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La empatía: La marca de un verdadero creyente

Escrito por Tabassum

 

Todos queremos que los demás nos tengan empatía, sin embargo, somos tacaños al darla.

Queremos que los demás nos comprendan, se identifiquen con nuestras opiniones y sientan nuestro dolor. Queremos que los demás nos escuchen y se identifiquen con nosotros. Queremos que otros se pongan en nuestro lugar y vean el mundo desde nuestra perspectiva.

Eso es empatía: ponerse en el lugar de otra persona. Nos sentimos cercanos a la persona que es empática con nosotros, nos resulta fácil compartir nuestros pensamientos con ellos, acudir a él o ella cuando tenemos un problema y buscar consuelo.

Cada uno de nosotros tiene un sentido natural de empatía a través del cual nos conectamos con los demás. Cuando sientes que las lágrimas corren por tus mejillas mientras lees una noticia trágica o un libro emocional, o miras una película realmente buena, estás experimentando una fuerte empatía.

Hay dos aspectos de la empatía: cognitiva y afectiva. La empatía cognitiva se trata de comprender el punto de vista de otra persona, sus emociones y necesidades a nivel intelectual. La empatía afectiva se trata de sentir realmente una emoción que otra persona está experimentando.

Tomemos el ejemplo (hipotético) de Juan y su esposa Sara. A Juan no le gustan los gatos y se niega a permitir que Sara tenga uno en su casa. Ahora, en lugar de enojarse, Sara prueba la empatía.

Primero trata de entender de dónde viene. Así que investiga un poco y descubre algo interesante: cuando Juan era un niño pequeño, un gato callejero lo mordió gravemente. Sara ahora sabe por qué Juan no quiere gatos en casa. Ella tampoco lo querría, si estuviera en su lugar. Esta es la empatía cognitiva.

A continuación, Sara intenta sentir cómo debe haber herido a Juan cuando el gato callejero lo mordió, y cómo lo recuerda cada vez que un gato se le acerca. Esta es la empatía afectiva.

Para ponerte realmente en el lugar de otra persona, necesitas ambos.

Dos hadices sobre la empatía

«Ninguno de ustedes tendrá fe hasta que desee para su hermano lo que le gusta para él». (Al-Bujari)

Este hadiz requiere empatía cognitiva. Primero tienes que imaginarte en el lugar de otra persona y pensar desde su perspectiva para entender lo que harías en su situación.

El Profeta Muhammad dijo:

“Ves a los creyentes siendo misericordiosos entre ellos y mostrándose amor entre ellos y siendo bondadosos, asemejándose a un solo cuerpo, de modo que, si alguna parte del cuerpo no está bien, todo el cuerpo comparte el insomnio y la fiebre con ella.» (Al-Bujari)

Un creyente que ha alcanzado la excelencia en la fe sentirá este amor especial por otros creyentes. Esta es la empatía afectiva.

Punto para reflexionar: ¿Por qué nos resulta fácil llorar por un personaje infantil de ficción que perdió a sus padres, y tan difícil llorar por los niños huérfanos reales en las regiones del mundo devastadas por la guerra?

Ejemplos proféticos de empatía

El Profeta Muhammad tenía un asombroso sentido de empatía. Dios dijo de él:

Se les ha presentado un Mensajero de entre ustedes mismos que se apena por sus adversidades, se preocupa y desea que alcancen el bien [e ingresen al Paraíso]; es compasivo y misericordioso con los creyentes. (9: 128)

Entendería los problemas de otras personas incluso antes de que los verbalizaran, trataría con diferentes tipos de personas de manera diferente según su naturaleza y usaría el tacto al dar consejos. La vida del Profeta está repleta de ejemplos de su empatía. A continuación, presentamos algunos:

Aceleraba la oración en congregación cuando escuchaba llorar a un bebé. “Me paro en oración, luego escucho a un niño llorar, así que hago mi oración breve, porque no quiero causarle dificultades a su madre”. (Nasa’i)

No regañó ni golpeó al beduino que orinó en su mezquita. Más bien, explicó de una manera tranquila y hermosa. (Ibn Mayah 529)

Una vez, un joven se le acercó y le pidió permiso para cometer zina (fornicación). La gente a su alrededor estaba a punto de reprenderlo cuando el Profeta les dijo que lo dejaran en paz. Luego le pidió que aplicara empatía para comprender la gravedad de lo que quería hacer:

«¿Te gustaría eso para tu madre?»

El hombre dijo: «No, por Al-lah».

El Profeta dijo:

“No, y a la gente tampoco le gusta eso para sus madres”.

Luego dijo: «¿Te gustaría eso para tu hija?»

«No, por Al-lah».

“No, y a la gente tampoco le gusta eso para sus hijas. ¿Te gustaría eso para tu hermana?

«No, por Al-lah».

“No, y a la gente tampoco le gusta eso para sus hermanas. ¿Te gustaría eso para tu tía?

«No, por Al-lah».

“No, y a la gente tampoco le gusta eso para sus tías paternas.

Entonces el Profeta puso su mano sobre él y dijo:

«Oh Al-lah, perdona sus pecados, limpia su corazón y protege su castidad». (Ahmad)

 

Fuente: About Islam

 

Acerca de Tabassum

Tabassum es un escritor independiente y estudiante de Alimiyyah en línea en el Instituto Al-Salam, Reino Unido.