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Historias de conversos con sus madres

Por Theresa Corbin

 

Mientras me siento a escribir este artículo sobre el respeto debido a las madres en el Islam, no puedo evitar sentirme como una hipócrita.

Me pregunto por dónde empezar a contarles sobre mi relación con mi madre. ¿El fin? ¿El principio? ¿En algún lugar en el medio?

Mi madre falleció cuando yo tenía dieciocho años. Y aunque entendí en ese momento que su muerte significaba que nunca volvería a ser lo mismo, no tenía idea de cuánto arrepentimiento llevaría conmigo todos los días.

La última vez que hablé con mi madre, era su cumpleaños y estaba en una cama de hospital recuperándose de una operación. Le colocaron una bomba para el dolor en la columna vertebral para contrarrestar la tortura del cáncer que luchó tenazmente durante cuatro años.

Fue un último esfuerzo para hacerla sentir cómoda en sus últimos días. No me di cuenta de eso en ese momento.

Hice una excusa para dejarla sola en ese hospital en su cumpleaños número 48 y volver a la universidad, citando una sesión de estudio ficticia a la que tenía que asistir.

En realidad, quería volver al campus para poder pasar el rato con mis amigos.

La próxima vez que la vi, estaba falta de coherencia. Tenía demasiado dolor y tomaba demasiados medicamentos ineficaces.

Me alejé de esta mujer que puso notas de aliento en mi lonchera durante toda mi educación primaria.

Abandoné a este increíble ser humano que me dejaba acostarme en su regazo en los días malos, incluso cuando era demasiado grande.

Entonces, quería estar con mis amigos más que con mi madre, quien me prestó especial atención incluso cuando criaba a otros cinco hijos y siempre me dijo que podía ser lo que quisiera. Pero me alejé.

No sabía que:

El Paraíso está a los pies de las madres. (An-Nasa’i)

Aprendí por las malas que nunca serás amado tan completamente en este mundo como tu madre te ama.

Tu madre sufrió para llevarte en su vientre. Experimentó un dolor incomparable al darte a luz. Y no durmió para atenderte. Te limpió y te alimentó cuando no pudiste hacerlo por ti mismo. Y ella fue tu primera y más impactante maestra. Ella te aguantaba cuando hacías berrinches y cuando creías que lo sabías todo cuando eras adolescente.

El hecho de que estés vivo hoy es un testimonio del amor, el sufrimiento y la inversión de tu madre en ti. Una inversión que nunca podrá reembolsarse. Es demasiado grande. Entonces Dios nos dice que:

Trátenlos con humildad y compasión, y rueguen [por ellos diciendo]: «¡Oh, Señor mío! Ten misericordia de ellos como ellos la tuvieron conmigo cuando me criaron siendo niño». (Corán 17:24).

No tenía ningún punto de referencia a los dieciocho años para comprender todo lo que mi madre había hecho por mí. Lo di todo por sentado. Y no tenía idea de la obligación que teníamos todos de ser buenos con nuestras madres. Me imaginé que su trabajo incansable para criarme era solo su trabajo. Fui una idiota.

Eso fue hasta que fui testigo del buen trato de una hija hacia su madre menos que asombrosa. Cuando me convertí al Islam unos años después de la muerte de mi madre, conocí a una compañera conversa que se llamaba María.

La historia de María

María tuvo una educación completamente diferente a la mía.

Su madre, Stacy, no era estable ni era abiertamente cariñosa o tierna con María.

Cuando Stacy se enteró de que María, a la edad de 16 años, se había convertido en musulmana, hizo todo lo que pudo para desviar a María del camino del Islam.

Stacy ponía carne de cerdo en su comida. Se burló y trató de distraer a María de la oración. Stacy se burló del saludo de «Salam» de una manera vulgar e incluso animó a los hermanos y hermanas de María a hacer lo mismo. María se mantuvo firme en su fe y se mantuvo paciente y respetuosa con su madre a pesar de este mal trato.

A medida que María creció y se independizó de su familia, comenzó una vida por su cuenta, manteniéndose en contacto con su familia. Al establecerse en su carrera y comunidad, María tuvo una vida estable.

Entonces, un día recibió una llamada de su hermana diciéndole que su madre era adicta a las drogas y que estaba a punto de quedarse sin hogar.

María le preguntó a su madre si vendría a vivir con ella. Dejó su dormitorio y durmió en el sofá para que su madre se sintiera cómoda.

