Lecciones de la historia del Profeta Saleh
Por Idris Tawfiq
El Islam, por supuesto, reconoce a todos los Profetas anteriores, creyendo que Dios Todopoderoso los envió a lo largo de la historia de la humanidad a todas las naciones para comunicar Su mensaje.
Envié a cada nación un Mensajero [para que los exhortara a] adorar a Dios y a rechazar la idolatría. (Corán 16:36)
Los musulmanes creen que el Profeta Muhammad (la paz sea con él) es el último de una larga lista de tales mensajeros. Su mensaje era para todas las personas y para todos los tiempos.
El Corán nos habla de algunos profetas que no se mencionan en la Biblia.
Uno de ellos es el Profeta Saleh (la paz sea con él). Su historia es interesante porque Dios no la cuenta una sola vez en el Corán, sino muchas veces.
El Profeta Saleh vivió en la región de Al-Hajr, que estaba ubicada a lo largo de la ruta comercial desde el sur de Arabia hacia Siria. La ciudad de “Madain Saleh” se encuentra a varios cientos de kilómetros al norte de Medina en la actual Arabia Saudita y lleva su nombre.
Las viviendas rocosas en las que vivía la gente todavía se pueden ver allí hasta el día de hoy. Saleh fue llamado a predicar un mensaje a la gente de Zamud.
Según el Corán, estas personas cultivaban tierras fértiles muy ricas y se habían vuelto muy vanidosos debido a su riqueza. También adoraban a muchos dioses, oprimían a los pobres entre ellos y vivían vidas que estaban lejos del tipo de vida que Dios quería que llevaran.
El mensaje
El mensaje de Saleh fue muy simple: le dijo a su pueblo que se alejara del mal comportamiento y que, en cambio, se volviera hacia el Único Dios, Al-lah, quien les dio todas las cosas buenas que disfrutaban.
Ahora no parece un mensaje muy difícil de entender, ¿verdad? Sin embargo, la gente de Zamud era muy terca en sus caminos y se negaba a aceptar el mensaje que les traía Saleh.
Dios obra de maneras muy extrañas, a veces más allá de nuestra comprensión. ¡La forma en que Dios eligió hablar a la gente de Zamud fue a través de la historia de una camella!
Esto es, quizás, lo primero que debemos notar sobre la historia de Saleh tal como se cuenta en el Corán. Dios puede elegir cualquier forma de transmitirnos su mensaje.
A menudo somos lentos para entender, pero Él puede hablarnos a través de personas y eventos, o incluso puede hablarnos a través del ejemplo de un camello. El hecho de que Él nos cuente la historia no una, sino muchas veces, es una señal segura de que su mensaje es importante.
La historia tal como se cuenta en el Corán es así. La gente de Zamud era muy vanidosa y se negaba a aceptar que Saleh fuera un mensajero enviado por Dios, por lo que le pidieron una señal para probar sus palabras, (11:62).
Le pidieron, en efecto, no cualquier señal, sino algo muy específico. Señalaron una enorme roca que se erguía sola y le propusieron que pidiera a su Dios que hiciera de ella una camella.
A pesar de su obstinación, Saleh hizo esto, con la condición de que creerían en Dios si sacaba la camella de la roca, y así lo aceptaron.
Saleh luego oró fervientemente a Dios para que respondiera a su pedido. La gran roca se movió y se partió, y de ella salió una hermosa camella, que estaba preñada y pronto a dar a luz. Dios proveyó al pueblo de Zamud con este milagro para probarlos, para ver si obedecían Sus órdenes. Saleh les dijo:
¡Oh, pueblo mío! Esta es la camella de Dios, y es para ustedes un signo [del poder divino], déjenla que paste en la tierra de Dios y no le hagan ningún daño, pues de lo contrario los azotará un castigo ineludible. (11:64)
La camella vivió entre la gente de Zamud y pronto dio a luz. Algunas personas aceptaron creer en Dios por lo que habían visto y por lo que habían prometido.
