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Recordar a Al-lah va más allá de repetir Su nombre

Por Abdul Rashid Siddiqui

 

El corazón de un creyente siempre debe estar lleno del recuerdo de Dios. El olvido y la negligencia son las principales debilidades del ser humano. El único remedio es que el creyente debe desarrollar la conciencia de Dios y estar constantemente consciente de que Él lo observa.

Todos los actos de adoración tienen como objetivo acercar al hombre a Dios. El Corán dice: Yo soy Al-lah, y no hay más divinidad que Yo. Adórame solo a Mí y haz la oración para recordarme, (Ta-Ha 20:14). El sermón del viernes también constituye el recuerdo de Dios (Al-Yumu’ah 62:10).

Pero debemos tener claro que el recuerdo de Dios no se limita a ciertos actos de adoración formal. El punto es que uno siempre debe recordarlo a Él: aquellos que invocan a Dios de pie, sentados o recostados, que meditan en la creación de los cielos y la Tierra, (Aal-‘Imran 3:191).

Thabit Al-Banani (que Dios tenga piedad de él) exclamó una vez: “Sé cuándo mi Señor se acuerda de mí”. Al escuchar esto, los presentes temblaron de miedo y le preguntaron cómo sabía esto. En respuesta, recitó el versículo 152 de Surat Al-Baqarah: Recuérdenme que Yo los recordaré. Además, está registrado en el hadiz:

Llego a la altura de las expectativas de Mi siervo. Yo estoy con él cuando se acuerda de Mí. Cuando hace mención de Mí en su corazón, Yo mismo hago mención de él. Cuando Me menciona en una reunión, Yo lo menciono en una mejor reunión (de los ángeles), (Al-Bujari y Muslim).

Es el colmo de la felicidad para un ser humano que Dios lo recuerde y lo mencione en la bendita reunión de los ángeles.

Hemos tomado nota de la naturaleza importante y bendita del recuerdo de Dios. De la misma manera, el descuido es fatal, trayendo deshonra sobre uno mismo. Aquellos que olvidan a Dios son olvidados por Él, (At-Tawbah 9:67). Dios entonces les permite vagar en la red de su propio ser (Al-Hashr 59:19). El desprecio de uno por Dios culmina en la ruina del yo.

El universo recuerda a Dios

Vale la pena notar que todo en el universo está ocupado recordando y glorificando a Dios. Este punto se hace explícitamente en el primer verso de Sura Al-Hadid (sura57) y en muchos otros lugares del Corán.

A medida que uno se dedica a recordar, alabar y glorificar a Dios, se vuelve uno con todo el universo y se abre la puerta a toda bondad y éxito.

El recuerdo de Dios debe impregnar la vida de uno en todos los aspectos. No debe limitarse a recitar ciertas fórmulas en privado a una hora determinada. Las oraciones, el zakah, el ayuno y el Hayy son las manifestaciones prácticas del recuerdo de Dios.

Además, el recuerdo de Dios no se limita a la pronunciación y el habla; toda la mente y el proceso de pensamiento de uno deben estar constantemente imbuidos de ello, como enseña el Corán:

«aquellos que invocan a Dios de pie, sentados o recostados, que meditan en la creación de los cielos y la Tierra» (Aal ‘Imran 3:191)

El recuerdo de Dios que es más gratificante involucra nuestros pensamientos y nos impulsa a pensar en nuestra responsabilidad en el Más Allá. Esto, a su vez, motiva las medidas necesarias para protegernos contra el Fuego del Infierno.

Además de los actos de adoración, el estudio del Corán es otro medio efectivo para recordar a Dios. Él habla del Corán mismo como un recuerdo (Al-Anbiyaa’ 21:50 y Al-Hijr 15:9). Se dice además,

He hecho el Corán fácil de comprender y memorizar. Pero, ¿habrá alguien que reflexione?, (Al-Qamar 54:17).

Uno debe recitar el Corán con suma devoción y reflexionar sobre su contenido.

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Otras formas de recordar a Dios son recitar las súplicas registradas en la autoridad del Profeta. Estas nos recuerdan constantemente, en cada etapa de la vida, que uno debe volverse completamente hacia Dios y mantener una relación cercana con Él.

Estas súplicas no deben ser meramente pronunciadas, deben reflejarse en los pensamientos y acciones de uno. El Corán afirma además,

¡Creyentes! Que las posesiones materiales y los hijos no los distraigan del recuerdo de Dios. Pues quienes se alejen del recuerdo de Dios serán los perdedores. Den en caridad parte de lo que les he provisto, antes de que la muerte les sobrevenga y [recién] entonces digan: «¡Señor mío! Concédeme un poco más de tiempo para poder hacer caridades y ser de los piadosos». (Al-Munafiqun 63:9-10)

En este contexto, el recuerdo de Dios consiste en gastar en Su causa. Uno de los beneficios de recordar a Dios es que el hombre siempre está consciente de que morirá, y por eso gasta generosamente para complacerlo.

Protección contra la negligencia

El objetivo de todos los deberes prescritos del culto es entrenarnos para prepararnos contra las debilidades humanas y para remediarlas. Podemos alcanzar la meta de la autopurificación cumpliendo estos deberes adecuadamente.

El olvido es una gran debilidad del hombre; el remedio eficaz para ello es la oración. El hombre está expuesto a dejarse llevar por el brillo de la vida mundana; se siente atraído por acumular riqueza y puede desarrollar un fuerte amor por ella; el remedio para esto es el zakah y gastar para complacer a Dios en Su causa.

De manera similar, el hombre es vulnerable a los bajos deseos del yo. Se complace comiendo, bebiendo, viviendo en exceso en el lujo y satisfaciendo sus bajos apetitos; el remedio está en el ayuno, que adiestra y disciplina estos apetitos y deseos. El Hayy también cura al hombre de estas debilidades porque sus rituales prefiguran efectivamente los procedimientos del Día del Juicio.

 

Extraído con algunas modificaciones de Tazkiyah: The Islamic Path of Self-Development. Cortesía de la Fundación Islámica.

 

Fuente: About Islam