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Abracé el islam: ¿dónde está la paz interior que ofrece?

Por Aisha Stacey

 

Entre las definiciones de paz en Dictionary.com encontramos, la condición normal de no guerra de una nación, grupo de naciones o el mundo. O más específicamente, la paz se define como un estado de armonía mutua entre personas o grupos, especialmente en las relaciones personales.

Por lo tanto, encontramos que en el mundo occidental la paz se considera más a menudo como un estado mental, o incluso como el sentimiento que surge cuando se elimina el estrés de la vida diaria.

Como en la frase: «solo quiero un poco de paz», a menudo pensamos que la paz es lo que necesitamos para hacer que el mundo se detenga; la paz es lo que impedirá que nuestras vidas se muevan cada vez más rápido en círculos metafóricamente cada vez más pequeños.

La paz en el Islam

En el Islam, cuando definimos la paz cambiamos un poco el enfoque. La paz no es lo que encontramos al principio, es como todo termina. Sin embargo, la búsqueda comienza y termina con el Islam.

Las palabras Islam, Muslim (musulmán) y salam (paz) provienen de la raíz árabe “Sa – la – ma”. Denota paz y seguridad.

Cuando una persona se somete a la voluntad de Dios, experimenta un sentido innato de seguridad y paz. No porque la vida se vuelva más fácil de repente, y no porque nuestras circunstancias cambien abruptamente, sino porque nuestro sentido de enfoque cambia.

Aunque sería maravilloso decir que si te conviertes al Islam, tus preocupaciones desaparecerán, no sería cierto.

Sí, con frecuencia después de que una persona se convierte al Islam, experimenta una sensación de euforia. Esto se debe a que una conversión religiosa de este tipo es un cambio cuántico. Por lo general, es una transformación repentina y dramática que altera la mente.

¡Esto es lo correcto! ¡Lo has encontrado!

Y es palpitantemente real. Incluso aquellos que han buscado e investigado durante mucho tiempo, experimentan el acto de fe que implica convertirse al Islam.

Sin embargo, ese período de dicha llega a su fin. Tarde o temprano, el converso se viene abajo.

Por supuesto que no fue un error, ¿cómo puede ser un error aceptar la verdad? Sin embargo, la vida no pasa del blanco y negro al technicolor completo. Y ahora el converso tiene que enfrentarse a muchas situaciones muy estresantes. Incluyen, decirle a su familia; usar o no usar hiyab, en el caso de la mujer, aunque los hombres tienen sus propios estándares de vestimenta para explorar.

¿Piensas contárselo a tus colegas? ¿Tu conversión significa que ahora corres muchos riesgos y peligros? Esta es una situación muy real para las personas de ciertas religiones, incluido el Hinduismo y el Cristianismo copto.

¿Dónde está la paz?

Entonces, ¿dónde está la paz en todo esto? Y la lista se hace más larga. ¿Vas a ir a la mezquita? ¿Cuál mezquita? ¿Cómo te responderá la gente de allí?

A decir verdad, con los brazos abiertos, tu conversión será celebrada y serás agasajado, pero ser musulmán no se trata solo de celebrar. A menudo, es el momento en que comienza el trabajo duro y aquellos de nosotros que disfrazamos las dificultades o, sin saberlo, aumentamos las dificultades que enfrentan los nuevos musulmanes, probablemente necesitemos repensar la experiencia de la conversión.

Las mujeres hablan particularmente sobre el hecho de que después de la celebración inicial la vida se vuelve solitaria. La Dra. Annie (Amina) Coxon, médica consultora y neuróloga, de 72 años, de Inglaterra, hizo la siguiente declaración.[1]

«Traté de unirme a varias comunidades islámicas: turca, paquistaní y marroquí. Fui a la mezquita marroquí durante tres años sin que nadie me saludara o me deseara ‘Eid Mubarak’. Y tuve cáncer y ningún amigo musulmán (excepto un anciano muy piadoso) vino a orar conmigo en los nueve meses de tratamiento».

Este fue un comentario muy triste y de alguna manera describe muy bien el sentimiento de aislamiento que sienten los conversos al Islam.

Entonces, ¿dónde está la paz? La Dra. Annie lo resume muy sucintamente en su siguiente comentario.

«Pero estas son pequeñas molestias en comparación con lo que he ganado: serenidad, sabiduría y paz».

Ahora volvamos a ese cambio cuántico. La euforia inicial se disipa pero hemos cambiado. Así lo explica la ciencia del siglo XXI.

“La viveza de la experiencia incluye una profunda emoción combinada con la certeza de que algo sucedió. Ese algo es inesperado, a menudo no provocado y casi siempre considerado muy positivo. Sus efectos son duraderos y las secuelas incluyen cambios profundos en los valores, las relaciones, las emociones y el comportamiento”.[2]

La verdadera paz

Para abrazar la paz interior que ofrece el Islam, debemos aceptar que este mundo es un lugar muy imperfecto poblado por seres humanos muy imperfectos. Esto no quiere decir que esta Creación no sea verdaderamente milagrosa, llena de una belleza y una maravilla impresionantes. Sin embargo, los insectos pican, la gente te trata mal y, a veces, las nubes grises simplemente se acumulan.

De vez en cuando somos afligidos por el dolor y las dificultades y nos sentimos muy perdidos y abandonados. El Profeta Muhammad dijo que el mundo, este mundo muy temporal, es una prisión para el creyente y un Paraíso para el incrédulo.[3]

Para encontrar la paz necesitamos conocer a nuestro Creador. La paz no va a ser impuesta sobre nosotros.

Esta vida es dura pero conocer a Dios y conocer nuestro propósito la hace llevadera y más fácil. Podemos encontrar a Dios a través de Sus Nombres y Sus Atributos. Podemos buscar el conocimiento en todos nuestros esfuerzos. Dios está allí esperando, para aliviar nuestro dolor y compartir nuestra alegría. Y buscar conocimiento beneficioso puede traernos un sentimiento de satisfacción.

Nuestros predecesores rectos entendieron la paz y el gozo inherentes que se encuentran al esforzarse por estar cerca de Dios. Sus historias están llenas de ejemplos de serenidad y añoranza del Paraíso.

La paz interior perfecta solo será nuestra si nos damos cuenta de la naturaleza transitoria de este mundo y entendemos verdaderamente que la paz, el sentimiento que estamos buscando, no está aquí, está en el Paraíso. Sólo allí encontraremos total paz, tranquilidad y seguridad. Solo allí estaremos libres del miedo, la ansiedad y el dolor que son parte de la condición humana.

Sin embargo, las pautas provistas por el Corán y las tradiciones del Profeta Muhammad nos permiten, como humanos imperfectos que somos, buscar la paz y la felicidad en este mundo, y si Dios quiere, encontrar cierta satisfacción que tal vez podamos pensar como una muestra de nuestra vida por venir.

En verdad, en el recuerdo de Dios los corazones encuentran descanso. (Corán 13:28)

 

Fuente: About Islam

 

Notas

[1] Converting to Islam: British women on prayer, peace and prejudice, por Veronique Mistiaen.

[2] Miller, William R. & C’de Baca, Janet. (2001). Quantum change: When epiphanies and sudden insights transform ordinary lives. Nueva York: Guilford Press.

[3] Sahih Muslim.