¿Ahora eres musulmán? Rebélalo…
Hablando sobre el Islam a los padres no musulmanes
Por Idris Tawfiq
Tus padres son los que saben todo sobre ti, ¿no? Cuando eras un bebé, se quedaban despiertos contigo toda la noche cuando llorabas.
Te vieron crecer, portarte mal y cometer errores.
Te han visto crecer hasta la edad adulta, y ahora que eres musulmán, ¡quieres decirles que lo que creen está mal!
Este es el dilema al que se enfrentan tantos que han abrazado el Islam.
Quieren hablar con sus padres sobre su nueva religión e incluso intentar mostrarles que el Islam es el camino correcto, pero simplemente no saben cómo empezar. ¿Cómo les dices a tus padres que has elegido una religión diferente a la que ellos eligieron para ti?
De todos los problemas que enfrentan los nuevos musulmanes, este es quizás el más delicado de todos. En parte se debe a que la televisión les ha dicho a tus padres que el Islam es una religión de fanáticos y extremistas.
Ningún padre quiere que su hijo caiga en manos de personas equivocadas. Es en parte porque ven tu elección del Islam como un rechazo hacia ellos y todo lo que representan.
El profeta Abraham y su padre
Una forma de avanzar para nosotros es ir al Corán y ver lo que dice Dios Todopoderoso. Miremos el ejemplo del Profeta Abraham (la paz sea con él) y veamos cómo habló sobre su nueva fe a su propio padre.
En el capítulo de Mariam (19:41-50) vemos el diálogo entre el profeta Abraham y su padre.
Ahora, Abraham era un profeta, y el Corán no nos da la serie de eventos antes de que vaya a hablar con su padre, pero Abraham también era un hombre y era un hijo. Imagínate cómo debe haber pensado cuidadosamente sobre lo que iba a decir. Imagínense si siquiera pensara si era mejor decir algo.
El diálogo tal como lo tenemos en el Corán es muy hermoso, porque está lleno de ternura.
Antes de que lo veamos, recuerda que los musulmanes deben ser infinitamente atentos con sus padres. Hacernos musulmanes debería ayudarnos a amar más a nuestros padres, no menos.
Tu Señor ha ordenado que no adoren sino a Él y que honren a sus padres. Si uno de ellos o ambos llegan a la vejez, no sean insolentes con ellos, ni siquiera les digan: «¡Uf!» Háblenles siempre con bondad. Trátenlos con humildad y compasión, y rueguen [por ellos diciendo]: «¡Oh, Señor mío! Ten misericordia de ellos como ellos la tuvieron conmigo cuando me criaron siendo niño». (17:23-4)
Entonces, en todas las cosas, debemos mostrarles a nuestros padres que elegir el Islam no significa que los estamos rechazando.
Entonces, ¿qué pasa con el profeta Abraham? Recuerda, su padre todavía adoraba a los ídolos. Él abre la conversación con su padre así:
«¡Oh, padre mío! ¿Por qué adoras a lo que no oye ni ve ni puede beneficiarte en absoluto?» (19:42)
Usa la lógica y la amabilidad
El idioma árabe aquí es muy bonito. Abraham no dice «ya abi» que significa «Oh padre», sino que dice «ya abati» que significa «Oh mi padre».
Esta es la forma de dirigirse a un niño pequeño que podría usar cuando tira de la manga de su padre y le dice: “Papá, papá, escúchame”. Es una forma tierna de hablar, que pide especial concentración.
Y lo que hace Abraham es hacer una pregunta retórica, una pregunta que no requiere respuesta. Él pregunta, muy lógicamente, ¿por qué alguien oraría a algo que no oye ni ve o que no puede hacer nada para ayudarlo?
Sin ser descortés o grosero, expone el caso muy claramente. ¿De qué sirve adorar un objeto que no puede oírte?, pregunta. Luego continúa diciendo:
¡Oh, padre mío! Se me ha revelado un conocimiento que tú no tienes. (19:43)
Una vez más, aquí está siendo muy lógico. Le está diciendo a su padre que se ha enterado de algo de lo que su padre no sabe nada. Respeta a su padre, pero sabe algo que su padre no sabe.
