La hospitalidad del Hayy a través del tiempo
Por Rahla Khan
Las primeras casas permanentes de La Meca fueron construidas alrededor de la Ka’bah y no tenían puertas, como una indicación para los peregrinos de que eran bienvenidos para sentirse como en casa entre un pueblo que se consideraba privilegiado por recibirlos: el epítome viviente del saludo árabe «ahlan wa sahlan«.[1]
La hospitalidad antes del Islam
Incluso en la era preislámica, la gente de La Meca era muy consciente de sus deberes hacia la Ka’bah y sus peregrinos y su posición privilegiada como vecinos de la Casa Antigua.
Los jefes de La Meca, los Quraysh, distribuyeron los deberes de brindar protección, alimentos y agua a los peregrinos dentro de sus clanes para evitar luchas internas y garantizar la paz y la seguridad necesarias para permitir que los peregrinos lleguen a La Meca todos los años.
Los banu Shayba’ tenía las llaves de la Ka’bah mientras que el derecho de suministrar agua a los peregrinos estaba en manos de Banu Hashim Ibn Abd Manaf.
Esta no fue una tarea fácil, ya que implicó sacar agua de los pozos alrededor de La Meca, cargarla en camellos y llenar cisternas de cuero y vasijas de barro en Al-Masjid al-Haram.
Qusayy Ibn Kilab fue el primero en asumir el derecho de proporcionar comida a los peregrinos con las contribuciones de los nobles de Quraysh, diciendo:
“Oh hombres de Quraysh, son vecinos de la Casa de Al-lah, la gente de Su Casa y la gente del Santuario; y en esta temporada vienen a ustedes los visitantes de Al-lah, los peregrinos a Su Casa.
Son los invitados de Ar-Rahman, y ningún invitado tiene derecho a la generosidad de ustedes como los invitados de Al-lah.
Por lo tanto, brindenles comida y bebida en las temporadas del hayy para que puedan hablar de su generosidad”.[2]
Por lo tanto, aunque la gente de la época preislámica era hospitalaria y mostraba su famosa generosidad con los peregrinos, su motivo a menudo eran las ganancias mundanas: aumentar el comercio y mejorar su reputación.
Más tarde, Banu Nawfal y Banu Hashim se encargaron de proporcionar comida a los peregrinos.
El abuelo del Profeta, Abd Al-Muttalib, asumió la responsabilidad de proporcionar alimentos y agua a los peregrinos, en un momento en que La Meca enfrentaba una sequía durante la temporada del hayy.
‘Abd Al-Muttalib tuvo un sueño que lo llevó a redescubrir el pozo de Zamzam con su hijo Al-Harith, lo que facilitó el suministro de agua a los peregrinos, que es la fuente de agua en Al-Masjid al-Haram hasta el día de hoy.
La hospitalidad en el Islam
El flujo de peregrinos a La Meca aumentó considerablemente después del Islam y sus áreas residenciales continuaron creciendo.
Era común que los peregrinos de todo el mundo musulmán realizaran el hayy y se establecieran en La Meca. Estos recién llegados llamados muyaawirun (vecinos) construyeron sus casas en laderas y cimas de las colinas, debido a la escasez de terrenos en el valle y al problema de las inundaciones estacionales en esos días.
Las casas de La Meca tenían su propio carácter, distinguiéndose por sus espacios abiertos, planta compacta y ventanas enrejadas.
La altura de sus edificios no superaba los dos pisos.[3] A lo largo de los siglos, los viajeros los describieron como: “construidos con piedras negras, lisas y también con piedras blancas, pero las partes superiores son de madera de teca y tienen varios pisos de altura y son limpias”. [4]
En el siglo XII, el geógrafo de Al-Ándalus Ibn Jubayr comentó sobre los techos planos de las casas de La Meca:
“Pasábamos las noches en la azotea del lugar donde nos quedábamos y a veces nos caía el frío del aire de la noche y [necesitábamos] una cobija para protegernos”[5].
Joseph Pitts, un converso inglés que realizó la peregrinación alrededor de 1684, escribió en un relato de La Meca:
“Los habitantes, especialmente los hombres, suelen dormir en los techos de las casas para tomar el aire o en la calle frente a sus puertas…. Por mi parte, suelo acostarme sin cobertor de cama, en la azotea de la casa…”[6]
Las casas tradicionales en La Meca hoy continúan atendiendo las necesidades de los peregrinos al igual que en los tiempos premodernos.
