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Leyendo los signos de Dios

Por el Dr. Spahic Omer

 

Lo primero que Dios Todopoderoso comunicó a la humanidad a través de Su mensajero final, Muhammad (la paz y las bendiciones sean con él), fueron las palabras:

¡Lee! [¡oh, Muhammad!] En el nombre de tu Señor, Quien creó todas las cosas, (Al-‘Alaq, 1).

Este es el primer verso (aleya) de la sura Al-‘Alaq. La sura termina con las palabras:

prostérnate [ante Dios] y busca Su proximidad, (Al-‘Alaq, 19).

Esto significa que el comienzo, así como el dinamismo y disposición total de la vida, debe estar anclado en una cultura vibrante de la lectura y todo lo que la acompaña, como explorar, investigar, cuestionar, descubrir e innovar.

El proceso se aplica tanto a los individuos y su desarrollo personal como a las comunidades y su conciencia y evolución cultural y civilizatoria colectiva.

Los resultados netos de tales procesos deben apoyar el logro, la internalización y la aplicación de la verdad. Deberían ayudar a una persona a comprenderse mejor a sí misma, a la vida y a su Creador. Deben acercarla a su Creador y Señor, y hacerle someter todo su ser a Su Voluntad, siendo la postración el signo supremo de tal avance y conformidad.

La vida entre la lectura y la sumisión

El propósito y la misión de la vida del ser humano residen y se desarrollan entre los parámetros de las instrucciones celestiales de leer, como dice la primera palabra de la sura Al-‘Alaq, y de someterse humildemente y postrarse ante Dios y así, acercarse constantemente a Él, como dicen las últimas dos palabras (instrucciones) de la misma sura.

La lectura conduce al conocimiento y la sabiduría, que a su vez conducen a la certeza y la verdad. La lectura ilumina. Es creer, y creer es hacer.

La lectura es intangible e intelectual. Sus resultados necesitan ser transportados al ámbito de las realidades palpables.

Leer debe ser un acto de devoción. Al mismo tiempo, debe conducir a la esfera de la suprema y última devoción, equiparándose a ella.

En un orden secuencial, el ser humano es creado para leer, conocer y adorar a su Creador. Está creado para reconocer y seguir la verdad. Él se convertirá en su epítome.

Ninguna forma de devoción es aceptable sin lectura y conocimiento, así como la lectura y el conocimiento sin devoción son insostenibles. La verdad es la fuerza vital de todas las dimensiones de la vida.

La verdad es la vida, y la vida es la verdad. En medio de ambos, el ser humano como vicegerente de Dios en la Tierra ha sido arrojado. Su vida es una encarnación de significado, importancia y responsabilidad.

Leer aquí significa recitar, estudiar, internalizar, interpretar y aplicar los signos (aleyas) de Dios Todopoderoso. Hacerlo connota la base de todo conocimiento y sabiduría. Es el alma de la cultura y la civilización.

Leyendo la revelación y la creación

Esos signos (aleyas) se encuentran en dos niveles: el nivel de revelación y el nivel de creación.

Eso también significa que hay dos libros de signos para leer: el libro de la revelación, que es el Sagrado Corán; y el “libro de la creación”, que es el universo con todos sus procedimientos y fenómenos.

Los dos libros podrían llamarse además al-Qur’an al-tadwini (el Corán o escritura revelada al profeta Muhammad) y al-qur’an al-takwini (el “Corán” ontológico o “escritura” cuyas páginas y líneas son los mundos de los seres animados e inanimados, los sucesos y los asuntos).

Ambos libros están repletos de signos (aleyas) que atestiguan y autentican la omnipresencia, omnipotencia y benevolencia del Creador y Sustentador del ser humano y del universo. Son los medios a través de los cuales Dios Todopoderoso habla y transmite la verdad sobre Sí mismo, el ser humano y la vida.

 

Fuente: About Islam