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El viaje nocturno milagroso del Profeta Muhammad: un regalo divino

¿Alguna vez has pasado por un momento difícil en la vida, rodeado de muchas dificultades?

En ese momento, ¿sentías que todas las puertas estaban cerradas y que el mundo entero estaba en tu contra?

Así debe haberse sentido el Profeta Muhammad (la paz sea con él) cuando regresó de Taif a La Meca. Antes de eso, había perdido a sus dos principales soportes: su esposa y su tío. Pero nunca perdió la esperanza en la misericordia y la ayuda de Dios.

Y una noche, Dios le abrió las puertas del Cielo. De hecho, fue una noche asombrosa y milagrosa.

Primero fue el milagroso viaje nocturno de La Meca a Jerusalén. Luego, la ascensión del Profeta Muhammad (la paz sea con él) al cielo. Y finalmente, su regreso a La Meca.

Algunas personas afirman que este viaje fue todo un sueño que tuvo el Profeta (la paz sea con él). Pero la verdad es que estos dos viajes, el Israa y el Miraj, ocurrieron tanto en cuerpo como en espíritu. Fueron uno de los milagros físicos del Profeta (la paz sea con él).

Problemas de enfoque para los nuevos conversos

Hay muchos detalles de este viaje milagroso que serían difíciles de estudiar todos a la vez.

Como introducción, ¿cuál debería ser el enfoque principal de los nuevos conversos al Islam que estudian este milagro?

Después de esbozar y describir el viaje en este artículo, nos centraremos en la oración, el segundo pilar del Islam.

Al-Isra’: El milagroso viaje nocturno a Jerusalén

Como se menciona en los hadices auténticos, una noche el Profeta Muhammad (la paz sea con él) estaba durmiendo en la Kaaba. El ángel Gabriel descendió con otros ángeles. Primero lo prepararon para el viaje con una cirugía a corazón abierto y le lavaron el corazón con agua de Zamzam. Luego, el ángel Gabriel lo acompañó a Jerusalén.

En ese momento, un viajero normal tardaba alrededor de treinta días en llegar a Jerusalén desde La Meca. La distancia es de más de 1448 kilometros. Pero la velocidad de Al-Buraq, que montó el Profeta (la paz y las bendiciones sean con él), lo llevó allí en poco tiempo. Este animal podía dar un paso hasta donde alcanzaba la vista. Con un salto, Al-Buraq podría cubrir una distancia increíblemente vasta.

En Jerusalén, el Profeta Muhammad (la paz sea con él) ató a Al-Buraq a un anillo en la puerta de la mezquita Al-Aqsa. Entonces, él (la paz sea con él) dijo:

Me trajeron el Buraq; una bestia alta y blanca más grande que un burro, más pequeña que una mula. Podría colocar sus pezuñas en el límite más lejano de su mirada. Lo monté hasta que llegué a Bayt Al-Maqdis. Y lo até al anillo donde los profetas lo habían atado antes (es decir, el Muro Buraq o el Muro Occidental). Entré en el santuario de la mezquita Al-Aqsa y recé dos rakaas allí… (Muslim)

Cuando él (la paz sea con él) entró, fue recibido por varios de los primeros profetas, a quienes dirigió en oración.

Jerusalén es una ciudad muy importante para los creyentes. Muchos de los profetas de Dios vivieron y predicaron allí. Para los musulmanes, fue la primera alquibla (dirección para la oración) antes de que Dios luego ordenara que fuera cambiada a La Meca.

Dios lo mencionó en el Corán en el contexto del viaje nocturno. Dios también mencionó la mezquita más lejana (la mezquita Al-Aqsa) por su nombre. Él dijo:

Glorificado sea Quien transportó a Su Siervo durante la noche, desde la mezquita sagrada a la mezquita lejana cuyos alrededores bendije, para mostrarle algunos de Mis signos. Él todo lo oye, todo lo ve. (17: 1)

Mientras estaba en Jerusalén, el ángel Gabriel le presentó al Profeta Muhammad (la paz sea con él) dos bebidas para elegir. Eran vino y leche. Él (la paz sea con él) eligió la leche, y el ángel dijo:

Gracias a Dios, que te guió a la fitrah; si hubieras tomado el vino, tus seguidores se habrían descarriado. (Al-Bujari)

La Ascensión (Al-Mi’raj)

Juntos, el Profeta Muhammad (la paz sea con él) y el ángel Gabriel continuaron su asombroso viaje. Su Ascensión al Cielo (en árabe, Al-Mi’raj) comenzó en Jerusalén. Su primera parada fue la puerta del primer cielo.