Como La Meca no tenía hoteles en el pasado, muchos mecanos brindaban alojamiento a los peregrinos durante la temporada del hayy, alquilando una habitación, un piso o incluso una casa completa. Al construir una casa, los habitantes de La Meca generalmente pensaban en términos de una estructura bifuncional, que sirviera como hogar y alojamiento para los peregrinos.[7]
La expansión de Al-Masjid al-Haram a lo largo de los siglos
Los primeros proyectos para renovar y expandir Al-Masjid al-Haram para acomodar a más peregrinos comenzaron durante la época de ‘Umar ibn Al-Khattab, que Dios esté complacido con él, cuando La Meca fue azotada por una gran inundación que dañó la Kaaba y el sitial de Abraham.
Esto condujo a ‘Umar, que Dios esté complacido con él, a adquirir terrenos y casas contiguas al área para acomodar a los peregrinos, y agregó puertas y lámparas a sus edificios.
‘Uzmaan ibn ‘Affaan, que Dios esté complacido con él, amplió aún más el área comprando algunas de las casas que rodeaban la mezquita y demoliéndolas para aumentar el área de Al-Masjid Al-Ḥaram.
Construyó una arcada bajo la cual los fieles podían estar a la sombra; esta fue la primera arcada agregada a Al-Masjid Al-Ḥaram.
‘Abdullaah ibn Az-Zubayr, que Dios esté complacido con ambos, reconstruyó la Kaaba de acuerdo con sus dimensiones originales después de que se incendiara tras ser golpeada por una catapulta.
Aumentó la altura de la Kaaba en 10 codos e hizo una entrada y una salida a nivel del suelo, lo que correspondía a la descripción dada por el Profeta (la paz sea con él).
Los gobernantes musulmanes a lo largo de los años se preocuparon por honrar la Ka’bah y sus peregrinos.
Durante el califato de ‘Abd Al-Malik ibn Marwaan y otros califas omeyas, se designaron trabajadores para trabajar en la mezquita y servir a los peregrinos.
El califa abasí Abu Ja’far Al-Mansur amplió la mezquita, cubrió los suelos con mármol, construyó un muro alrededor del pozo de Zamzam para proteger a la gente de las caídas y añadió otra arcada a la mezquita.
En el período de Al-Mahdi, las casas entre la Ka’bah y el Mas’a (el área donde los peregrinos realizan Sa’y) fueron demolidas para conectar la Ka’bah y el Mas’a, ampliando el área de la mezquita.
Su sucesor, Al-Waathiq, agregó postes de cobre para faroles para facilitar la realización del Tawaf por la noche.
Los gobernantes musulmanes que sirvieron a los peregrinos
Los peregrinos se reunían en las capitales de Siria, Egipto e Irak para ir a La Meca en grupos y caravanas compuestas por decenas de miles de peregrinos.[8]
La responsabilidad de brindar patrocinio estatal para la organización de tales caravanas de peregrinación se le dio a los comandantes conocidos como Umara’ al-Hayy, quienes estaban a cargo de proteger a los peregrinos y asegurar los fondos y suministros para el viaje.[9]
Haarun Ar-Rashid, el califa del que se decía que luchaba por la causa de Dios un año y realizaba el hayy el siguiente alternativamente, era un gran patrocinador de los eruditos y erigió una sombra para los eruditos en el techo de Al-Masjid al-Haram.
Su esposa Zubaydah bint Ja’far hizo construir un camino de 900 millas desde Kufah hasta La Meca llamado Darb Zubaydah (Camino de Zubaydah) en el año 780 e. c., que fue una de las primeras rutas creadas específicamente para peregrinos.
Estando particularmente preocupada por los peregrinos más pobres que viajaban a pie, agregó nueve nuevas estaciones de descanso a intervalos convenientes entre las estaciones existentes, para un total de cincuenta y cuatro paradas de descanso.
Todas las nuevas estaciones incluían una pileta, algún tipo de refugio y, a veces, incluso una pequeña mezquita.[10]
Habiendo sido testigo de la difícil situación de los peregrinos pobres, que tenían que pagar un dirham por una pequeña botella de agua, hizo excavar una serie de pozos y canales a lo largo de la ruta del hayy desde Wadi Nu’man hasta La Meca.
Estos pozos, llamados ‘Ayn Zubaydah, se construyeron a un costo estimado de 54 millones de dirhams, partes de los cuales se pueden ver incluso hoy.
