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Hagar: Símbolo de Liderazgo y de Desarrollo Comunitario

 

Por Aslam Abdullah 

 

Hagar, la esposa del profeta Abraham, la madre del profeta Ismael y la matriarca que creó toda una civilización, sigue siendo una figura olvidada en los anales de la historia religiosa. No hay muchos datos arqueológicos disponibles sobre su vida, genealogía, familia.

Su descripción en el Antiguo Testamento la proyecta como una villana que no podía mostrar gratitud a su señora, Sara, la esposa del profeta Abraham. El Antiguo Testamento le dio el estatus de concubina. También declara que su hijo Ismael, del profeta Abraham, siempre estuvo celoso del hijo de Sara, el profeta Isaac.

La erudición musulmana tampoco se ha centrado en sus contribuciones reales a la humanidad, especialmente en la construcción sin ayuda de una comunidad internacional de monoteístas. Aunque el Corán preserva sus sacrificios y su papel en la institución del hayy, nuestra erudición, en general, ha ignorado la esencia de la vida de Hagar y la lección que uno debe extraer de ella.

Hagar era joven y tenía un bebé lactante. No era una concubina sino la esposa del profeta Abraham. Ninguna mujer podría imaginar que su esposo, quien en su vejez engendró milagrosamente a su heredero, dejaría a la esposa y al hijo en una tierra estéril con pocos recursos para sustentarlos. Independientemente de las explicaciones dadas por otros, el acto parecería a muchos como irresponsable. Sin embargo, el Profeta Abraham, conocido como el amigo de Al-lah y uno de los modelos a seguir para la humanidad, lo hizo. ¿Por qué?

Pasemos a la oración que hizo el Profeta Abraham mientras dejaba a la joven esposa y al niño en el desierto de Arabia. «¡Oh, Señor nuestro! He establecido parte de mi descendencia en un valle árido de poca vegetación junto a Tu Casa Sagrada, para que, ¡oh, Señor nuestro!, cumplan con la oración. Infunde en los corazones de la gente amor por mi descendencia, y provéelos de todo alimento para que sean agradecidos.» – (14:37) La oración no es solo una súplica a Dios, sino un plan dado a Hagar, que era la única persona adulta en ese lugar.

El plan tenía cuatro objetivos:

1. La gente debe establecer una comunidad centrada en el monoteísmo rezando a un solo Dios.

2. La gente siempre debe invitar a otros a la idea de la unicidad del creador y convencerlos de su viabilidad y validez.

3. La gente debería trabajar duro para crear medios de sustento en la tierra estéril.

4. Las personas deben expresar su gratitud a Dios usando sus recursos correctamente y de manera equilibrada.

La tarea era guiar a los asentados cerca del pozo de agua de Zamzam por el sendero divino y nutrir a su hijo para el liderazgo.

Dios inspiró al Profeta Abraham a dejarla en la tierra estéril. Ella demostró a través de su dedicación, perseverancia, lucha, compromiso y fe en Dios que las mujeres pueden liderar la construcción de la comunidad. Dada la oportunidad, ella puede crear una civilización y una comunidad por sí misma. El Profeta Abraham era consciente de que ese papel de liderazgo no se puede demostrar en sociedades dominadas por hombres durante siglos y que demostraban poca consideración con las mujeres. Sin embargo, en Hagar, Dios encontró la fuerza, la integridad y la tenacidad de una mujer para desempeñar ese papel.

La idea era demoler la discriminación por motivos de género y la noción de que una mujer no puede desempeñar un papel importante en la vida comunitaria. Tan preciosas fueron sus experiencias en la tierra estéril que Dios las conservó en los rituales asociados con el hayy. Quedarse en Mina y pasar la noche en Muzdalifa, correr entre Safa y Marwa, que Dios describe como montañas divinas, beber agua de Zamzam y circunvalar la Kaaba y el sacrificio, están asociados con ella y su hijo.

Hagar no es una mujer corriente en la historia del monoteísmo. Su liderazgo creó el lugar de la unión en La Meca entre los creyentes provenientes de diferentes partes del mundo. Dios preservó la institución del hayy para recordarle a la gente su unidad y la integración de la humanidad y enseñar que las mujeres también pueden ser líderes en todos los sentidos del término.

Hagar es la única mujer en la historia del monoteísmo que creó una civilización monoteísta y demolió los falsos ídolos de la discriminación de género. Demostró que incluso en la soledad y en las situaciones más vulnerables, una mujer puede proteger su honor y dignidad y ejercer el liderazgo sin comprometerlos. Demostró que el liderazgo proviene de la dedicación y el compromiso con las ideas correctas y no tiene nada que ver con las divisiones de género. Además, estableció el principio de que las mujeres no son menos que los hombres en la búsqueda del bienestar de la sociedad. Demostró que una mujer puede ser positiva incluso en las peores condiciones adversas. Demostró sin lugar a dudas que si puede criar a un hijo por sí misma sin resentimientos hacia su padre, que los había dejado solos, y que también puede construir una nación y una civilización.

Entonces, Hagar es Hagar porque Dios la honró al institucionalizar su liderazgo en forma de hayy.

 

Fuente: Islam City

 

Imagen destacada: La Kaabah ha sido reconstruida varias veces a lo largo de la historia, la más famosa por el profeta Ibrahim (Abraham) y su hijo Ismail (Ismael), cuando regresó al valle de La Meca varios años después de dejar a su esposa Hagar (Agar) e Ismail allí por orden de Al-lah. (foto: Kabah en la Masjid Al Haram, La Meca – 1372 d. H/1953 d. C).