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Satisfacción con el Decreto de Al-lah

Por Idris Tawfiq

 

Vamos a hablar hoy sobre la satisfacción con el decreto de Al-lah; en árabe llamamos a esto al-rida, estar contentos con lo que Dios Todopoderoso nos ha dado y ser felices con nuestra suerte.

En inglés hay un dicho «Manteniéndose al día con los Joneses«.

Lo que significa es que hay una familia imaginaria, una familia ficticia llamada la familia Jones, que vive en la casa de al lado, o vive al otro lado de la calle o al final de la calle, y de acuerdo con esta idea de mantenerse al día con los Jones, si la familia Jones consigue un coche nuevo, tenemos que conseguir un coche nuevo también.

Si los Jones consiguen una piscina, necesitamos una piscina; si los hijos de los Jones van a tal escuela elegante, nuestros hijos tienen que ir a tal escuela elegante…

Esta idea de mantenerse al día con los Jones puede carcomernos. Tenemos que ser iguales, si no mejores, que todas las personas que nos rodean.

Esta actitud ante la vida nos anima a tener envidia de otras personas. Esta actitud de esa gente que tiene mejor auto que el que tenemos nosotros, ¿por qué? Quiero un coche mejor. Esa gente usa mejor ropa que yo, yo quiero mejor ropa…

Este mundo de las cosas, de las cosas materiales, nos incita a juzgarnos unos a otros en comparación con otras personas y a calificarnos a nosotros mismos de acuerdo con nuestro prójimo.

Bueno, según ese cálculo, si yo no tengo mucho, y la gente que pasa a mi lado tiene mucho, me va a dar envidia, a menos que estemos contentos, a menos que veamos las cosas de otra manera, a menos que veamos todas las cosas como regalos, a menos que veamos que todo en esta vida viene como un regalo de Dios Todopoderoso.

Ya sabes cómo en una fiesta o un cumpleaños, abres los regalos y alguien te da un regalo grande y alguien te da un regalo pequeño, y por lo general no te molesta la gente que te ha dado el regalo pequeño porque ha sido dado con amor. Tu madre te da un pequeño regalo y tu tío te da un regalo más grande, los quieres mucho a los dos.

El regalo de la vida

Pero si miramos la vida como un regalo, nos contentamos con lo que tenemos. Sabes, me dijeron hace algunos años, escuché una jutbah muy hermosa y el que hablaba describió este mundo diciendo que este mundo es como una obra de teatro, este mundo es como un drama y cuando esta vida comienza, todos nos ponemos ropa diferente.

Entonces, algunos de nosotros nos ponemos la ropa de un rey, algunos de nosotros nos ponemos el disfraz de una persona pobre, algunos de nosotros nos ponemos el disfraz de un ingeniero, un maestro o un ama de casa… y representamos ese papel. Pero cuando el drama termina, cuando la vida termina, nos quitamos los disfraces que hemos estado usando y volvemos exactamente a lo que éramos al principio, todos iguales ante los ojos de Dios.

Sabes que en la mezquita no hay reyes ni presidentes ni príncipes. Todo lo que tenemos en una mezquita son musulmanes de pie uno al lado del otro, rezando unos con otros a Dios. Uno puede ser un Rey, uno puede ser un Príncipe, uno puede ser el barrendero que limpia el palacio y los jardines, pero todos somos iguales ante los ojos de Dios.

Así que en este mundo tenemos diferentes roles que desempeñar. Todo el mundo es igual, todo el mundo es igual ante los ojos de Dios, pero las personas tienen diferentes roles que desempeñar, y Dios ha elegido qué roles tenemos.

Antes de continuar, debemos tener mucho cuidado cuando hablamos sobre el plan de Dios y Su decreto, no debemos culpar a Dios por los problemas que creamos nosotros mismos.

Ya sabes, si hay personas en este mundo muriendo de hambre, no tienen comida, no culpemos a Dios por eso.

Hay mucha comida en este mundo, hay mucha comida para todos; el hecho de que a algunas personas les guste comer hamburguesas de carne de res que requieren que las vacas se alimenten con tanto maíz y lo que sea, nuestra elección significa que las personas que viven en otra parte del mundo no tienen nada para comer. Así que no culpemos a Dios por algunos de los problemas que causamos.

Pero sí, en la vida, las personas son diferentes; algunas personas son ricas, algunas personas son pobres, algunas personas son inteligentes, algunas personas no lo son, algunas personas son hermosas, algunas personas no son hermosas… las personas son diferentes, pero a los ojos de Dios todos somos hermosos.

Recuerda que Dios Todopoderoso no comete errores. Cuando creó a una persona, no la creó y dijo: “¡Oh! Me equivoqué con eso”.

No.