Con el paso del tiempo, María se dio cuenta de que Stacy seguía consumiendo drogas y ahora le estaba robando. María se mantuvo paciente y respetuosa y recomendó a su madre que buscara ayuda. En respuesta, Stacy continuó menospreciando la elección de María en la fe y comenzó a invitar a un elemento peligroso a la casa de María.

Al conocer la situación de María, le pregunté cómo podía ser tan paciente en una situación tan terrible. Sabía lo que era perder a una madre, pero esta situación parecía absolutamente espantosa.

María me dijo que todo lo que era y es, es porque Dios le dio una madre así. Me dijo que a pesar de que su madre estaba deprimida ahora, en un momento la había llevado con paciencia.

María dijo que sabía que ahora era su turno de intentar devolver el favor, aunque María sabía que nunca podría hacerlo.

Ella citó el Corán:

Le he ordenado al ser humano hacer el bien a sus padres. Su madre lo lleva [en el vientre] soportando molestia tras molestia, y su destete es a los dos años. Sean agradecidos conmigo y con sus padres, pero sepan que ante Mí comparecerán al final. (Corán 31:14)

Y hadiz:

Haz el bien y sirve a tu madre, luego a tu madre, luego a tu madre, luego a tu padre, luego a los parientes cercanos y luego a los que vienen después de ellos. (Al-Bujari)

Y esperaba su recompensa con Dios.

El Rahmah en el Islam

No pude evitar pensar en cómo este amor que María tenía por su madre era tan puro e inspirador.

No pude evitar pensar en cómo si todos incorporamos aunque sea un poco de esta misericordia, todos estaríamos mejor. Y aprendí que el amor, la misericordia y el respeto, especialmente por las madres, van de la mano.

Como lo explica Adnan Majid:

“[La conexión entre] el rahmah (misericordia) y el amor maternal no es sorprendente desde el punto de vista lingüístico, porque la palabra rahmah está relacionado con la palabra árabe rahm, que significa útero, vientre y, en sentido figurado, lazos familiares.

Esta estrecha conexión lingüística se expresa de manera tan elocuente en la declaración de Dios como se transmite en un hadiz qudsi:

Yo soy al-Raḥman y creé el rahm (útero), y le puse Mi Nombre. (At-Tirmidhi)

Por lo tanto, si queremos captar la misericordia (rahmah) que es el núcleo de la naturaleza misma de Dios, debemos mirar lo que este órgano femenino simboliza: las emociones nutritivas que encontramos en las madres y los lazos que unen a las familias».

Reverenciar a Dios, la razón de nuestra creación, está tan entrelazado con reverenciar a nuestras madres, que Dios nos dice en el Corán:

¡Oh, seres humanos! Tengan temor de su Señor, Quien los ha creado de un solo ser, del que creó a su cónyuge e hizo descender de ambos muchos hombres y mujeres. Tengan temor de Dios, en Cuyo nombre se reclaman sus derechos, y respeten los (vientres) lazos familiares. Dios los observa. (4: 1)

Aunque yo misma no soy madre, por la voluntad de Dios, veo a mis hermanas tener hijos y sufrir y sacrificarse por ellos. Estoy muy orgullosa de lo maravillosas que son como madres.

Mirándolas, se me hace cada vez más claro cuánto mi madre dio para que yo pudiera ser yo. Me doy cuenta de lo en deuda que estamos con los incansables esfuerzos de nuestras madres. Veo cuánto amor y misericordia ha puesto Dios en el corazón de las madres.

En el Islam, el amor es una necesidad de la fe y nadie merece nuestro amor, respeto y misericordia más que nuestras madres.

Espero que aquellos de ustedes que todavía tienen madres no se den cuenta o actúen en consecuencia demasiado tarde.

 

Fuente: About Islam

 

Acerca de Theresa Corbin

Theresa Corbin es autora de The Islamic, Adult Coloring Book y coautora de The New Muslim’s Field Guide. Corbin es una estadounidense criolla francesa y musulmana que se convirtió en el año 2001. Tiene una licenciatura en literatura inglesa y es escritora, editora y artista gráfica que se enfoca en temas de conversión al Islam, islamofobia, problemas de mujeres y puentes entre los pueblos de diferentes religiones y culturas. Es colaboradora habitual de AboutIslam.net y la revista Al Jumuah. Su trabajo también ha aparecido en CNN y Washington Post, entre otras publicaciones. Visita su blog, islamwich, donde analiza la intersección de la cultura y la religión.