Otros, sin embargo, no lo hicieron y comenzaron a odiar a la camella, ya que les recordaba a Saleh y la promesa que le habían hecho. Solía pastar entre sus rebaños y beber de sus aguas.
De hecho, un día ella bebería, y al día siguiente beberían los demás. Saleh les dijo que la dejaran beber del agua del pozo por un día, y que al otro día beberían ellos como ordenó Dios:
«e infórmales que el agua debe compartirse, y que deberán respetar su turno». (54:28)
En lugar de ser amables con el animal, en realidad optaron por hacerle daño. (7:75-7)
Como si su incredulidad no fuera suficiente, también desafiaron a Saleh a traer el castigo de Dios sobre ellos si él era, de hecho, un Profeta.
Nueve hombres entre ellos, conocidos por su maldad e incitados por algunas de las mujeres, fueron a la camella y su cría en la noche, y los mataron a ambos.
Saleh estaba enojado por lo que habían hecho. La camella seguramente no les había hecho daño, dijo.
«Disfruten en sus hogares durante tres días [porque luego les llegará el castigo]; esa es una promesa que no dejará de cumplirse». (11:65)
A pesar de sus burlas y desprecio por su mensaje, el pueblo fue destruido. (11:67-8)
Saleh y sus seguidores se mudaron de ese lugar, para nunca regresar.
Lecciones de la historia
El mensaje de Saleh debe ser importante o Dios no lo habría repetido tan a menudo en el Corán. Entonces, ¿qué nos dice hoy? ¿Cómo puede este episodio de una camella enseñar a los hombres y mujeres modernos cómo vivir?
Pues bien, ante todo nos enseña que no debemos poner a Dios a prueba, pidiéndole señales y pruebas, cuando toda la creación es seguramente una gran señal de Su bondad para con el mundo. Él nos ha enviado repetidas veces a Sus mensajeros, pero somos muy lentos para creer.
Nos enseña, también, a no desobedecer a Dios, sino a escuchar a Sus Profetas y mensajeros y ser prontos para hacer lo que dicen.
La historia de Saleh nos enseña un hecho importante sobre nosotros mismos. Estamos de acuerdo con Dios cuando las cosas nos van bien, pero luego nos retractamos de lo que le hemos prometido, volviendo a nuestros caminos anteriores.
Piensa en cuántas veces hemos suplicado tal o cual cosa, prometiendo hacer todo tipo de cosas buenas a cambio. Cuando conseguimos lo que queremos, tendemos a olvidar nuestras promesas muy rápidamente.
Conclusión
Finalmente, el mensaje de Saleh es saludable para el mundo de hoy. Nos enseña que Dios no será burlado. Él, el Creador de los cielos y la tierra y todo lo demás, está a cargo de todas las cosas.
A veces los humanos piensan que pueden engañarlo y actuar en contra de Su voluntad, pero todas las cosas están a Su alcance. Él puede poner fin a nuestra terquedad en cualquier momento si así lo desea.
Creemos que somos tan importantes y tan inteligentes, con nuestras armas nucleares y nuestra capacidad de enviar personas al espacio exterior, mientras que al mismo tiempo, como la gente de Zamud, oprimimos a los pobres y negamos sus derechos incluso a las personas sencillas.
El Profeta Saleh (la paz sea con él) nos enseña algo muy importante: que hacer la Voluntad de Dios es una recompensa en sí misma. No necesitamos señales ni pruebas ni felicitaciones por hacerlo, (26:145).
Puedes encontrar la historia del Profeta Saleh contada en su totalidad en estos lugares del Corán: el capítulo siete, llamado Al-Araf, versículos 73-78, el capítulo 11, llamado Hud, versículos 61-68, el capítulo 26, llamado Ash-Shu
araa’, versículos 141-159, y el capítulo 27, llamado An-Naml, versículos 45-53.
Puede enseñarnos a todos a ser mejores personas.
Fuente: About Islam