Ibn Jubayr, quien viajó desde Al-Ándalus a La Meca, registró:
“Los peregrinos derramaron el agua que tenían y tomaron de esta buena agua, regocijándose de su abundancia.
La gente se regocijaba nadando y bañándose en ella y lavando sus vestidos. Era para ellos un día de descanso en el camino, un regalo de Dios”[11].
La generosidad de los gobernantes no árabes
En 1324 e. c., un devoto gobernante musulmán de Malí llamado Mansa Musa emprendió su primer hayy a La Meca con cien camellos, cada uno cargado con 300 libras de oro, comida y ropa, y acompañado por 60.000 personas, incluidos funcionarios, soldados, médicos, maestros, y narradores.[12]
Se dirigieron desde la capital, Niani, a Tombuctú, a través del desierto del Sahara y El Cairo antes de llegar a Arabia, donde se dice que la gente se alineaba en las calles para verlo a él y a su elaborado séquito.
Al completar su peregrinación, Mansa Musa regaló dinero y oro a los residentes de La Meca y El Cairo, ¡tanto, que su valor en el Medio Oriente se redujo drásticamente!
Otro viaje histórico del hayy fue el de Sikandar Begum, gobernante de un estado principesco llamado Bhopal en la India que llegó a Yeda el 23 de enero de 1864, siendo el primer gobernante del subcontinente indio en realizar el hayy.
Mantuvo un diario detallado que describía todo lo que veía: casas de siete pisos en Yeda, el mercado e incluso el sabor del «agua salobre» de la ciudad.
Su viaje de Yeda a La Meca podría haber terminado desastrosamente, ya que la reputación de los Begum como gobernantes ricos y generosos la había precedido, “junto con su lamentable hábito de arrojar billetes de su carruaje…”[13]
Fue uno de los primeros gobernantes en adquirir tierras en La Meca y Medina y construir rubats (albergues) que legó como donaciones caritativas para el beneficio de los peregrinos de su estado, que están en uso hasta el día de hoy.
Los gobernantes de otros estados principescos de la India, como Hyderabad, Arcot y Tonk, siguieron su ejemplo.
Hoy en día, con casi 3 millones de peregrinos que atender, la logística de organizar el hayy es abrumadora y se extiende más allá de la comida, el agua, el refugio y una ruta segura a los servicios de salud las 24 horas y los centros comerciales, los hoteles de lujo, los servicios electrónicos y las aplicaciones personalizadas.
Lo que vale la pena recordar es que incluso si los medios por los que servimos a los peregrinos son diferentes, el espíritu debe seguir siendo el mismo: el objetivo de complacer a Dios haciendo fácil el camino de Sus siervos; sin buscar ganancias comerciales o beneficios personales.
Como dice la narración profética: “Las acciones valen por sus intenciones y cada uno tendrá solo lo que se propuso”[14].
Fuente: About Islam
Referencias
[1] En el pasado, las personas viajaban por tierra a lo largo de largos tramos de terreno inhóspito, a menudo enfrentándose a personas hostiles.
El saludo árabe «ahlan wa sahlan» significa: «Estás entre gente hospitalaria (es decir, gente que es casi como una familia para ti y estás pisando un terreno liso y plano».
A menudo, la gente agrega las palabras: “wa marhaban” derivada de la raíz árabe rahuba, que significa ser espacioso y ancho, en lugar de sentirse apretado.
http://lisanularab.blogspot.com/2007/10/assalamu-alaykum-warahmatullahi.html
[2] Muhammad: His Life Based on the Earliest Sources, Martin Lings
[3] Homes of Old Makkah, Nihal Uluengin, Bülent Uluengin.
[4] Shams al-Din Abu ‘Abd Allah al-Muqaddisi
[5] Journeys of Faith, Roads of Civilization, David W. Tschanz
[6] Journeys of Faith, Roads of Civilization, David W. Tschanz
[7] Homes of Old Makkah, Nihal Uluengin, Bülent Uluengin.
[8] The Hajj: The Muslim Pilgrimage to Mecca and the Holy Places, F. E Peters
[9] The Hajj: The Muslim Pilgrimage to Mecca and the Holy Places, F. E Peters
[10] Voyages of World History, Valerie Hansen, Ken Curtis
[11] Rihla, Ibn Yubayr
[12] Mansa Musa: Ruler of Ancient Mali, Peggy Pancella
[13] The Begums of Bhopal, Shaharyar M. Khan
[14] Sahîh al-Bukhârî y Sahîh Muslim