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Dios No Tiene Hijos Ni Fue Engendrado – El Concepto De Dios En El Islam

Mi amigo (ateo) es un hombre al que le gusta debatir y se deleita en hablar. Él piensa que nosotros los creyentes somos ingenuos, que nos alimentamos de ilusiones y perdemos los placeres y las atracciones de este mundo seduciéndonos a nosotros mismos con el Paraíso. Estudió en Francia donde obtuvo su doctorado, se juntó con hippies y llegó a descreer en todo.

Se dirigió a mí diciendo sarcásticamente: Dices que Dios existe. La principal de entre tus pruebas es la ley de la causalidad, que estipula que cada artefacto, criatura o existencia deben haber sido traídos a la existencia por un fabricante, creador, o causa: un pedazo de tela apunta al tejedor, una pintura al pintor. El universo, de acuerdo con esta lógica, es la prueba más convincente de un Dios Poderoso que lo creó. Concedido que creemos en este creador, ¿no estamos autorizados, de acuerdo con la misma lógica, a preguntar, «¿quién creó al creador?, ¿quién ha creado al Dios del que hablas?» ¿Acaso tu propio razonamiento y la ley de causalidad no te lleva a la misma pregunta? Ahora, ¿qué tienes para decir acerca de este dilema?

Yo le respondí dejándole en claro que su pregunta no tenía sentido. No hay un dilema ni nada por el estilo. Concedes que Dios es creador y luego preguntas quién Lo creó, haciéndole tanto creador como creado en la misma frase, lo cual es una contradicción. La otra cara de la falta de sentido de tu pregunta es que te imaginas al creador estando sujeto a las mismas leyes que rigen a Sus criaturas.

La causalidad es una ley para nosotros, que vivimos en el espacio y el tiempo. Dios, quien creó el espacio y el tiempo, es necesariamente trascendente en relación con los dos y es un error de nuestra parte el pensar que está afectado por Sus leyes. Es Dios quien creó la ley de la causalidad y no podemos considerarlo como sujeto a la ley que Él mismo creó.

En este sofisma tuyo eres como esos muñecos que, al ver que te mueves por cuerdas, te imaginas que el hombre que te creó también es movido por la acción de unas cuerdas. Si se te dijera que él se mueve libremente sin cuerdas replicarías que es imposible que algo se mueva de forma espontánea, ya que todo en tu mundo es movido por una cuerda.

Al igual que este ejemplo, no te puedes imaginar que Dios existe en Su propia Esencia, sin necesidad de una causa eficiente; y esto es porque ves todo lo que te rodea en la necesidad de tal causa. Es como si pensaras que Dios necesita un paracaídas para descender entre los hombres o un coche rápido para llegar a Sus Profetas; Dios es infinitamente exaltado por encima de esas concepciones.

El filósofo alemán, Immanuel Kant, se dio cuenta en su obra “Critique of Pure Reason», que la mente no puede comprender realidades infinitas y que está, por naturaleza, dotada solo para captar las particulares. Es incapaz de comprender una existencia tan universal o total, como la de la divinidad.

Dios es conocido por la conciencia y no por la razón. Solo nuestra sed es una prueba de que el agua existe, nuestro anhelo por la justicia es una prueba para nosotros que un Ser Justo existe. Aristóteles siguió la cadena de causalidad trazando la silla a partir de la madera, la madera a partir del árbol, el árbol a partir de una semilla, y la semilla a partir del sembrador. Tenía que concluir que esta cadena, que retrocede en el tiempo infinito debe haber comenzado con una causa “sin causa”, un primer móvil sin ninguna necesidad de un motor, un creador que no ha sido creado. Esto es lo mismo que afirmamos de Dios.

Por otro lado, Ibn Arabi, el místico musulmán, respondió a la pregunta de quién hizo al creador diciendo que esto solo se le puede ocurrir a una mente desordenada. Según él, es Dios el que fundamenta la existencia y sería erróneo señalar la existencia o el universo como una prueba de Dios.

Esto es lo mismo que decir que la luz indica el día y sería un argumento torcido reclamar que el día demuestra la existencia de la luz.

Dios dice en un enunciado divino (Hadith Qudsi): “Soy Yo Quien ayuda a demostrar y encontrar, no hay ninguna prueba que conduzca a Mí Dios es la prueba que no necesita de otra prueba.

Él es la verdad auto-evidente, y Él es la evidencia que corrobora todo. Él se manifiesta en el orden, la precisión, la belleza y la regularidad; en las hojas de los árboles, en las plumas de un ave, en las alas de una mariposa, en la fragancia de las flores, en el canto del ruiseñor, en la armonía de los planetas y las estrellas, que constituye ese poema sinfónico que llamamos el universo.

Si alegamos que todo esto vino a ser por casualidad, seríamos como una persona que cree que haciendo estallar por los aires las teclas de una prensa puede resultar en el ensamblaje de un soneto shakesperiano sin autor.

