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Igualdad, dedicación y sinceridad: La historia de María

Por Brian Wright

 

La historia de María, la madre de Jesús (la paz sea con ellos), en el Corán ocupa un lugar destacado en dos capítulos. El más popular de ellos es el que lleva su nombre, Sura Mariam (Capítulo 19).

Ubicado entre las historias de una serie de otros profetas, incluidos Juan y Abraham, el capítulo cubre la concepción milagrosa del profeta Jesús y cuenta la historia del sufrimiento de María durante su embarazo.

El propósito principal de este capítulo fue enfatizar la continuidad del Islam con las revelaciones divinas previas, es decir, la del Judaísmo y el Cristianismo.

El Islam y su texto fundamental estaban destinados a completar, o en el caso de Jesús, corregir, la narrativa del monoteísmo, devolviendo a Jesús al lugar que le corresponde como Profeta de Dios y portador de Su mensaje.

El tercer capítulo del Corán, Al ‘Imran, recuerda la misma historia. Según las narraciones del Profeta Muhammad (la paz sea con él), este capítulo fue revelado mucho más tarde que el capítulo Mariam, por lo que el propósito de la continuidad ya se había logrado.

Entonces se plantea la pregunta: ¿por qué Dios revelaría la misma historia una vez más? Este artículo busca responder esa pregunta presentando algunas de las lecciones centrales derivadas de esta historia.

Igualdad de humanidad

En este relato, María es ahora identificada como la hija de ‘Imran. Su madre, en un deseo de mostrar su devoción a Dios, prometió que su descendencia viviría una vida de completa devoción religiosa. Cuando recibió una hija, se sorprendió. Pensó que nacería un hijo varón y sabía que en su sociedad las niñas eran vistas como más débiles y no tan valiosas. «Y el hombre no es como la mujer». (Corán 3:36) No obstante, cumple su promesa y dedica a María a servir a Dios durante toda su vida. El siguiente versículo del capítulo nos da nuestra primera lección:

El Señor la aceptó complacido, e hizo que se educase correctamente y la confió a Zacarías. Cada vez que Zacarías ingresaba al templo la encontraba provista de alimentos, y le preguntaba: «¡María! ¿De dónde obtuviste eso?» Ella respondía: «Proviene de Dios, porque Dios sustenta sin medida a quien quiere». (Corán 3:37).

Hablando en contra de los sentimientos de la madre de María, Dios confirma que la dedicación y el valor de una mujer al servicio de Dios no es menor que la de un hombre. Se la acepta bien (hasan) y se le da sustento directamente de Dios.

Dentro de esta narración hay un poderoso mensaje de igualdad de los seres humanos. Aunque se enfatiza más directamente en otros pasajes del Corán, la historia de María da un ejemplo más personalizado y directo de esa igualdad. Los hombres no son lo mismo que las mujeres, afirma correctamente el Corán, pero uno no es superior ni inferior al otro.

Dedicación a Dios

En estos versículos anteriores se incluye otra lección importante de dedicación y la idea del libre albedrío. A primera vista, parece bastante injusto que una persona se vea obligada a vivir una vida de devoción a Dios sin la opción de elegir.

Vivir una vida enteramente para Dios no es fácil; y la historia de cualquier Profeta (piensa en Jesús y Muhammad) es una clara evidencia del dolor, el sufrimiento y la pobreza mundana que a menudo acompaña a la dedicación religiosa. Tal fue el caso de María, a quien, incluso antes de nacer, su vida ya estaba planeada.

Muchos de nosotros sentimos lo mismo y experimentamos problemas similares. El país en el que nacemos, la naturaleza de nuestra crianza y de nuestros padres, y nuestra situación financiera han puesto muchos aspectos de nuestra vida fuera de nuestro control. Estos elementos nos unen al mundo en el que vivimos y son laboriosamente difíciles de cambiar.

La lección de la historia de María es que la clave para sobrevivir a estas dificultades es a través de la dedicación a Dios y seguir Su mensaje. Eso no significa que dejes de esforzarte por mejorar tu educación, conseguir un mejor trabajo o mejorar tu situación en la vida en general. Más bien, significa poner tu máxima confianza en Dios, ya que «Dios sustenta sin medida a quien quiere».

Desarrollando la sinceridad en tu fe

La tercera lección del capítulo Al ‘Imran proviene de colocar la historia de María dentro del contexto más amplio de los temas discutidos en el capítulo. Un versículo del comienzo contiene la súplica:

¡Señor nuestro! No permitas que nuestros corazones se desvíen después de habernos guiado. Concédenos Tu misericordia, Tú eres el Dadivoso. (Corán 3: 8)

Esta súplica se encuentra entre una narración de Dios advirtiendo de las consecuencias de la incredulidad.

Ellos negaron Mis signos. Pero Dios los castigó por sus pecados. (Corán 3:11)

…de nada les servirán sus bienes materiales ni sus hijos ante Dios. Serán combustible del Fuego. (Corán 3:10)

Aquellos que se salvan de esta situación son aquellos que son:

…[Los creyentes] son los pacientes, los que cumplen su palabra, los piadosos, los caritativos y los que hasta el alba imploran el perdón. (Corán 3:17)

Como es tradición a lo largo de la narrativa coránica, estas declaraciones generales nunca se dejan solas. Más bien, siempre se siguen con un ejemplo práctico para mostrar cómo se logra la regla. Piensa aquí en la historia de María. Ella es el ejemplo que deben seguir todos los musulmanes. Su dedicación y la sinceridad de su fe la llevaron a recibir la recompensa de portar al Mensajero de Dios.

A través de la sinceridad de la fe, demostrada por actos de devoción y perseverancia en las dificultades, logró el más alto nivel de alabanza que cualquier ningún profeta podría imaginar. Todos estamos llamados a hacer lo mismo, con la promesa de que nuestra sinceridad será recompensada.

Conclusión

En conclusión, la repetición de la historia de María en el capítulo Al ‘Imran proporciona una aplicación importante de los principios generales reiterados a lo largo del Corán.

Revelada al Profeta Muhammad (la paz sea con él) en la última fase de su revelación, María actúa no solo como una confirmación de la continuidad del Islam con el pasado judeocristiano, sino como un ejemplo para que todos los futuros musulmanes (tanto hombres como mujeres) busquen emular, y una meta por la que todos debemos luchar.

 

Fuente: About Islam