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¿Cuál es tu mayor propósito en la vida?

Escrito por Kaighla Um Dayo

 

Tenemos un propósito más elevado que simplemente evitar el Fuego del Infierno y alcanzar el Paraíso.

Estas reglas de halaal y haram no son reglas vacías; sirven a un propósito superior.

«No estamos aquí solo para obedecer a Dios y salvar nuestro pellejo», dijo el sheij Faraz Rabbani. «La religión tiene un propósito más elevado».

Pero, ¿cuál podría ser un propósito más elevado que evitar el Infierno y alcanzar el Paraíso?

La razón por la que fuimos creados es para buscar la cercanía a Dios, aquí mismo, ahora mismo y por toda la eternidad.

Ihsan: conciencia de la constante vigilancia de Al-lah

Esta idea no es nueva. Fue mencionado en el hadiz de Gabriel por el Profeta Muhammad.

«¿Qué es ihsan?» El Angel Gabriel le preguntó al Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones sean con él).

“Que adoren a Dios como si lo estuvieran viendo…” Él (la paz y las bendiciones sean con él) respondió.

Hermanos y hermanas: si no estamos en ese nivel, si no adoramos a Dios como si estuviera frente a nosotros, nos estamos perdiendo nuestro mayor propósito en esta vida.

Debemos esforzarnos por hacer del ihsan un arte vivo que respire. Debemos vivir, someternos y orar con total conciencia de Dios.

¿Qué es esta vida? ¿Quién determina la Realidad Última? ¿Quién es más real? ¿Nosotros o Dios? Nuestra realidad es una realidad dependiente. Solo existimos porque Dios nos creó.

No deberíamos conformarnos con reglas vacías y oraciones robóticas, tachándolas de nuestra lista de tareas pendientes.

A menos que y hasta que estemos viviendo en un estado casi constante de conciencia de la inquebrantable observación atenta de Dios sobre nosotros, no estamos viviendo en todo nuestro potencial.

Ese es el propósito de la religión. Eso es por lo que debemos luchar. Ésa es la recompensa que nos impulsa a buscar más allá de las recompensas del Paraíso.

El Ihsan a través de la autoconciencia y la gestión del tiempo

Dios dice:

Los haré ver Mis signos en los horizontes y en ellos mismos, hasta que se les haga evidente la Verdad. ¿Acaso no es suficiente tu Señor como Testigo de todo? (Corán 41:53)

Dios se da a conocer verdaderamente a nosotros solo cuando nos conocemos a nosotros mismos. Él presenta signos de Sí mismo tanto dentro de nosotros como a nuestro alrededor.

La espiritualidad, entonces, requiere autoconciencia y esto requiere una mayor gestión del tiempo.

Esta es la máxima sabiduría detrás de Surat al-Asr:

Juro por el tiempo que los seres humanos están en la perdición, excepto aquellos que crean, obren rectamente, y se aconsejen mutuamente con la verdad y con la paciencia [ante las adversidades]. (Al- Asr, traducido por Kabir Helminski).

En lugar de tratar de incluir la oración en nuestras vidas como una ocurrencia tardía, debemos programar nuestras vidas en torno a las oraciones.

Si tenemos alguna esperanza de alcanzar nuestras metas, debemos planificar activamente y debemos estar atentos a nosotros mismos para asegurarnos de cumplir con esos planes.

Verdadero amor por Dios

¿Cómo podemos afirmar que amamos a Dios cuando no pensamos en Él, no nos acercamos a Él y no nos esforzamos por buscar ese nivel de cercanía en el que podamos sentirlo siempre mirándonos?

La observación atenta, o muraqabah, significa vigilar tus estados y acciones interiores, sabiendo muy bien que Dios siempre te ve.

El Imam Al-Ghazali dijo:

«La realidad de la observación atenta es la conciencia de Aquel que está Vigilante, Dios, y luego dirigir la preocupación de uno hacia Él».

A través de eso, estás atento a tus acciones porque eres consciente de que Dios te está mirando.

Esta realidad, que Dios está siempre, siempre mirando, no debe crear miedo, sino gratitud, esperanza y amor, y debe traducirse en acciones.

Los pasos hacia la conciencia interior y el Ihsan

El primer paso para desarrollar ihsan es ser cuidadoso y consciente de Dios para no desobedecerlo y asegurarse de obedecerlo.

Entonces, porque sabes que Dios está mirando, te esfuerzas por evitar todo lo que le desagrada y te esfuerzas por complacerle.

Finalmente, y esto podría llevar toda una vida: te esfuerzas constantemente por permanecer consciente de Dios y te esfuerzas por evitar olvidarlo.

La conciencia constante de Dios es un regalo y una recompensa por la autoconciencia y la auto-vigilancia dedicada.

Considera las consecuencias de tus pensamientos. Los pensamientos se convierten en intenciones y las intenciones en acciones.

Pregúntate: «Si implementara este pensamiento, ¿preservaría y promovería la guía con gratitud por la causa de Dios?»

Si no, abandona el pensamiento. Esto evitará que se forme la intención en tu corazón, lo que evitará que actúes en consecuencia.

Sin embargo, sé real. Debes cultivar esta conciencia de Dios de una manera sostenible. Que no se te salga de las manos.

El exceso es del demonio

El exceso no es sostenible.

Es fácil sentir que si he sobresalido en esto o aquello, esto significa que siempre debo sobresalir en esto o aquello.

O bien, podemos asumir fácilmente que el éxito en un área significa que siempre debo sobresalir en todo.

¡Esto puede llevarnos a evitar sobresalir en cualquier cosa por temor a que Dios espere que sobresalgamos en todas las cosas!

Abu Huraira informó: El Mensajero de Dios, la paz y las bendiciones sean con él, dijo:

Realiza las buenas obras solo en la medida de tus posibilidades, porque las mejores acciones son las que se realizan con regularidad, aunque sean pocas. (Sunan Ibn Mayah 4240)

Si una acción no es sostenible, es contra la Sunnah del Profeta Muhammad.

Cuando se trata de alcanzar la máxima cercanía con Dios, la conciencia constante de Su mirada vigilante, recuerda: la consistencia es la clave.

 

Fuente: About Islam

 

Acerca de Kaighla Um Dayo

Kaighla Um Dayo es una de las autoras de «The New Muslim’s Field Guide». También es una ex editora del sitio web About Islam. También es colaboradora habitual de islamwich.com, donde reflexiona sobre la vida como musulmana estadounidense. Sus actividades favoritas son la meditación, la pintura, beber té y estar al aire libre en la naturaleza.