Luego adquiere más confianza y dice:
Sígueme, y te guiaré por el sendero recto. (19:43)
Imagínate cuánta oración debe haber hecho para que él dijera esas palabras. Esto también es importante para nosotros. Necesitamos orar mucho antes de plantear tal problema con nuestros padres.
Pídele a Dios que te dé las palabras. Pídele que te dé la manera correcta de abrir el tema.
Abraham entonces lo dice muy claramente:
¡Oh, padre mío! No adores al demonio, porque el demonio fue desobediente con el Compasivo. (19:44)
Sabe que si su padre continúa por el camino de la idolatría, se perderá, porque el diablo lo habrá atrapado. Llegará un momento en que necesitemos abrir el tema del Islam con nuestros padres porque queremos que sigan el camino correcto.
No queremos que sean de los que se extravían. Lo que les estamos diciendo es que lo que creen es incompleto. Si son cristianos o judíos, tienen una parte del mensaje de Dios, pero hay más. El Islam puede completar lo que creen.
Abraham continúa:
¡Oh, padre mío! Temo que te alcance un castigo del Compasivo y seas de los que acompañen al demonio [al Infierno]». (19:45)
Estamos teniendo esta conversación con nuestros padres porque queremos que sepan sobre el verdadero Islam, no el Islam que ven en los programas de entrevistas y en las caricaturas. No queremos que la ignorancia los ciegue a lo que es verdadero y en sus mejores intereses.
No siempre habrá un final feliz
En el caso de esta conversación entre el profeta Abraham y su padre, el diálogo no sale como él quiere.
Esto también es una lección importante que debemos aprender. Dios Todopoderoso no nos pide más que le digamos el mensaje del Islam cómo es.
Él no promete los resultados que queremos. Nuestra recompensa es por hacer lo que Él dice. El padre de Abraham le responde, no diciendo «Oh, hijo mío», sino llamándolo «Abraham».
Le pregunta a Abraham si está rechazando a sus dioses, porque si lo está, lo apedreará. De hecho, rechaza a su hijo por completo y lo evita.
Una vez más, prepárate para que la conversación no termine siendo todo dulzura y ligereza. Podría terminar con una discusión.
Pero recuerda, también, que debemos responder como lo hizo Abraham.
Pase lo que pase en una conversación de este tipo con nuestros padres, nunca debemos renunciar a ellos, nunca dejar de orar por ellos.
La vida está llena de «qué pasaría si».
“¿Qué pasa si me atropella un auto?”
“¿Qué pasa si pierdo mi trabajo el próximo mes?”
“¿Qué pasa si me enfermo?”
No tenemos control sobre cada «qué pasaría si». Sobre lo que sí tenemos control son las decisiones que tomamos en la vida. Y, una vez hechas, tenemos que vivir con las consecuencias de esas elecciones.
Elegir el Islam, en respuesta al llamado de Dios, traerá consecuencias. “Qué pasaría si” no es una razón para que no abracemos el Islam. Tampoco es una razón para no hablar del Islam con nuestros padres.
Debemos demostrarles que, contrariamente a lo que les muestra la televisión, no hemos sido secuestrados por terroristas ni estamos listos para partir hacia las montañas de Afganistán. No, todavía los amamos tanto como siempre.
De hecho, en todo caso, estamos obligados a amarlos y cuidarlos ahora más que nunca. Seguimos siendo ciudadanos de nuestro país y orgullosos de serlo. Lo que ha cambiado es que hemos encontrado una gran paz en nuestros corazones y una gran felicidad en nuestras vidas.
Por la voluntad de Dios, usando el ejemplo del Profeta Abraham, encontraremos el coraje para hablar con nuestros padres sobre lo que ahora se ha vuelto tan importante para nosotros, el dulce y hermoso mensaje del Islam, y nuestras propias palabras y buen ejemplo los conducirá un día también a ellos a la plenitud de la verdad.
Fuente: About Islam