El Corán nos ahorra todos estos argumentos con unas pocas y expresivas palabras. Dice sin sofismas y en una claridad decisiva: «Di: Dios es Uno, eterno. Él no engendró a nadie, ni fue engendrado. Ninguno es igual a Él».

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Mi amigo continúo interrogándome en su tono sarcástico: «¿Por qué dices que Dios es uno? ¿Por qué no habrían muchos dioses compartiendo el ‘trabajo’ entre ellos?»

Elegí contestar no con la ayuda del Corán sino con la lógica que él acepta: la de la ciencia. Mi respuesta fue que Dios es uno porque el universo entero está construido por un solo material y de acuerdo a un plan unificado.

Los noventa y dos elementos de la tabla de Mendelev están construidos a partir del hidrogeno  y de la misma manera en que las estrellas y el sol arden en el espacio, esto es, por la fusión y emisión de energía atómica.

Todas las formas de vida están construidas de materiales compuestos de carbono – ellas se carbonizan cuando se queman – de acuerdo a un único plan anatómico. La anatomía de un sapo, un conejo, una paloma, un cocodrilo, una jirafa y de una ballena revela la misma estructura anatómica en todos. Las mismas arterias, venas, cavidades cardiacas y huesos corresponden en todos ellos. Las alas de una paloma son las patas delanteras de una rana: los mismos huesos con una ligera transformación. El cuello largo de la jirafa contiene siete vertebras, encontramos el mismo número en el cuello de un erizo. El sistema nervioso en todos consiste en el cerebro, la medula espinal, y los nervios sensoriales y motores. Sus sistemas digestivos contienen el estómago, el duodeno y el intestino delgado y grueso. Los aparatos genitales tienen los mismos componentes: los ovarios, el útero, los testículos y sus conductos,  mientras en el sistema urinario en todos consiste en los riñones, la uretra y la vejiga.

La unidad anatómica en cada una de estas criaturas es la célula. Ya sea que hablemos de plantas, animales o humanos, encontramos las mismas características; todos respiran, se reproducen, mueren y nacen de la misma manera.

¿Cuál es lo extraño, entonces, en afirmar que el creador es Uno? ¿Acaso Él sufre de alguna deficiencia por la cual no pueda finalizar lo que crea? Es solo quien es imperfecto quien se multiplica. Si hubiera más de un dios caerían entre ellos, cada uno tomando su propia creación para su lado, y el mundo estaría arruinado.

Para Dios es la sublimidad y la contundencia – atributos que no toleran asociados.

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Mi amigo se burló de la idea de la divinidad que nosotros abrigamos. Se preguntó de ese dios que interfiere en cada cosa grande o pequeña, dominando todas las criaturas y «dando a entender a las abejas que habiten en las montañas». Ninguna hoja cae sin que Él sepa de ello y ninguna fruta crece fuera de su capullo, sin que Él tome cuenta de ello. Ninguna mujer concibe y da a luz sin Su conocimiento. Es Él quien hace al pie tropezar con un agujero y a la mosca caer en el plato de comida. Incluso si el teléfono está muerto, o la lluvia no cae o, por el contrario, si cae, Él está detrás de todos estos eventos. ¿No mantienes tu dios ocupado, preguntó mi amigo, con demasiadas cosas triviales bajo tal concepción de Él como esa?

No entiendo realmente a mi amigo. ¿Sería Dios, en esta opinión, más divino si se desentendiera de toda responsabilidad y, le diera la espalda al mundo que Él creó, dejándolo sin atención para que se autodestruyera en conflictos?

¿Es la verdadera divinidad, en esta estimación, el ser inactivo, inconsciente, que no oye, no ve ni responde a sus criaturas ni cuida de ellas? Es para además preguntarse: ¿desde cuándo sabe mi amigo que ciertos asuntos son importantes y suficientemente serios como para merecer atención?

La mosca, que le parece al interrogador, tan insignificante que no importa si se cae en un plato de comida o no, puede cambiar la historia con tal caída sin importancia. Por lo que podría infectar a un ejército con el cólera dando la victoria al otro lado y, en consecuencia, alterar totalmente el curso de la historia.

¿No fue Alejandro Magno muerto por un mosquito?

Las premisas más triviales pueden llevar a las consecuencias más graves, mientras que los inicios más importantes pueden resultar en nada. El Conocedor de lo oculto por Sí solo se da cuenta del valor de todo.

Queda por preguntarse si mi amigo se ha establecido a sí mismo como administrador sobre Dios, definiendo Sus prerrogativas por Él.

Nuestro Señor es Supremo y está muy por encima de tal concepción ingenua. El digno de divinidad es aquel cuyo conocimiento abarca todo; que no pierde ni un átomo, ya sea en la Tierra o en el cielo. Él es Dios, el que todo lo oye, el que responde, el consciente de Sus criaturas.

 

Extraído del Libro Diálogo con mi amigo ateo, por el Dr. Mustafa Mahmoud