Posted on / in Articulos

Cómo vivieron el primer Ramadán el Profeta Muhammad y sus compañeros

Por Murat Sofuoglu

 

En las inmediaciones de los desiertos, donde los alimentos y las fuentes de agua escaseaban, los primeros musulmanes de Medina aprendieron a ayunar bajo la guía del Profeta Muhammad.

El primer Ramadán se remonta al año 624 e. c. Se observó en la ciudad de Medina en la actual Arabia Saudita.

La fecha también marcó el segundo año de la hégira o migración, en español, que desempeñó un papel crucial en la historia islámica. Bajo la presión paganista, esta pequeña comunidad de musulmanes se vio obligada a abandonar la ciudad de La Meca y trasladarse a Medina en busca de refugio en el año 622.

Siguiendo las instrucciones del Profeta Muhammad de emigrar, sus compañeros, los primeros musulmanes, optaron por comenzar su propio calendario con la fecha de inicio de la emigración (hégira), un evento de profunda transformación que marca su comienzo.

El primer Ramadán para los musulmanes fue en marzo, un mes de primavera, en el que las temperaturas en la Península Arábiga, incluida Medina, eran más suaves en comparación con el verano, cuando el clima cálido intenso golpea tanto el desierto como las zonas urbanas.

“¡Oh creyentes! Se les prescribe el ayuno, como lo fue para los que les precedieron, así tal vez se vuelvan conscientes [de Al-lah]”, dice el Corán, instruyendo a los musulmanes a ayunar como lo hicieron otros creyentes de Dios que los precedieron en tiempos anteriores.

Los versos fueron revelados al profeta Muhammad en febrero de 624 e. c., o en el mes de Shawwal en el segundo año de la hégira, según Kasif Hamdi Okur, profesor de divinidad islámica en la Universidad Hitit.

Si bien el Profeta Muhammad y algunos musulmanes ayunaron algunos días en meses particulares en La Meca antes de los versos del Ramadán del Corán, ayunar 30 o, a veces, 29 días seguidos sin interrupción fue una experiencia extraordinaria para los primeros musulmanes, dice Okur a TRT World.

“Hay registros de la época del profeta Muhammad, que indican que incluso los primeros musulmanes tuvieron algunos momentos difíciles para acostumbrarse al ayuno de Ramadán en el primer año”, dice, señalando que es una de las medidas coránicas para crear una única y espiritualmente disciplinada sociedad musulmana (umma), que puede afrontar dificultades tanto psicológicas como físicas.

Poco tiempo antes de la revelación de los versos de Ramadán, los musulmanes también cambiaron la dirección de oración (alquibla) de Jerusalén (Quds en el Corán) a la Kaaba de La Meca, la estructura cúbica construida por el profeta Abraham para orar al único Dios, según el entendimiento musulmán. Todos estos cambios ocurrieron después de que los seguidores del Profeta establecieran una base sólida en Medina.

Al cambiar la dirección de la oración y el ayuno de forma ininterrumpida durante un mes, los primeros musulmanes sintieron profundamente que eran una comunidad religiosa diferente de otros grupos monoteístas, cristianos y judíos, miembros de los cuales vivían junto a ellos en Medina, desarrollando una fuerte conciencia sobre su propia identidad, según Okur.

Además, el primer Ramadán coincidió notablemente con el primer enfrentamiento militar crucial, la Batalla de Badr, entre los musulmanes de Medina y los paganos liderados por La Meca, agrega. Si bien el total de participantes de la batalla de ambos bandos no superó los 1.200 combatientes, su resultado final que favoreció a los musulmanes aseguró la supervivencia histórica de la nueva religión monoteísta, lo que le permitió florecer en todo el mundo durante siglos.

Los principales compañeros del profeta Muhammad, Hamza y Ali, lideran el ejército musulmán en Badr, según un Naskh otomano. (Wikimedia Commons)

Pero el ayuno no se impone a todos sin excepciones. El Corán, que siempre ha prometido mantener un camino intermedio para que los creyentes hagan que su vida sea sencilla y justa, hizo excepciones para que personas como los ancianos, los enfermos, las mujeres embarazadas y los niños fueran eximidos del ayuno, dice el profesor.

Si un adulto musulmán tiene motivos legítimos para no ayunar, debe alimentar a una persona pobre un día por cada día que no pueda ayunar, según el Corán.

Ramadán: una maratón moral

A pesar de las dificultades del ayuno, que pone a prueba la resistencia física de un musulmán, así como su fuerza psicológica, como la sensación de gran alivio de terminar una carrera de maratón, el Ramadán trae muchas bendiciones y el perdón de Dios, prometió el Profeta Muhammad.

“‘Ay de los siervos que han llegado a este mes de Ramadán y no pueden ser perdonados’, dice el Profeta Muhammad”, dice Okur.

En el pensamiento islámico, ayunar no es solo prohibirte comer y beber, sino intentar purificarte de tus malas acciones, dice Ali Celik, decano de la facultad de divinidad de la Universidad de Dumlupinar, quien ha escrito extensamente sobre el Ramadán y el ayuno.

