioğlu, İsamail L. Does God Exist?: Logical Foundations of the Cosmological Argument. (Istanbul: Insan, 2008), 188.

[7] “Newton’s Laws of Motion.” National Aeronautics and Space Administration (NASA). Accedido el 19 de marzo de 2020. www.grc.nasa.gov/www/k-12/airplane/newton.html.

[8] Overman, Dean L. A Case for the Existence of God. (Lanham, Md: Rowman & Littlefield, 2009), 40.

[9] Sacks, Jonathan. The Great Partnership: Science, Religion, and the Search for Meaning. (New York: Schocken Books, 2011), 1.

[10] Ibn Abī Shaybah. Al-Muṣannaf. (Riyādh: Maktabat al-Rushd Nāshirūn, 2006), 5:266 #25942.

[11] Overman, A case for the existence of God, 42.

[12] Murray, Michael J (ed.). Reason for the Hope Within. (Grand Rapids, Michigan: W.B. Eerdmans, 1999), 49.

[13] Manson, Neil A. God and Design: The Teleological Argument and Modern Science. (London: Routledge, 2003), 179-190.

[14] Wood, W J. God. (Durham: Acumen, 2011), 29.

[15] Flew, Antony. God & Philosophy. (New York: Prometheus Books, 2005), 11.

[16] al-Ṭabarī, Jāmiʻ al-Bayān, 22:80.

[17] Bingham, John. “Richard Dawkins: I can’t be sure God does not exist.” The Telegraph. Accessed 19 de marzo de 2020. http://www.telegraph.co.uk/news/religion/9102740/Richard-Dawkins-I-cant-be-sure-God-does-not-exist.html.