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Dios reveló un capítulo entero del Corán por esta mujer

Por Omar Suleiman

 

En los tiempos anteriores del Islam, los hombres repudiarían a sus esposas diciéndoles “Eres para mí como la espalda de mi madre”. Lo que quiere decir “eres prohibida para mí como mi madre, así que no voy a tocarte, no voy a tratarte como una esposa, no tienes derechos sobre mí, solo te dejaré en la casa como un prisionera”. Y de esta manera la abandonaban y no se le permitía casarse con otro hombre. Un acto repudiable. Este tipo de acto se lo llamaba zihar.

¿De quién se trata esta historia?

Ella es Jawla bint Tha’laba. Ella era una compañera del Profeta Muhammad en Medina.

Estaba casada con Aws ibn As-Samit, un anciano que tenía un muy mal genio. Solía ser verbalmente abusivo con ella. Algunos dicen que tenía un ligero desorden mental.

La discusión

Un día, Jawla bint Tha’laba y su esposo tuvieron una discusión.

Ella cuenta que su esposo pronunció las palabras “Eres para mí como la espalda de mi madre”. Y al otro día él vuelve a ella para tener intimidad.

Ella relata: «Le dije: ‘¡De ninguna manera! Nunca obtendrás lo que quieres de mí después de decir lo que dijiste, hasta que Dios y Su Mensajero (la paz y las bendiciones sean con él) hayan decidido entre nosotros’. Intentó imponerse, pero pude resistirme porque yo era una mujer fuerte y él era un viejo débil. Lo empujé».

El problema es que esta costumbre es anterior al Islam, y ellos ahora son musulmanes.

Ella fue a consultar al Profeta (la paz sea con él) y le dice: “Oh Mensajero de Al-lah, él ha consumido mi juventud y le di muchos hijos, pero cuando el tiempo avanzó y ya no podía darle más hijos, me declaró Zihar; Oh Al-lah, me quejo contigo”.

Cuando él le aconsejó que fuera paciente, Jawla le discutió una y otra vez. Hasta que Al-lah respondió revelando los primeros cuatro versos de Surah Al-Mujadila, «La mujer suplicante».

Quiero que noten que Dios pudo haberle revelado al Profeta algo privado para lidiar con su situación, en cambio, Él reveló un capítulo completo del Corán en respuesta a esta mujer. Y las primeras palabras son:

Dios oyó las palabras de quien reclamaba ante ti [¡oh, Muhammad!] acerca de su esposo y se quejaba por su aflicción ante Dios. (58: 1)

El perdón y la respuesta magnánima de Khawlah

El erudito Ibn Kazir da más detalles sobre la respuesta magnánima de Jawla en su tafsir de Surah Al-Mujadila.

Después de la revelación de los versos, el Profeta le dijo a Jawla: «Ordénale (a tu esposo) que libere a un esclavo».

Jawla respondió: «¡Oh Mensajero de Al-lah! No tiene nada para liberar».

Entonces el Profeta dijo: «Déjalo ayunar por dos meses consecutivos».

Jawla respondió: «¡Por Al-lah! Es un hombre viejo y no puede ayunar».

Luego dijo: «Déjalo alimentar a sesenta personas pobres con un Wasq de dátiles».

Jawla dijo: «¡Oh Mensajero de Al-lah! Por Al-lah, él no tiene nada de eso».

El Profeta dijo: «Lo ayudaremos con una canasta de dátiles».

Jawla respondió: «¡Y yo también, oh Mensajero de Al-lah! Lo ayudaré con otra más.

El Profeta dijo: “Hiciste algo bueno. Así que ve y regala los dátiles en su nombre y cuida a tu esposo”. Y ella así hizo. 

La cultura de respeto hacia las mujeres

La historia de Jawlah enseña muchas lecciones valiosas sobre los derechos de las mujeres en el Islam.

Las mujeres musulmanas tienen derecho a que sus esposos las traten con respeto y justicia. La injusticia de Aws hacia su esposa fue un delito grave a la vista de Dios, tan grave que justificó la pena de liberar a un esclavo, ayunar durante dos meses consecutivos o alimentar a 60 personas pobres.

Las mujeres musulmanas tienen el derecho y el deber de buscar justicia cuando han sido tratadas injustamente. Jawla defendió sus derechos y su dignidad. Ella tomó medidas cuando fue tratada incorrectamente. Dios la honró por defender sus derechos.

Las mujeres y los hombres musulmanes deben aferrarse al perdón y la compasión, incluso cuando son perjudicados. ¡Jawla perdonó a su esposo e incluso lo ayudó a pagar la caridad que le debía por su pecado! Ella le mostró compasión a pesar de que la había perjudicado. Ella es una verdadera heroína.

Umar estaba caminando un día y estaba con un hombre llamado Al-Jarud. Al-Jarud dice que: «Mientras caminamos, esta mujer de repente lo llama y le dice:

‘Oh Umar Recuerdo cuando eras Umair (es decir, el pequeño Umar), y estabas en el mercado Ukad, estabas en el mercado cuidando a tus ovejas con un palo, así que teme a Al-lah como Califa cuidando a la gente, y sabe que el que teme la amenaza del castigo en el más allá se da cuenta de que no está lejos, y el que teme a la muerte, teme perder una oportunidad en esta vida’.

Umar rompió a llorar. Al-Jarud dijo:

‘¿Qué te pasa, anciana? ¿Por qué hiciste llorar así al hombre? ¿Por qué estás hablando al califa de esta manera?

Umar lo agarra y le dice a Al-Jarud: ‘¿Sabes quién es esta mujer? Ella es Jawla, la mujer que Al-lah escuchó desde los siete cielos. ¿Crees que no voy a escucharla?’”

Ibn Kazir dice en su Tafsir que hay otro incidente en el que un hombre estaba hablando con Umar y luego, de repente, Jawla vino, y Jawla comenzó a hablar con Umar, y Umar simplemente lo descuidó por completo, lo abandonó por completo y Jawla seguía y seguía y seguía y Umar estaba sentado de manera humilde y escuchándola. Y el hombre se frustra y dice:

“¿Dejaste a un hombre de los Quraish para atender a esta anciana?” Lo que te muestra algo: Jawla en realidad no pertenecía a una tribu poderosa, y ese hombre tenía mucha arrogancia. Él dijo:

«¿Estás dejando a un hombre de los Quraish para hablar con esa anciana?»

Umar responde una vez más:

“Esta es una mujer que Al-lah escuchó desde arriba de los siete cielos. Esta es Jawla bint Tha’labah. Por Dios, si ella no me dejara hasta que cayera la noche, no le diría que se fuera hasta que obtenga lo que buscaba, incluso si llegara el momento de la oración, iría a rezar y volvería y seguiría escuchándola».

Entonces se creó una cultura entre los compañeros de respetar a las mujeres en particular, y darse cuenta de que el hecho de que las personas no sean escuchadas en este mundo no significa que Al-lah no las esté escuchando.