Él nos hace a todos tal como Él quiere que seamos y, de hecho, Él nos dice en el Corán:

Que he creado al ser humano con la mejor conformación. (Corán 95:4)

No dice “a algunos seres humanos los creé en el mejor de los moldes, a otros no, tenemos clases de personas…”

Él no dice eso. Él dice:

he creado al ser humano con la mejor conformación.

Todas las personas son iguales ante los ojos de Dios, pero todas las personas son diferentes. Entonces, como en ese drama, algunos de nosotros usamos la ropa de un rey, algunos de nosotros usamos la ropa de un pobre.

El contentamiento como parte de la fe

El contentamiento con lo que tenemos es para la gente de fe.

Los musulmanes creen que cuando termine este drama, el pobre y el rey, si vivieron una buena vida, ambos irán al mismo Paraíso y, como describe bellamente el Corán, ambos estarán vestidos con prendas de seda verde. y llevarán brazaletes de perlas y oro y beberán de copas de oro y habrá agua fluyendo debajo de nosotros…

Estas son imágenes hermosas, pero Dios nos dice muy claramente que para todas las personas de fe la recompensa será grande.

Entonces, para las personas que son pobres en este mundo, para las personas que no tienen tanto como otras personas en este mundo, tenemos, para empezar, la promesa de que después de este corto tiempo de vida (50, 60, 70 años , sea lo que sea) nuestra recompensa va a ser extraordinaria.

Hay algo que las personas de fe pueden hacer, porque satisfechos con lo que Dios quiere, como musulmanes, decimos “Qaddaral-lahu wa ma sha’a fa’al” (Al-lah ha decretado las cosas como Él quería que fueran).

Dios está a cargo

No olvidemos que Dios está a cargo, nosotros no. Dios está a cargo de este mundo y Él decidió las cosas con justicia: “Quiero que las cosas sean de esta manera, y quiero que otras cosas sean de esa otra manera”.

No tenemos la mente de Dios, no sabemos por qué hizo estas cosas, pero sabemos que no necesitaba hacernos, sabemos que no necesitaba hacer este mundo ni nada.

Sabemos que Él no necesita que los ángeles lo alaben, Él no necesita que lo adoremos, Él no necesita ninguna de esas cosas. Él es infinito en toda Su Perfección; Él es perfecto en todos los sentidos, y nuestra alabanza no agrega nada a Su grandeza.

Entonces, si Él nos hizo, parece lógico que si Él no obtiene nada al hacernos, Él solo puede hacernos por odio o por amor, y del Corán y la Sunnah del Profeta Muhammad (la paz sea con él), vemos que nos hizo por amor.

Entonces, ¿qué hacemos nosotros, como musulmanes, qué hacemos como personas de fe para tratar de llegar a un acuerdo con lo que tenemos?

Una cosa que hacen los musulmanes, por ejemplo, es que en todas las cosas decimos Alhamdu lil-lah en todas las cosas: cuando sucede algo malo, decimos Alhamdu lil-lah (alabado sea Dios); cuando sucede algo bueno, decimos Alhamdu lil-lah. Y debido a que no vemos las cosas como las ve Dios, a veces sucede algo malo y pensamos que es un desastre.

Piensa en un momento de tu vida en el que perdiste un trabajo, perdiste a un ser querido… algo aparentemente terrible sucedió y, a raíz de eso, lo recordamos años después y decimos «bueno, no fue el fin del mundo cuando sucedió eso”.

La pérdida de un ser querido es algo terrible, pero perder un trabajo, por ejemplo, a veces puedes mirar hacia atrás y decir: «Parecía terrible, pero en realidad fue el comienzo de un nuevo período de mi vida».

Consejos prácticos

Entonces, si queremos estar contentos con lo que Dios nos da, decimos en todas las cosas “Alhamdu lil-lah”. Decimos en todas las cosas, como musulmanes, “Bismil-lah Ar-Rahman Ar-Rahim”; En el nombre de Dios, hacemos esto, en el nombre de Dios tomamos un sorbo de agua… hacemos todas las cosas en el nombre de Dios.

Y también, como musulmanes para todas las cosas, decimos In sha Al-lah; si Al-lah Todopoderoso quiere que sea así, sucederá.

Si podemos mantener esas tres frases cerca de nuestro corazón: “Alhamdu lil-lah, In sha Al-lah, Bismil-lah Ar-Rahman Ar-Rahim” nos convertiremos en personas de fe y comenzaremos a ver las cosas no con un ojo en la piscina del la gente de al lado, no con la mirada puesta en el coche del señor que viene a trabajar y aparca junto a nuestra bicicleta, no al lado de la gente con zapatos de lujo cuando nosotros sólo llevamos zapatitos de plástico en los pies.

Lo que hacemos es agradecer a Dios Todopoderoso porque vemos las cosas con los ojos de la fe y si vemos las cosas con los ojos de la fe, nos damos cuenta de que todas las cosas están hechas y controladas por Dios.

 

Fuente: About Islam