“En la práctica del Profeta, el ayuno no es solo una forma de adoración que consiste en pasar hambre. El Mensajero de Al-lah (SAW: Que Al-lah le honre y le conceda paz) ve el ayuno como un escudo que protege a los musulmanes del mal. Ser más paciente en las relaciones con las personas, evitar las malas palabras son algunas de las características básicas de la persona que ayuna”, dice Celik a TRT World.

“Al-lah no necesita un hombre que no abandona las malas palabras y las malas acciones pero que deja de comer y beber”, dice un hadiz registrado por Muhammed al Bujari, un erudito musulmán, que enfatiza el lado espiritual del ayuno de Ramadán. Los hadices son dichos del Profeta Muhammad.

Como resultado, el Profeta y sus compañeros incrementarían otros actos de adoración en Ramadán.

Los musulmanes aumentan sus actividades de adoración en Ramadán. En la imagen, las mujeres de Cachemira rezan dentro de la Jamia Masjid, o la gran mezquita, en Srinagar, Cachemira administrada por India. (Dar Yasin/Archivo AP)

“En particular, en los últimos 10 días de Ramadán, preferiría participar en adoración entrando en Itikaf en la mezquita”, dice Celik. Itikaf significa separarse de los demás, dedicando tu tiempo a la adoración en lugar de los asuntos mundanos para obtener una mejor comprensión de la dirección de tu vida.

Cada actividad humana también se organizó de acuerdo con los rituales del Ramadán porque los primeros musulmanes vieron el Ramadán como un período «céntrico» para su vida espiritual, dice Okur. “Cuando la gente en Turkía expresa su amor por los viejos Ramadanes, generalmente se refiere a tiempos premodernos, donde las horas de trabajo también se organizaban de acuerdo con los rituales del mes de ayuno”.

Pero adorar y ayunar no significa renunciar a todo el trabajo y otras prácticas de la vida diaria, observa Celik. “El Mensajero de Al-lah (SAW) intentaría no interrumpir su vida diaria en Ramadán, y si tuviera que hacer algo mientras ayunaba, lo haría. No retrasaría ningún trabajo que tuviera que hacerse con el pretexto del ayuno”, dice Celik.

Curiosamente, incluso durante la marcha hacia la Batalla de Badr, que coincidió con el Ramadán, el Profeta, quien también era el comandante militar de los musulmanes, ayunaba, dice el profesor. En el Islam, luchar por una causa justa también se considera un deber religioso como el ayuno durante el Ramadán.

La Marcha musulmana hacia La Meca, que terminó por conquistar la ciudad natal del Profeta del dominio pagano, también sucedió durante el Ramadán, subraya Celik, lo que demuestra la actitud trabajadora del Profeta incluso durante el mes de ayuno.

¿Cuál era su comida?

Existe una gran distancia entre los musulmanes de hoy y los primeros musulmanes en términos no solo de moralidad sino también de sus actitudes a la hora de romper el ayuno.

“Existen serias diferencias entre nosotros y los compañeros del Profeta en cuanto a la comida de Ramadán. Los primeros musulmanes no tenían la oportunidad de tener comida como la tenemos ahora en términos de diversidad y cantidad”, dice Okur.

Los musulmanes llaman iftar a la comida para romper el ayuno y suhur para la comida antes del amanecer. “Durante su suhur, probablemente comían un par de dátiles y lo acompañaban con un poco de agua. Eso era todo”, dice el profesor, describiendo una especie de suhur que en este momento es casi impensable para muchos hogares musulmanes.

«La comida para romper el ayuno de nuestro Profeta fue extremadamente simple, lejos del lujo y el despilfarro”, dice Celik. Si encontraban un tipo de comida, estarían felices de tenerlo en su iftar, dice Okur. Durante los iftars de hoy, se agregan varios tipos de alimentos, desde sopa hasta arroz, y otros platos, como frutas y postres.

“Sus iftars y suhurs eran tan simples. Trituraban un dátil mezclándolo con un poco de harina o agua para hacer su propia comida. O mezclaban harina tostada con algunos aceites de oliva para hacer otra comida”, dice.

Pero también había personas que ni siquiera tenían esa comida en Medina allá por el año 624. “Como resultado, el profeta instó a los musulmanes en mejores condiciones financieras a invitar a otros musulmanes sin comida en su mesa para el iftar”, allanando el camino para el desarrollo de la fuerte tradición musulmana de invitar a amigos, parientes y pobres a compartir su comida en mesas de iftar comunes.


La Dieta Equilibrada Del Profeta Muhammad: Compárala Con La Tuya

En particular, las personas como Suffah, que no tenían hogar y eran compañeros solteros del Profeta, emigraron de La Meca a Medina y dedicaron sus vidas a obtener conocimientos religiosos del Profeta, eran demasiado pobres para permitirse esas comidas. “El Profeta incentivó a otros musulmanes a recibir a otras personas y no dejarlos atrás en sus mesas a la hora del iftar”, dice Okur.

El Profeta, que fue más generoso en Ramadán que otras veces, también invitaba a los creyentes necesitados a su mesa en el iftar y en el suhur y les ofrecía bocadillos, dice Celik.

“Pero al final del día, a pesar de su simplicidad, sus iftars y suhurs eran más saludables y más humildes que los nuestros hoy”, concluye Okur.

 

Fuente: TRTWorld