La dulzura de la espada del Islam
Por Mohammad Elshinawy
Thumāma b. Uthāl había matado a algunos de los Compañeros del Profeta e incluso intentó asesinar al Profeta (que la paz sea con él). Finalmente, fue capturado por patrulleros musulmanes mientras viajaba a La Meca y fue llevado a Medina, donde fue atado a una columna en la mezquita del Profeta durante tres días. Cuando el Profeta (que la paz sea con él) descubrió que Thumāma mismo, el jefe de Banu Hanīfah en al-Yamāma (Golfo Pérsico), había sido detenido, tuvo la esperanza de convertirlo en musulmán y, posteriormente, toda su tribu hiciera lo mismo.
Él (que la paz y las bendiciones sean con él) ordenó a los musulmanes que lo trataran bien y le pidió a su propia familia que le trajera comida. Cada día, el Mensajero (la paz y las bendiciones sean con él) pasaba junto a él y preguntaba: «¿Qué tienes que decir por ti, oh Thumāma?» y él respondía cada vez, «Solo lo que es bueno (verdadero), Oh Muhammad; si me matas, estarías matando a alguien que es culpable de derramamiento de sangre; pero si me perdonas, estarías salvando a alguien agradecido: si deseas dinero, te daré la cantidad que pidas».
Después de tres días del mismo intercambio de palabras, Thumāma fue testigo de que el Profeta (que la paz y las bendiciones sean con él) eligió otra opción que nunca podría imaginar. Perdonó a Thumāma sin pedirle nada a cambio y dijo: «Libérenlo». Superado por esta suprema misericordia, cualquier odio que aún quedara en el corazón de Thumāma por el Islam y Muhammad se desintegró. Tan pronto como fue desatado, salió, se lavó bajo una palmera y volvió para testificar que «Nadie es digno de adoración sino Al-lah, y tú eres el Mensajero de Al-lah».
Luego dijo: «Por Al-lah, ninguna cara en la Tierra era más odiada por mí que la tuya, y ahora tu cara es la más querida de todas para mí. Ninguna religión en la Tierra era más odiada por mí que la tuya, y ahora tu religión es la más querida de todas para mí. Ninguna tierra en la Tierra era más odiada por mí que la tuya (Medina), y ahora tu tierra es la tierra más querida para mí».
Thumāma (que Dios esté complacido con él) fue a La Meca y amenazó a los Quraysh de que ya no les exportaría granos hasta que dejaran de oponerse a Muhammad, pero el Profeta (la paz y las bendiciones sean con él) él) le ordenó levantar estas sanciones inhumanas. (Recogido por Muslim, Ahmad y otros; auténtico)
Que Dios esté complacido con Thumāma, y que los saludos y la paz sean con el Profeta (que la paz y las bendiciones sean con él) que transformó a un perseguidor feroz en un siervo compasivo de Dios.
Entre las lecciones de este hadiz está lo absurda que es la idea de que el Islam se extendió por la espada. Si el Profeta (la paz y las bendiciones sean con él) hubiera sido enviado a otro lugar que no sea Arabia, tal vez esto sería un poco más creíble. Aparte de la preferencia magnánima del Profeta por la misericordia sobre la venganza, considera el compromiso de los árabes con la terquedad y el orgullo. Thumāma (que Dios esté complacido con él) se negó a rogar o suplicar por su vida, en vez de eso dijo que tenía sangre en sus manos, así que podía proceder a matarlo si lo deseaba.
Thumāma (que Dios esté complacido con él) también se negó a pedir que lo salvaran incondicionalmente, sino que dijo que era un jefe orgulloso que puede hacer que salvar su vida sea lucrativo. Thumāma (que Dios esté complacido con él) también se negó a abrazar el Islam mientras estaba cautivo, o incluso al ser desatado, sino que esperó hasta que salió, se lavó y se arregló, luego regresó por su propia voluntad y después de arreglar su apariencia. Una gente como esta nunca podría ser forzada al Islam, al menos no por la coacción física violenta que podrías imaginarte.
En cuanto a sentirse éticamente obligado por el carácter del Profeta, o emocionalmente obligado por la personalidad magnética del Profeta, o pragmáticamente obligado (al principio) por los logros tangibles del Profeta, todo esto ocurrió sin lugar a dudas.
«¿Y tú piensas que puedes obligar a la gente a ser creyente?» (10:99)
«Una vez establecida la diferencia entre la guía correcta y el desvío no se puede forzar a nadie a creer». {2: 256}
Inspirado por el Sheij Sa‘ī al-Kamali (que Dios lo guarde)
Imagen: Ibn al-Wardi Mapa mundial del siglo XIV
Fuente: Muslim Matters