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Jadiya, la rica y poderosa mujer que fue clave en el nacimiento del Islam

Por Margarita Rodríguez, BBC News Mundo

 

«Literalmente ella rompió el techo de cristal. Incluso las mujeres de hoy en día aspirarían a hacer lo que ella hizo hace 1.400 años».

Así describió Asad Zaman, un imam de la ciudad de Manchester, en Inglaterra, a Jadiya, una mujer que nació en el siglo VI en lo que hoy es Arabia Saudita.

Fue una mujer respetada en su sociedad, muy rica y poderosa, que rechazó las propuestas de matrimonio de muchos hombres de la nobleza.

Se casó en dos oportunidades. Quedó viuda de su primer esposo y se cree que decidió separarse del segundo.

Juró que no se volvería a casar, pero su convicción duró hasta que conoció a quien se convertiría en su tercer esposo.

Si lo eligió, le dijo Zaman a la BBC, fue porque vio en él «algunas cualidades asombrosas que la hicieron cambiar de opinión sobre el matrimonio».

Literalmente, Jadiya fue quien lo escogió, fue ella quien le propuso que se casaran.

Ella tenía 40 años y él era un joven de 25 años de origen muy humilde.

Su historia no sólo es una de amor, sino una que evoca el nacimiento de la segunda religión con más seguidores en el mundo.

Y es que Jadiya se casó con Muhammad antes de que él se convirtiera en el último profeta del Islam.

La comerciante

Robert Hoyland, profesor de Historia del Medio Oriente Antiguo de la Universidad de Nueva York, advierte que es difícil tener una visión detallada de quién era Jadiya, en parte, porque lo que se conoce de ella se escribió muchos años después de su muerte.

Sin embargo, la mayoría de las fuentes apuntan a que se trataba de una mujer con «la ambición de un espíritu libre y con una voluntad muy fuerte«, le dice el reconocido autor a BBC Mundo.

Por ejemplo, había rechazado casarse con su primo, algo que por tradición su familia hubiese preferido, porque quería ser ella quién escogiera a su pareja.

Jadiya fue la hija de un comerciante que había convertido el negocio de la familia en un imperio comercial.

Tras su muerte, en una batalla, ella se hizo cargo.

«Estaba claramente acostumbrada a abrirse camino en el mundo», indica la historiadora Bettany Hughes en un documental de la BBC.

«De hecho, fue su perspicacia para los negocios lo que la pondría en un camino que con el tiempo cambiaría la historia del mundo».

El ayudante

El negocio que Jadiya dirigía, desde Meca (Arabia Saudita), contaba con muchas caravanas que transportaban productos por las grandes ciudades del Medio Oriente.

Recorrían extensas distancias que iban, por ejemplo, al sur de Yemen y al norte de Siria.

Si bien parte de su riqueza provenía de su familia, Jadiya también forjó su propia fortuna, le dice a BBC Mundo Fozia Bora, profesora asociada de Historia Islámica de la Universidad de Leeds, en Inglaterra.

«Era una mujer de negocios por derecho propio, con mucha autoconfianza«.

Jadiya estaba acostumbrada a contratar a personal para cubrir los diferentes aspectos de la actividad comercial.

En una ocasión oyó hablar de un hombre que tenía la reputación de ser muy honesto y trabajador.

Lo conoció y le pidió que se hiciera cargo de una de sus caravanas. Pronto surgió un sentimiento de admiración hacia él.

Jadiya quedó tan impresionada que decidió asumir un nuevo compromiso matrimonial.

Esa unión, indica Bora, le brindó a Muhammad, quien había sido huérfano y criado por un tío, una vida «con una mayor estabilidad y prosperidad económica».

Se cree que tuvieron cuatro hijos, aunque sólo las hijas lograron sobrevivir la primera infancia.

«Desde una perspectiva sociológica, también hay que entender las condiciones de la época, era un matrimonio monógamo en una época en la que la mayoría de los hombres tenían varias esposas. Era una sociedad muy polígama», reflexionó en un programa de la BBC la profesora Rania Hafaz, miembro del Instituto Musulmán de Londres.

Las primeras revelaciones

Muhammad había nacido y crecido en la tribu Quraysh (la misma a la que pertenecía Jadiya), en una época en la que varios grupos de la zona adoraban a varios dioses.

Años después de casarse, inició una progresiva transformación espiritual que lo llevó a adentrarse en las montañas de Meca para meditar.

De acuerdo con el Islam, Muhammad recibió revelaciones de Dios a través del ángel Gabriel, el mismo que le anunció a María que sería la madre de Jesús.

Así le fue revelado el Corán, el libro sagrado de los musulmanes.

Se cuenta que cuando experimentó la primera revelación, sintió miedo porque no sabía de qué se trataba.

«No le podía encontrar sentido a lo que estaba experimentando. Carecía de un punto de referencia porque no había sido educado para tener una comprensión del monoteísmo, de Dios», explica Bora.

«Estaba extremadamente confundido y angustiado por lo que estaba viviendo y las fuentes dicen que las revelaciones no fueron fáciles, aunque la experiencia fue gentil, físicamente fue estremecedor».

En ese contexto, Muhammad decidió contarle lo que estaba viviendo a una sola persona. «Era alguien a quien le podía confiar cualquier cosa«, indica Hoyland.

Jadiya lo escuchó y lo calmó. Intuitivamente ella pensaba que se trataba de algo bueno y así se lo hizo sentir.

De hecho, le pidió consejo a un familiar que tenía conocimientos sobre el Cristianismo.

Waraqah ibn Nawfal vinculó las revelaciones de Muhammad con las que había recibido Moisés.