Cuando el ángel Gabriel pidió permiso para entrar, los ángeles reconocieron al Profeta Muhammad (la paz sea con él) y le dieron la bienvenida. En el primer cielo, conoció a Adán (la paz sea con él), el padre de la humanidad. Adán lo saludó y lo llamó su hijo puro y Profeta.

El viaje continuó a través de los siete cielos con un patrón similar en cada puerta. El Profeta Muhammad (la paz sea con él) se reunió con un total de ocho Profetas, como se detalla en los hadices. En el segundo cielo, el Profeta Muhammad (la paz sea con él) se encontró con el Profeta Jesús y el Profeta Juan (la paz sea con ambos).

Y en el tercer cielo, se encontró con el Profeta José (la paz sea con él). En el cuarto cielo, se encontró con el Profeta Idris (Enoc) (la paz sea con él). Y en el quinto cielo, se encontró con el Profeta Aarón (la paz sea con él).

Los dos últimos Profetas que conoció en su ascensión fueron el Profeta Moisés (la paz sea con él) en el sexto cielo y el Profeta Abraham (la paz sea con él) en el séptimo cielo.

Más allá del séptimo cielo

El ángel Gabriel continuó el viaje con el Profeta Muhammad (la paz sea con él) hasta que llegaron al azufaifo (Sidrat Al-Muntaha). Dios menciona esto brevemente en el Corán:

…junto al azufaifo que demarca el límite, donde se encuentra el jardín de la residencia eterna. (53: 14-15)

Desde este lugar, Ángel Gabriel no pudo ir más lejos. Para él, era el límite.

Al azufaifo se le llama el límite supremo. Todo lo que sube de la Tierra o del cielo se detiene ahí, y todo lo que baja se detiene ahí (Muslim). Además, el conocimiento de los ángeles se detiene en ese punto. Nadie ha ido más allá, excepto el Profeta Muhammad (la paz sea con él). (An-Nawawi)

Dios le dio al Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones sean con él) permiso para ascender más allá de ese árbol. No conocemos muchos detalles de lo que sucedió en esa reunión. Pero sabemos que Dios ordenó al Profeta (la paz sea con él) y a todos los musulmanes a realizar cincuenta oraciones diarias.

Las cinco oraciones diarias

A su regreso, el Profeta Muhammad (la paz sea con él) se encontró con el Profeta Moisés (la paz sea con él). Le dijo, por su experiencia como Profeta, que la gente no podría rezar cincuenta oraciones al día. Sugirió que el Profeta Muhammad (la paz sea con él) le pida a Dios que reduzca el número.

Después de consultar con el Ángel Gabriel, el Profeta Muhammad (la paz sea con él) regresó para hacer esta petición. Y Dios estuvo de acuerdo. Pero el Profeta Moisés (la paz sea con él, todavía encontró que eran demasiadas. Después de regresar para una reducción adicional, se ordenó que el número de oraciones diarias fuera cinco. Pero serían cincuenta en recompensa, ya que Dios multiplica las buenas obras a las diez.

Muchos nuevos conversos musulmanes pueden pensar al principio que rezar cinco veces al día es demasiado exigente. Pero son oportunidades de oro.

La mejor manera de acercarse a la oración es verla como un momento para que el alma encuentre la paz. El alma de los creyentes asciende a Dios durante la oración, cuando el corazón se centra en la oración.

Entonces, olvídate de las preocupaciones de este mundo cinco veces al día y busca la cercanía a tu Señor. Y asciende en fe y espiritualidad, como el Profeta Muhammad (la paz sea con él) ascendió para recibir este mandato.

Es una oportunidad de oro, así que no pierdas ni descuides tus oraciones. Te ayudará a recargar tus baterías de fe y encontrar la paz.

¿Qué pasó después?

Más eventos de la vida del Profeta se detallarán en la próxima parte de esta serie, in sha Al-lah.

Así que estén atentos…

 

Fuente: About Islam