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La protección de las casas de culto

Por Mohamed Sadek

 

Salvaguardar monasterios, iglesias, sinagogas y mezquitas es una causa islámica.

Al-lah Todopoderoso (Dios, el Altísimo) dice en el Sagrado Corán:

Se les ha permitido [combatir a los creyentes] que son atacados porque son víctimas de una injusticia. Dios tiene el poder para socorrerlos. Ellos fueron expulsados injustamente de sus hogares solo por haber dicho: «Nuestro Señor es Dios». Si Dios no se hubiera servido de algunas personas [creyentes] para combatir a otros [incrédulos], se habrían destruido monasterios, iglesias, sinagogas y mezquitas, en donde se recuerda frecuentemente el nombre de Dios. Dios socorre a quien se esfuerza denodadamente por Su religión. Dios es Fuerte, Poderoso (22:39-40)

Aquellos que destruyen las casas de culto o matan a sus fieles cometen actos no islámicos e impíos.

Durante la vida del profeta Muhammad, los judíos en Medina tenían una sinagoga y un instituto educativo, Bait-Al-Midras. El Profeta preservó el instituto y dio protección a los judíos.

El Profeta respetó la autonomía de las iglesias cristianas. El nombramiento de obispos y sacerdotes se dejaron a la comunidad cristiana misma.

El Profeta envió un mensaje a los monjes de Santa Catalina en el Monte Sinaí:

«Este es un mensaje escrito por Muhammad ibn Abdullah, como un pacto para aquellos que adoptan el Cristianismo, lejos y cerca, estamos con de ellos. En verdad, los defiendo por mí mismo, los sirvientes, los ayudantes y mis seguidores, porque los cristianos son mis ciudadanos, ¡y por Al-lah! Me opongo contra todo lo que les desagrada. No se les debe obligar. Ni sus jueces deben ser cambiados de sus trabajos, ni sus monjes de sus monasterios. Nadie debe destruir una casa de su religión, para dañarla o para llevar cualquier cosa de ella a las casas de los musulmanes. Si alguien tomara alguna de estas, estropearía el pacto de Dios y desobedecería a Su Profeta. En verdad, ellos (los cristianos) son mis aliados y tienen mi carta de seguridad contra todo lo que odian. Nadie debe obligarlos a viajar ni obligarlos a pelear. Los musulmanes deben luchar por ellos. Si una cristiana está casada con un musulmán, esto no se llevará a cabo sin su propio consentimiento. No se le debe impedir que vaya a su iglesia a rezar. Las iglesias deben ser respetadas. No se les debe impedir repararlas. Nadie de la nación debe desobedecer este pacto hasta el Día del Juicio y el fin del mundo».

 

Fuente: Ahl-AlQuran