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¿Por Qué El Profeta No Se Quedó En La Meca Y Adoró En Silencio?

Escrito por el Dr. Wael Hamza

 

Uno puede preguntarse: «¿Por qué el Profeta (la paz y las bendiciones sean con él) y los musulmanes dejarían su ciudad natal, La Meca, para ir a un lugar muy distante como Medina?»

La respuesta sencilla es: porque él y los musulmanes no podían adorar a Dios en la Meca y habían sido torturados por los mecanos.

Si bien eso era absolutamente cierto, esta fue la causa de la migración a Abisinia, como lo hicieron algunos de los compañeros antes.

El Profeta Muhammad (la paz sea con él) y el resto de los creyentes podrían haberse reunido con sus compañeros musulmanes allí. Allí tenían la oportunidad de adorar en paz.

De hecho, justo antes de la muerte de su tío, Abu Talib, los líderes de La Meca le ofrecieron al Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) permitirle adorar de la manera que quisiera con la condición de que no se involucrara en la vida pública: no más llamadas a creer en Dios, no más valores que promuevan el Islam, no más participación en sus «asuntos».

El Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) pudo haber aceptado esta oferta y haberse ahorrado a sí mismo y a sus compañeros el problema de la migración.

Una misión más allá de los rituales individuales

Estaba claro que el Profeta no estaba buscando un lugar donde pudiera realizar sus rituales en paz. No buscaba solo un lugar tranquilo.

Más bien, buscaba un lugar donde pudiera cumplir su misión de transmitir su mensaje al mundo entero. Se le confió este mensaje y se le pidió que lo transmitiera al mundo.

La misericordia con la que vino el Islam no es exclusiva del Profeta o de las pocas personas que lo rodeaban. El mundo tenía derecho a conocer este mensaje, a experimentar su misericordia y a tener la capacidad y la libertad de abrazarlo.

El Profeta quería hacerlo en un mundo lleno de tiranos, reyes y regímenes que oprimían a la gente y no le facilitarían el trabajo.

Lo que sucedió en La Meca fue solo un ejemplo de lo que enfrentaría después. Con un lugar tan hostil como la Meca, era casi imposible cumplir con su responsabilidad.

El Profeta intentó y esperó que la Meca fuera este hogar, este apoyo y el núcleo que difundiría la luz del Islam por el mundo. Puedes ver esto en sus palabras a los líderes de La Meca.

Cuando el Profeta descubrió que La Meca ya no era este lugar, comenzó a buscar afuera. Viajó a At-Taif, otra gran ciudad no lejos de La Meca, y volvió a casa sin éxito.

Habló con muchas tribus e individuos durante la temporada del Hajj sin que nadie aceptara su mensaje.

En su mensaje a estas tribus y grupos quedó muy claro que no les estaba pidiendo simplemente que creyeran en él. Exigía explícitamente su apoyo a su mensaje y a su causa.

¡Los reyes te odiarán!

Una de las conversaciones más interesantes que tuvo lugar durante ese tiempo fue la conversación con Bani Shaiban. La conversación tuvo lugar con 4 de sus principales líderes.

Eran una tribu fuerte, numerosa y conocida por su carácter de alta calidad, una combinación perfecta para lo que el Profeta estaba buscando.

Incluso les gustó el mensaje del Islam y todos estuvieron de acuerdo en que valía la pena creer en él. Sin embargo, al final de la conversación, uno de sus líderes dijo:

«Creemos que con lo que viniste es algo que los reyes odian. Si lo deseas, podemos hospedarte y protegerte de todos los árabes. Sin embargo, no podremos protegerte de los demás».

Se referían al gran Imperio Persa no muy lejos de donde vivían. Más interesante que la oferta fue la respuesta del Profeta a la oferta.

Cortésmente rechazó la oferta señalando claramente que estaba buscando a alguien que asumiera esta responsabilidad todo el tiempo frente a todas las dificultades, una señal muy clara de que el Profeta no estaba buscando un lugar para vivir y realizar algunos rituales.

La Hégira marcó el paso donde el Islam tenía la ciudad anfitriona. Marcó el evento donde el Profeta finalmente tuvo el apoyo que estaba buscando.

La Hégira marcó el evento donde los musulmanes comenzaron a difundir su mensaje lejos de la tortura de La Meca.

La responsabilidad de un musulmán

Debemos comprender nuestro papel como portadores del mensaje del Islam en nuestra tierra. Nuestro pueblo tiene derecho a conocer este mensaje, puro y claro.

Nuestra gente tiene derecho a conocerlo y tiene derecho a aceptarlo si así lo desea. No podemos limitar nuestro papel a ser un grupo de personas que adoran a Dios de forma aislada.

El mensaje del Islam es un mensaje de misericordia para la humanidad hasta el Día del Juicio.

Como era responsabilidad del Profeta y sus Compañeros llevar este mensaje hasta que nos haya llegado, es nuestra responsabilidad llevarlo a nuestro pueblo y a las generaciones venideras.

 

Fuente: Fuente: Extraído, con ligeras modificaciones, de Lectures and Thoughts.