«Él conocía las escrituras anteriores», explica Bora, por lo que fue «una especie de confirmación de la autenticidad de sus revelaciones».

«Sabemos que cuando empezó a experimentar las revelaciones coránicas, Muhammad incluso dudó de sí mismo, pero fue Jadiya quien le afirmó la realidad de su condición de profeta», señaló Leila Ahmed, estudiosa del Islam y profesora de la Universidad de Harvard, en el documental hecho por Hughes.

La primera musulmana

Para muchos expertos, al ser la primera persona que escuchó las revelaciones que Muhammad había recibido, Jadiya se convirtió en la primera musulmana de la historia, la primera conversa.

«Ella creyó y aceptó el mensaje», indica Bora.

«Considero que eso le dio mucha confianza a Muhammad para que empezara a difundir el mensaje (…) Le hizo sentir que tenía una voz».

Muhammad, cuenta Hughes, desafió a los mayores de la tribu y decidió predicar públicamente:

«Hay un solo Dios, Al-lah. Adorar a otros es una blasfemia».

De acuerdo con Bora, cuando Muhammad comenzó a enseñar el Islam, fue marginado por muchos miembros de la sociedad de Meca porque se oponían a su mensaje monoteísta.

«Pero Jadiya le brindó el apoyo y la protección que tanto necesitaba en esos momentos».

Hoyland resalta que también fue una época en la que Muhammad llegó a experimentar depresión, en parte, porque familiares y conocidos paganos empezaron a apartarse de él.

Pero la decisión estaba tomada: entregarse a su misión como profeta.

«En los siguientes 10 años, Jadiya usó sus conexiones familiares y toda su riqueza para apoyar a su esposo y financiar la naciente fe, una religión construida sobre el principio controversial de un Dios en una sociedad que creía en muchos», reflexiona Hughes.

«El año de la tristeza»

Jadiya hizo todo lo que estaba a su alcance para apoyar a su esposo y al Islam hasta el final de sus días.

En el año 619, se enfermó y murió.

Tras 25 años juntos, Muhammad estaba destrozado.

«Realmente él nunca se recuperó de la muerte de Jadiya», reflexiona Hoyland.

«Lo que impresiona de las fuentes es la forma en que hablan de Jadiya, como la mejor amiga que Muhammad tuvo, incluso más que sus más cercanos compañeros: Abu Bakar u Omar».

«Ese es el aspecto romántico de esa relación».

De hecho, Hughes indica que «los musulmanes todavía recuerdan el año de su muerte como el Año de la Tristeza».

Tiempo después y siguiendo la tradición, Muhammad se volvió a casar.

En un programa de la BBC, Fatima Barkatulla, una académica musulmana y autora de un libro para niños sobre Jadiya, señaló que una de las fuentes de información sobre Jadiya son los hadices, los cuales son relatos sobre la vida de Muhammad, que fueron recordados por sus seguidores más cercanos y que después se escribieron.

Uno de los narradores de los hadices fue una de las esposas de Muhammad, Aisha, otra figura fundamental del Islam.

«Obviamente el profeta le contó la historia de Jadiya y ella narra lo que pasó al principio de las revelaciones, cuando se convierte en profeta», explica Barkatulla.

Aunque Aisha no fue testigo de ese período de la vida de Muhammad, «fielmente asumió su deber de transmitir a los musulmanes» lo que se le había contado, indica la autora.

«Un modelo a seguir»

Para Bora, conocer la historia de Jadiya es fundamental para romper con el mito de que en las primeras comunidades musulmanas a las mujeres se les confinó al hogar.

Muhammad no le pidió a Jadiya que dejara de hacer lo que le gustaba. De hecho, dice la experta, el Islam les dio más derechos y prominencia a las mujeres de la época.

«Para mí, como historiadora y como musulmana, Jadiya es una figura inspiradora, como también lo es Fátima (una de sus hijas con Muhammad) y Aisha, entre otras mujeres».

«Fueron intelectuales, activas políticamente y desempeñaron un rol enorme en la difusión de la religión y en la formación de la sociedad islámica».

«Para mí es maravilloso poder enseñarles a mis estudiantes (creyentes o no) sobre estas mujeres».

La admiración a Jadiya como un modelo a seguir la evidenció el profesor Hoyland hace algunos años, cuando dictó clases en Pakistán.

«Dos estudiantes se me acercaron porque tenían más preguntas sobre ella. Decían que Jadiya era su heroína, una mujer fuerte que lideró su propio negocio».

Como reflexiona Hughes, la posición de las mujeres en el Islam es un tópico muy debatido en la actualidad, pues muchos la asocian con un elemento de opresión.

«Si piensas en estos grandes modelos a seguir, Jadiya y Aisha, ¿qué crees que pensarían del Islam como se ha desarrollado en el siglo XXI?», le preguntó Hughes a la académica Myrian Francois-Cerrah.

«No estoy totalmente segura de que ellas reconocerían las prácticas que tenemos hoy. Y ciertamente no estoy segura de que Aisha vería con buenos ojos que le dijeran que se quedara en la parte de atrás de un salón y que no dijera lo que pensaba. Ella estaba muy acostumbrada a enseñarles a los hombres, a educarlos. Si tenía algo que decir lo decía», dijo la experta.

«Y la idea de que Jadiya, una figura muy poderosa, fuese de alguna manera limitada o que su voz, sus derechos, fuesen restringidos, no estoy segura de que sería algo que ellas estarían dispuestas a aceptar o reconocer«.

Sus historias han desafiado las percepciones de muchas personas sobre el rol de las mujeres en el Islam.

«Es sorprendente que fuera del Islam, muy pocos de nosotros hayamos escuchado sus nombres», concluye Hughes.

Fuente: BBC